LA FELIZ NAVIDAD DE LOS QUE PERDIERON

VOXPRESS.CL.- En un año normal, no como éste, en las semanas previas a la Navidad el ambiente en torno a esta fecha reflejaba un sello de buenas vibras. Todos, los híper ricos, los súper ricos, los ricos, los no tanto, la inmensa clase media y hasta los vulnerables, cambiaban de semblante, interactuando más sensibles y hasta cariñosas.
Por siglos, la Navidad ha tenido un encanto de emotividad erróneamente sólo atribuible a los niños, porque es un sentimiento especial generalizado. Es tan única en su fondo y forma, que la Navidad ha sido la única fecha en el mundo capaz de un cese al fuego entre quienes están en guerra.
Pero, la que viviremos dentro de algunas horas no será la misma Navidad de siempre. Hay quienes no se imaginaron que iban a pasarlo tan mal esta Nochebuena y hay otro tanto de chilenos que sólo tendrán sus sentidos puestos en la incertidumbre acerca de su futuro inmediato en lo laboral y económico.
Hasta pasadas las desbordantes Fiestas Patrias no era previsible que el país iba a llegar a un fin de año trastornado, hecho pedazos y peor de crispado que para la Unidad Popular. Chile es portador, hoy, de una incertidumbre gigantesca que si lo tiene económica y comercialmente muy apremiado, en lo humano es el retrato mismo de la angustia. La Iglesia que dedica esta fecha a la presencia en la Tierra de un Mesías, centra sus rogativas en el futuro del país…
En cuestión de semanas, Chile sufrió una transformación política que lo tiene en ascuas: la democracia, ese estilo de vida que a casi todos les acomoda, está caminando por la cornisa. Se le observa frágil, algo temblorosa, demasiado expuesta a peligros y con diagnóstico reservado. La sensación que impera entre los chilenos es la misma que se hubiese vivido hace dos años de haber ganado Alejandro Guillier en la presidencial del 17 de diciembre de 2017. La gran paradoja que tiene a la mayoría de la población sumida en el desconcierto es que habiendo sido la izquierda duramente impactada por una derrota electoral, hoy es la que manda.
La interrogante que descorazona y desanima a los chilenos es por qué hoy están viviendo como derrotados, siendo que lograron una abultada victoria en las urnas. Es un contrasentido que en pocos lugares del mundo se da, y no tiene explicaciones muy comunes ni muy lógicas.
Incluso, los derrotados del 2017 le impusieron a los victoriosos del 2017 que aceptaran el sucio y tramposo truco de una nueva Constitución para sustituir a la del 2005 de Ricardo Lagos, lo que permitirá a los ciudadanos obtener un aumento salarial y de pensiones y una mejora en las prestaciones de salud. Cualquiera medianamente informado -se supone que el Ejecutivo lo está- sabe que los progresos sociales son fruto de leyes y decretos.
En una orientada, torcida y desconfiable consulta municipal para apoyar una nueva Constitución, la izquierda validó el voto de menores de 14 años quienes todavía no dominan la relación entre palabras. Nadie de los ganadores, sometidos hoy como perdedores, denunció ante la Defensoría de la Infancia o ante la UNICEF la instrumentalización indebida de niños, a quienes por ley, incluso, se les prohíbe envolver paquetes de regalo.
Se pena a quienes ofrecen trabajos a menores, pero se festeja el hecho de que opinen acerca de una nueva estructura política, social y jurídica del país. En la reciente prueba internacional PISA a estudiantes de 15 años, Chile estuvo muy por debajo del promedio mínimo de la OCDE.
Delante de las narices de los vencedores en las urnas, la izquierda derrotada decide el presente y el futuro del país, y eso es lo que tiene al país con el ánimo por los suelos… En una Parlamento democrático de un país democrático hubo 37 diputados que votaron por sacar al Presidente de la República libremente elegido.
La ciudadanía exige una explicación y nadie se la da. Un automovilista mal estacionado recibe una multa, pero quienes por horas cortan el flujo vehicular y son entretenidos por las canciones de grupos progresistas ni siquiera son dispersados por Carabineros, pese a infringir una norma jurídica y violar el derecho al libre desplazamiento de las personas.
El 18 de octubre, con motivo de la insurrección extremista, subversivos instruidos y dotados de los elementos para la ocasión, incendiaron simultáneamente 12 estaciones del Metro. En cualquier país libre, con democracias plenas, tan descomunal atentado se hubiera combatido con el mayor rigor que ofrece la seguridad interna: acá se combatió sólo con los bomberos. Por decisión de los vencedores del 17 de diciembre de 2017, la policía no puede utilizar sus armas para mantener el orden, ello…porque no es agrado de la izquierda.
La interrogante que apabulla el alma de la población es porqué si sólo se trataba de “demandas sociales” fue necesario aniquilar la economía, destruir las ciudades, saquear y generar tanto desempleo. Nadie se ha molestado en informarle que lo que realmente ocurrió el 18 de octubre fue un Golpe político destinado a derribar al Gobierno.
Para esta Navidad serán decenas de miles de trabajadores y trabajadoras que estarán sin empleo; serán centenares de emprendedores que no podrán reconstruir sus pequeñas empresas; serán millones quienes no podrán entregarle un modesto presente a sus hijos y serán millares los que tendrán que abstenerse de saborear la humilde pero tradicional cena. Les han contado que su mal pasar es fruto del Gobierno de centroderecha, pero no les han dicho que todo cambió para peor desde que la izquierda urdió, en el corazón de la dictadura venezolana, este macabro plan para exterminar las libertades individuales.
Ésa es la gigantesca incertidumbre del chileno en la actualidad: de la noche a la mañana cayó en un profundo y negro foso, pero nadie le ha dicho por qué. No logra comprender que un Gobierno vencedor se incline ante los derrotados en elecciones libres e informadas, y menos puede digerir que le hayan cambiado el programa por el cual sufragó, reemplazándoselo por el del adversario Sólo así se entiende que la Navidad de los perdedores del 2017 será muy feliz.