GATOS EN LA CARNICERÍA

VOXPRESS.CL.- Una reciente encuesta, digna de crédito por cierto, realizada cuando el climax del vandalismo izquierdista había aminorado, consignó un dato muy relevante: un 78% de los consultados afirmó no querer al Partido Comunista.
Esta empresa, que realiza investigaciones con gran periodicidad, hace su trabajo de campo en zonas netamente populares, generalmente periféricas del Gran Santiago, de tal modo que, de plano, queda descartada cualquiera sospecha de que dicho sentimiento es producto de una sensibilidad política en particular.
Ocurre que el PC, en lugar de sumar simpatías se ha ganado progresivamente antipatías. La población chilena, en su mayoría desconocedora de lo que es vivir en dictadura, fue conmovida por las escabrosas vivencias de los venezolanos sometidos y moribundos de hambre, gracias a la tiranía comunista de Nicolás Maduro. En medio de su espanto, su desconcierto llegó al tope cuando Guillermo Teillier solidarizó con el autor de dicha tragedia y renegó de las violaciones a las libertades personales y de los presos políticos en dicho país.
Si aún quedaban atisbos de indiferencia frente a este siniestro partido, quien más inclinó el rechazo en su contra fue la diputada Camila Vallejo, la más grande burguesa comunista de los últimos tiempos, cuando atribuyó la derrota del candidato presidencial impuesto personalmente por ella –Alejandro Guillier- al voto de los “fachos pobres”, atribuyéndole la calidad de fascistas a la numerosa y emergente clase media del país.
Hasta el debutante Frente Amplio tiene un senador, lo que el PC no ha podido, y no dispondría de los nueve diputados que registra si, en su momento, la DC no le hubiese cedido cupos para que lo hiciera posible. Ese gesto nunca lo ha agradecido, porque en sus códigos no existe la gratitud, y, por el contrario, la ataca con dureza cada vez que puede.
Indignada hasta perder el control, Vallejo usó el peor de los calificativos para desacreditar a diputados DC que votaron negativamente la acusación constitucional contra el Presidente de la República.
Dicho recurso político contemplado en la Constitución fue discurrido por el PC, tras el fracaso del Golpe ideado desde Cuba utilizando a mercenarios venezolanos chavistas. Como la sublevación sólo dejó pérdidas increíbles para el país y a las personas, el PC impulsó una última carta para conseguir la renuncia del Presidente e imponer su modelo totalitario. Así lo reveló públicamente en Caracas su militante hija de un ex Secretario General, la que participó activamente en la planificación de la asonada destinada a provocar la salida del Mandatario. Está comprobado que en el operativo intervinieron operacionalmente agentes extranjeros, en su mayoría venezolanos que ingresaron clandestinamente al país, y que recibieron soporte y logística del PC.
Luego de que fracasara en la Cámara de Diputados esta vez un Golpe legal contra el Presidente –la acusación constitucional- , la Vallejo manifestó que “este rechazo fue un daño a la democracia, porque hoy más que nunca hay que cuidarla”…
Esa expresión suya es la más categórica prueba del cinismo histórico del comunismo. Deja estupefacto que una admiradora de Cuba y de los Castro, una solidaria con el criminal coreano Kim Jung-Il, defensora del dictador nicaragüense Daniel Ortega y seguidora a pie juntillas del tirano venezolano Nicolás Maduro, se declare guardiana de la democracia chilena.
Es cuestión de echarle un rápido vistazo al tipo de democracia que instala el comunismo donde clava sus banderas para entender rápidamente cuál es el concepto que ella quiere proteger.
La opinión de ciudadanos que participaron en la encuesta y que en un casi 80% rechaza al comunismo, es un aliciente para quienes, todavía, creen posible frenar y aislar a esta minoría extremista que tanto perjuicio le causan al país. Por doctrina, los daños que le origina a las economías que no son la suya le resultan inevitables para poder imponer su totalitarismo. Así ocurrió en Cuba con la revolución de los Castro, así pasó en Chile con la Unidad Popular y así lo vive hoy el pueblo venezolano. Sólo un mes después del fallido Golpe del 18 de octubre van 100 mil nuevos cesantes, lo que no hubiera ocurrido si el PC no se hubiese prestado para ser parte de esta conspiración.
El partido que se autodefine “defensor del pueblo” hizo imposible que se destinara una mejor ayuda fiscal a los más vulnerables, en especial a los pensionados, porque exigió que el reajuste al sector público, lejos, pero muy lejos, el con mayores salarios en todo el país, recibiera un incremento superior al resto. El promedio de ingresos de los empleados del Estado es de $2 millones al mes, además de una cantidad de bonos, también reajustables, que no pagan impuestos.
A nadie puede llamar la atención esta férrea defensa del PC a los funcionarios públicos: entre ellos, y con contratos de inamovilidad, dominan los de izquierda, toda una herramienta para trabar el buen funcionamiento del Estado, más aún cuando éste se haya en manos del adversario político.
Fracasados todos estos intentos totalitarios, ahora el PC se embarcó en otro y tan siniestro como los anteriores: desconocer lo resuelto por la Mesa Técnica del plebiscito constituyente en cuanto a la contingencia de un rechazo por parte de la ciudadanía. Dicha instancia, en sus resoluciones, dictaminó que en la eventualidad de que la población diga no a una nueva Carta Fundamental, automáticamente continúa rigiendo la actual. Ante ello, el PC se niega a aceptar tal posibilidad.
Hay que prepararse, entonces, para lo que viene, para eso y para mucho más. El vigilante a cargo de la protección de nuestra democracia continúa al acecho para asestar el golpe que le devuelva una presa que ha perdido en gran parte del mundo y prácticamente en casi toda Sudamérica.