LA MONEDA SALE A CONSULTAR LO QUE TODOS CONOCEN

VOXPRESS.CL.- Aunque ya nada puede sorprender, todo lo que provenga desde las oficinas de la Presidencia, no deja de ser cada vez más desconcertante. El anuncio, oficial hecho por la vocera Karla Rubilar, que el Ministerio del Desarrollo implementará un sistema de consulta, directo o por internet, para “conocer cuáles son las necesidades más apremiantes de la población”, parece casi una tomadura de pelo.
Lo asombroso del aviso es que la ministra de la SEGOB puso como modelo para la recopilación de información el sistema de cabildos ideados por Michelle Bachelet (PS) en su fracasado Proceso Constituyente. Cual boxeador aún mareado y sin recuperarse del nocaut sufrido, el Presidente de la República vuelve a demostrar que se cayó del mundo y no sabe ni cómo subirse a él.
No sólo él sino todos los Mandatarios que lo antecedieron tuvieron claro cuáles eran las urgencias sociales. Hay que recordar que fracasaron todos los intentos por la verdadera tragedia que protagonizaba la población a raíz de la deplorable salud pública, y fue durante el régimen de Bachelet cuando el Frente Amplio puso en ejecución su movimiento anti-AFP’s y nadie hasta la fecha ha sido capaz de, al menos, aminorar sus nocivos efectos.
El deterioro de empleos con contrato y el fuerte incremento de trabajos informales llegaron a máximos peligrosos con la inmigración ilegal descontrolada fomentada por la izquierda hasta 2017, y se ignoró la secuela de suicidios de parejas de la cuarta edad, aquejados por problemas de salud y de dinero.
Cualquiera que presuma poseer aptitudes de estadista no puede ignorar lo que socialmente está aconteciendo en el país. Se da por descontado que dicho panorama, el actual Presidente lo tenía claro, y tan claro que montó un súper ministerio, el del Desarrollo Social y se lo entregó a su gran amigo Alfredo Moreno Charme para que lo encabezara. Para mejor afirmarlo, lo integró al Comité Político de La Moneda y lo empoderó para que se luciera como ninguno otro de su entorno por tratarse de su predilecto para sucederlo.
Vivos están los recuerdos del lanzamiento de este Gobierno, en marzo de 2018, cuando el Mandatario notificó al país que su gestión descansaría sobre cuatro pilares, y uno de ellos iba a ser el Desarrollo Social.
En ese ministerio, y como su nombre lo refleja, se canalizarían todas las acciones destinadas a las mejoras en el diario vivir de las personas. El nulo avance en esta materia indujo a sectores de Chile Vamos a recordarle al Presidente, en forma cada vez más frecuente, el abandono en que se hallaban los más vulnerables. Pero él se mantuvo apernado a una agenda más personal que colectiva. Debe quedar en claro, entonces, que las ayudas de índole social a la población más requirente estuvieron, siempre, en el programa gubernamental de Chile Vamos a través del empoderado Ministerio de Desarrollo, pero nunca fueron una prioridad.
Los llamados “problemas de la gente” han estado por 30 años en las carpetas principales de todos los programas presidenciales, pero unos más que otros, las fueron postergando con una indiferencia que, en el caso de las pensiones y la durísima vida de los adultos mayores, causó una justificada indignación general.
No obstante ello, tiene que quedar definitivamente en claro que estas demandas sociales no fueron el real motivo de la sublevación del 18 de octubre: fueron un pretexto al que se echó manos tras el Golpe político extremista. No es casualidad ni simple coincidencia en que en casi todos los países sudamericanos haya habido, o haya, insurrecciones populares con una adición de extremada violencia y odio.
Las rebeliones en Argentina, Brasil, Ecuador, Chile y Colombia tuvieron y tienen el mismo componente político: desestabilizar y, ojalá, derribar a los Gobiernos adversarios de la izquierda. En Argentina ya se logró, y, ahora en Bolivia, el socialismo puja para derribar al de transición que sucedió a la renuncia del corrupto Evo Morales.
Desde La Paz, en vuelos sucesivos provenientes de La Habana, salieron 800 agentes cubanos que durante los 14 años del régimen abusivo de Morales cumplieron diferentes labores de “cooperación”. Fueron sorprendidos diez venezolanos con uniformes de la policía boliviana y resultó abatido un guerrillero de las FARC.
En Chile, recordémoslo, el INDH trató de ingresar clandestinamente a un general del Ejército de Maduro, fueron deportados nueve agentes chavistas ingresados secretamente como inmigrantes y otra decena de ellos se encargó de alentar e instruir en Talca y Concepción a nuestras hordas “revolucionarios”. Una empresa especializada en redes sociales analizó los contenidos de todos los tuits que circularon durante el climax de las “marchas pacíficas” y concluyó que el 56% de los denominados “influenciadores” –estimulantes del conflicto- provino desde Caracas y Buenos Aires.
Nunca estuvo en los planes del Foro de Sao Paulo reunido en Caracas alguna inquietud por las miserias de sectores de la población del país que debía ser “intervenido”. Maduro tiene claro ello, al punto que son millones los venezolanos que han huido para no morir de hambre y no continuar alimentándose en los basureros. Fue el mismísimo ‘comandante Chávez’ quien proclamó que “al pobre no hay que sacarlo de la pobreza, porque después se vuelve en contra nuestra”.
Comprobado que las demandas sociales terminaron siendo un maquillaje para esconder el motivo ideológico de la insurrección, para hacer menos grotesco dicha hipocresía, el mundo político se colgó de las antiguas expectativas sociales no cumplidas, y obtener, así, su respectivo rédito populista. El Congreso se apuró en interpretar a su estilo las demandas y aprovechó de concretar un soñado anhelo del comunismo y el extremismo: terminar con la actual Constitución. La Moneda, a su vez, sepultó su programa original para diseñar, de urgencia, una agenda consensuarla con su nuevo socio, el Parlamento.
Esta anunciada consulta ciudadana de La Moneda para “ahora sí” conocer las reales urgencias de la gente, no pasa de ser un ponerse a la moda –muy antigua, por lo demás- que se ha tomado el país como si recién se viniese descubriendo. Hoy a todos les resulta “correctamente político” hacer pública su preocupación por los más vulnerables, como si sólo ayer se hubiese sabido de ellos.
En la eventualidad de que dicha consulta ciudadana de La Moneda tenga otro objetivo, como conocer acaso realmente el proyecto de una nueva Constitución es una urgencia para la población, resulta de interés averiguarlo, porque cada vez hay más y contundentes evidencias de que se trata de un empeño de engatusamiento colectivo. El problema para Palacio es que si su encuesta la centra en ese solo objetivo, se echa encima a su nueva mitad, el Congreso Nacional.