EL PS SE ASOCIA A LOS DUROS

VOXPRESS.CL.- El Foro de Sao Paulo es como una especie de oráculo de la izquierda latinoamericana. Conserva el nombre de la ciudad brasileña sede de la primera versión de la cita de partidos y movimientos instruidos para concretar el ascenso al poder del socialismo en los países de la región.
Inducidos por la vieja trampa del queso que atrapa al ratón -Comer gratis le significa la muerte-, no pocos pueblos latinoamericanos cayeron en la misma tentación del roedor, eligiendo a regímenes estatistas, de los cuales, con el tiempo, les costó zafarse. Hay algunos que todavía pujan por liberarse, en tanto hay otros que parecen condenados al cautiverio, como Cuba, Nicaragua, Venezuela y, probablemente, México. Argentina, por la asombrosa carga heredada de gratuidad de los servicios básicos, parece estar al borde de caer nuevamente en sus garras.
Chile (Michelle Bachelet), Argentina (Carlos Kirchner y Cristina Fernández), Brasil (Lula da Silva y Wilma Rousseff, Paraguay (Fernando Lugo), Ecuador (Rafael Correa), Perú (Alejandro Toledo), Bolivia (Evo Morales) y Venezuela (Hugo Chávez y Nicolás Maduro) vivieron, y viven, en carne propia que, pese al paso de los años, la izquierda nada ha aprendido de la historia, y el sometimiento y el abuso continúan siendo sus puntos cardinales. Entre los fallecidos Chávez y Kirchner crearon una asociación de socorro mutuo –UNASUR- para sostener en el poder a aquellos miembros que, a causa de sus ruinosas políticas, tambaleaban.
De todos estos pueblos víctimas del socialismo, lograron salir casi todos, al tomar debida nota de que cada día iban peor. El último en dar el paso crucial fue Ecuador–hoy, en manos del ‘renovado’ Lenin Moreno- y se confía en que el próximo mes, Bolivia emerja del pantano, gracias a una eventual derrota de Evo Morales.
La última Cumbre del Foro de Sao Paulo se realizó en Caracas, con asistencia de tres parlamentarios chilenos, uno comunista, otra del Frente Amplio y el senador Alejandro Navarro. También se hicieron presentes delegados de grupos aún más radicalizados que aquéllos y anarquistas. Como es de dominio público, todos ellos firmaron la declaración oficial de dicha Cumbre, en que se solidariza con la posición boliviana de acceder al Pacífico en forma soberana.
Ese solo detalle explica la esencia del socialismo internacional: su ideología sin fronteras. La izquierda no reconoce Patrias ni nacionalidades: es una sola bandera en el planeta.
En la vigesimoquinta versión del Foro en Venezuela, se concluyó que los partidos de izquierda deben acentuar su accionar y aunar fuerzas porque dispersos se distancian de la opción de recuperar el poder.
Éste es –aunque uno de varios- el motivo del recrudecimiento de la violencia juvenil, que ha traspasado todas las barreras de lo tolerable. La confrontación política se ha erizado y es cada vez más virulento el lenguaje del extremismo opositor.
La prepotencia y soberbia de la izquierda, alentada por su mayoría parlamentaria, obligaron a Chile Vamos a pedirle al Presidente que termine con gestos y guiños hacia ella, confiando ingenuamente en su reiterativo discurso sobre “la unidad de todos los chilenos que aman a su Patria”.
Sin haber estado ‘oficialmente’ en esa Cumbre en Caracas, el Partido Socialista –que apenas llega a los 17 mil militantes- tomó la decisión de pactar acuerdos sólo con colectividades que no presten el mínimo apoyo a los proyectos del Gobierno. Incluso, su presidente Álvaro Elizalde, con gran insolencia desafió públicamente a la DC al respecto, y el rechazo a su actitud fue inmediato. Es más, la senadora Ximena Rincón declaró estar dispuesta a votar a favor de la reforma tributaria.
La inflexible postura del PS apunta, exclusivamente, a un futuro pacto sólo con los dos bloques que no han transado ni una sola coma con La Moneda: el PC y el Frente Amplio. Este paso lo dio, incluso, con el dolor de tener que callarse ante la andanada de insultos y ataques de Maduro en contra de Bachelet por un segundo informe suyo sobre los derechos humanos en Venezuela.
Para los socialistas chilenos, su primer ícono es Salvador Allende y el segundo, Michelle Bachelet. La idolatran, pese a sus vínculos directos con la corrupción, sean antiguos o muy recientes, como es la denuncia en Brasil de haber sido financiada por OAS.
Para extremar todavía más su dura estrategia, sus diputados aspiran a convulsionar el ya desbordado clima delictual, con la presentación de un proyecto para terminar con el derecho a la defensa propia: quiere prohibir la tenencia de armas legalmente inscritas por parte de la población, con la clara intención de que el hampa se empodere.
El PS, cada vez más, corre el deslinde hacia el extremo de la izquierda, buscando a los únicos aliados que, efectivamente, ofrecen opciones electorales, dada la creciente injerencia de la oleada juvenil, que, aunque amorfa y anarquista, es tremendamente destructiva en su desprecio a la democracia.