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LA TERMOCEFALIA ES INFINITA


VOXPRESS.CL.- Los ‘cerebros calientes’ se hicieron conocidos, al menos en Chile, durante los mil días de la Unidad Popular. A medida en que crecía la resistencia democrática en contra de cada paso hacia una dictadura comunista, los discursos de Salvador Allende y de los líderes de sus partidos se fueron encendiendo, no sólo en un vocabulario amenazante, sino en claras advertencias de violencia. “Armas tendrá el pueblo”, “resistir hasta morir”, “o nosotros o ellos” y “muerte a los momios”, fueron sólo algunas de las frases preferidas de quienes se encargaban de alimentar la odiosidad entre chilenos.

Termocéfalo es el incapaz de razonar, el impedido de hacer una pausa para distinguir entre lo bueno y lo malo, diferenciar entre la certeza y la incerteza, sin templanza para poder hacer análisis equitativos, criteriosos y ceñidos a la realidad

Los argumentos de un termocéfalo son restringidos, absolutamente limitados, a los cánones impuestos por la ideología que profesa. Para ellos no hay matices, sólo dos luces, y la única que ilumina es la suya.

Para el pasado 11 de septiembre se vivieron episodios que reflejan que quienes tienen sus cerebros caldeados no se conforman con ello y se encargan de contaminar a generaciones muy jovencitas que no tienen la menor idea de la historia política que hizo de ésa, una fecha tan crucial: la expulsión del comunismo, evitando una dictadura marxista. El “ni perdón ni olvido” se lo han transmitido con tal odiosidad a adolescentes que, aún siendo colegiales, actúan con la violencia propia de avezados delincuentes. El Instituto Nacional, el INBA y el Carmela Carvajal debieron suspender sus clases por la violencia impuesta y desatada por grupos de alumnos, cuyos cerebros, lamentablemente, fueron precozmente penetrados y concientizados.

Uno o varios termocéfalos lanzaron al interior de la casa de la Intendenta Metropolitana una falsa bomba, una clara amenaza porque rechazó un ‘festival cultural’ comunista en Plaza Baquedano para ‘celebrar’’ su proyecto de las 40 horas laborales a la semana. La autoridad regional lo autorizó pero en el Parque Almagro, el mismo sitio en el cual el PC proclamó a su candidato presidencial Alejandro Guiller. No obstante, el dúo de organizadoras se negó al cambio en protesta a una medida “antidemocrática”…

Otro nítido ejemplo de ello fue la reacción que produjo en Chile una expresión del Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien criticó duramente a la Alta Comisionada de la ONU, Michelle Bachelet, por acusarlo de “estar matando a defensores de los derechos humanos”.

Es indispensable precisar que tal impugnación no fue acompañada de la necesaria información para precisar quiénes son esos “defensores” de los derechos humanos asesinados. Cualquier individuo, independiente de su color y de sus sentimientos, lógicamente que se irrita cuando se le endilga irresponsablemente cargos sin el menor fundamento.

Todo el mundo libre sabe en qué manos está la ONU, quiénes la controlan, y, por tanto, no es un misterio la razón por la cual una militante socialista conocida internacionalmente ocupe una subsecretaría general en dicho organismo, y, precisamente, en una función de gran incidencia política. No hay que olvida que al asumir dicho puesto, el Gobierno austriaco presentó un reclamo formal por tratarse de “una conocida activista de la izquierda”. Quien torcidamente informó a Bachelet de las “violaciones” en Brasil es tan termocéfalo como la Alta Comisionada que, sin chequear o contrastar la información, se limitó a repetirla. Se desconoce que mendigos y delincuentes tengan la potestad de defender los derechos humanos.

En esos mismos días en que la Alta Comisionada adjudicaba gratuitamente el rótulo de ‘dictadura’ a una democracia, en Hong Kong, casi medio millón de habitantes de la isla, que volvían a manifestarse en contra de su gradual pérdida de libertades, fueron repelidos a balazos por los policías instruidos para ello desde Beijing.

Hasta 1997, Hong Kong fue una próspera isla bajo dominio inglés. Ese año, Gran Bretaña accedió a devolverla a China, pero condicionada por un tratado de retrocesión de 50 años, lapso en el cual, gradualmente, los hongkoneses tendrían que ir integrándose legal y oficialmente al régimen –hasta hoy- totalitario de la China continental, regida por el Partido Comunista más grande del mundo.

A raíz del crimen de una joven, China quiso establecer en el acto la aplicación de una leu de extradición, desconociendo la validez de los tribunales hongkoneses. Ello originó la ira de los habitantes de la isla que consideraron que ése era el primer paso para la pérdida de sus libertades, saliendo en masa a las calles en reiteradas manifestaciones que fueron, finalmente, reprimidas a balazos por la policía, sin que ninguna organización de DD.HH. saliese en su defensa. Un escenario similar a las vivencias de la oposición en Venezuela.

La retrocesión de Hong Kong bajo soberanía china en 1997 se hizo sobre la base del principio un país, dos sistemas, mediante el cual el Gobierno hongkonés mantiene un “alto nivel de autonomía en todas las áreas”, excepto Defensa y Relaciones Exteriores. En este marco, la isla se aseguró hasta 2047 la pervivencia de un sistema que, sin ser plenamente democrático, garantiza un respeto de las libertades civiles y los derechos políticos, sustancialmente mayor que en el resto de la República Popular China.

A propósito de un crimen, Beijing pretendió limitar el “alto nivel de autonomía” del que goza, por ley, la ex colonia británica. Fue este derecho a defender su autonomía lo que los hongkongneses salieron a defender a las calles y fueron reprimidos a balazos. Esa conducta, retrato de una dictadura, fue replicada por el embajador chino en Santiago, quien protestó ante la Cancillería que Jaime Bellolio, un diputado oficialista de un país socio comercial, cometió la imprudencia de entrevistarse en Hong Kong con el líder de las manifestaciones pro democracia. No presentó reclamo alguno por el viaje, y el mismo encuentro, del parlamentario Vlado Mirosevic, del extremista Frente Amplio.

Hasta la fecha, se desconoce acaso la Alta Comisionada o alguno de sus dependientes del Consejo Mundial de DD.HH. se hayan pronunciado sobre la represión y apresamiento de manifestantes pro democracia, con la celeridad con que lo hizo Bachelet para atacar a Brasil.

Una de las razones para esta arbitrariedad es muy esclarecedora: apenas asumida en su cargo planetario, Bachelet quiso inspeccionar un Centro de Retención de inmigrantes musulmanes en China y recibió un portazo desde Beijing, una de las voces cantantes en el Consejo de Seguridad de la ONU. El por qué, sin argumentos ni especificaciones, atacó a “la dictadura” de Brasil, habiendo su Presidente sido electo con 60 millones de votos, se debe a su condición de termocéfala: dicho país está dirigido por un Mandatario de derecha.

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