EL MANCHÓN A UN APELLIDO ILUSTRE

VOXPRESS.CL.- Esto pudo pasar al interior de cualquiera familia y nadie se hubiera enterado. Aunque no de mucha frecuencia, en algunos grupos parentales, incluso de alcurnia de nuestra sociedad, suelen surgir conflictos internos por malos o erróneos manejos de sumas de dinero considerable, y todo se arregla en el círculo familiar, y si el problema llega hasta un tribunal, tampoco alcanza trascendencia pública por no tratarse de personas con cierta celebridad.
Es exactamente lo contrario de lo acontecido entre los hermanos Francisco (72) y Eduardo (78) Frei Ruiz-Tagle, a raíz de una defraudación del primero en contra del ex Presidente de la República.
Cuando el propio Francisco hizo pública una declaración, inculpándose del delito y solicitando perdón por su conducta, nadie quedó indiferente, fuese de la ideología que fuese.
La familia Frei es el estereotipo de antiguos grupos, hoy en extinción, que se desarrollan a la sombra de un árbol insigne. Eduardo Frei Montalva fue figura señera en una etapa tremendamente sensible de la historia nacional, primero, porque su irrupción terminó con el modelo clásico de una entonces derecha oligárquica y conservadora, y, segundo, porque, no quedándole duda a nadie de que se trataba de un genuino demócrata, tuvo el valor de denunciar ante el mundo las aberraciones del Gobierno de Salvador Allende y el inequívoco camino hacia una dictadura socialista al que aquél llevaba a Chile.
Son escasos los ex Presidentes de Chile cuya imagen personal, su impronta, su intelecto y clarividencia les ganaron a su gestión política, ya sea como Jefe de Estado o como senador de la República. Su inspiración, la democracia cristiana, alcanzó a demostrar su poderío al que él la condujo, pero el proyecto de 18 años en el poder no prosperó, pese a lo cual su figura se ha mantenido incólume.
Espejo fiel de la clase media, formó una familia numerosa que se encargó de perpetuar en el tiempo el apellido. Dos de sus hijos, Carmen y Eduardo continuaron la senda política que él trazó, llegando a ser senadores y su homónimo, al igual que él, Presidente de la República.
Todos ellos de bajo perfil –unos más que otros- y en sus propios mundos, parecían prioritariamente preocupados de mantener siempre en alto el nombre y el recuerdo de su padre. Inagotable fue la campaña personal de Carmen por demostrar que su fallecimiento fue provocado, y su hijo, en la oportunidad en que puede, critica a los ex jóvenes camaradas “que lo abandonaron”, lo que derrumbó estrepitosamente el sueño paterno para la DC.
Nada, ni un trascendido ni menos una infidencia, hacían presagiar el terremoto que terminó estremeciendo a la familia Frei Ruiz-Tagle, manchando, de paso, un apellido simbólico: Francisco, el menor de los tres varones, reveló haber defraudado a la Sociedad de Inversiones de su hermano Eduardo por un total de $500 millones, de cuyos fondos él era su administrador. En su auto denuncia reveló que lo hizo acosado por las deudas impagables de su propia empresa de bodegajes, Almadena.
Francisco, egresado del colegio Luis Campino, es ingeniero comercial por la Universidad de Chile y fue director de empresas, entre ellas, TVN, Radio Cooperativa y Radio Universo. Entre 1978 y 1988 trabajó en el Grupo Luksic y también lo hizo en el Banco Central y en la Escuela de Administración de la Universidad de Chile. Fue Secretario Nacional del PDC desde 1994 a 1997.
Tras sufrir un accidente casero fue intervenido por un coágulo cerebral, luego de lo cual estuvo algún tiempo en terapia neurológica, pero se descarta que ello haya originado su acción.
Dentro de las informaciones al alcance, hay ciertos antecedentes que hacen difícil entender lo obrado por Francisco en cuanto a estafar a su propio hermano, y en montos imposibles de arreglar ‘a la buena’ y dentro de la privacidad familiar. Si la suma defraudada a la Sociedad Saturno –bautizada así por Eduardo por ser la calle de su vivienda de veraneo en Rocas de Santo Domingo- hubiese sido sólo de $500 millones, resultaba absolutamente ‘manejable’. Sin embargo, a esta fecha, las demandas en su contra superan los 2 mil millones.
A raíz del esclarecimiento de la muerte de Frei Montalva, se especuló que existían “diferencias” y distanciamientos entre algunos de los hermanos. Pero nadie sospechaba lo que estaba por venir y la forma en que Eduardo se enteró del desfalco de sus fondos: el apremio del pago de créditos bancarios que él jamás solicitó, y que, para mayor gravedad, eran de su total desconocimiento.
Sacó de su cargo de confianza’ a su hermano, poniendo allí a su hija Magdalena, mientras por el carril judicial ya corrían las demandas en contra de ambos. Eso explica que el mismo día de la autoinculpación de Francisco, ya la PDI tenía la orden del Ministerio Público de allanar e incautar los computadores de las oficinas de Almadena, en calle Moneda.
Fue Eduardo, en la víspera de uno de sus tantos viajes a China, el que obligó a su hermano a hacer pública su declaración de estafa, ello con la finalidad, muy explicable por cierto, de eludir cualquier juicio público que dañase su imagen, más todavía tratándose de un embajador permanente.
Nadie de la familia hubiese querido jamás, tal como ocurrió, echarle un manchón tan feo al apellido paterno, todo un símbolo para su partido y un personaje de ribetes internacionales. Porque ninguno imaginó que “Panchito” -como lo llamaba su extinta madre Maruja Ruiz-Tagle-, formado en el molde austero y honesto de su padre, sepultaría las confianzas de sus hermanos con un proceder que, de buenas a primeras, no tiene explicación.