EL RETORNO DE LA DEMAGOGIA

VOXPRESS.CL.- Chile es un país tan peculiar y, a veces, hasta inentendible, que es capaz de poner en el primer plano de la agenda, y en el momento menos oportuno, dos proyectos de rebaja del horario laboral.
No era, ni es, éste el momento apropiado para instalar un debate nacional que permita a los trabajadores…laborar menos horas pero sin disminuir sus salarios. El país se halla en una travesía por el desierto, a raíz de sus severas dificultades económicas, al punto que el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, cuidadoso y austero en el gasto fiscal, anunció una pronta “flexibilidad” en el uso de los recursos públicos para reactivar la economía y hacer frente al crítico momento.
Hace semanas, el Gobierno envió al Senado una reforma laboral centrada en la adaptabilidad de horarios, fruto de acuerdos entre patrones y empleados. De atrás le salió a competir el PC, a través de su diputada Camila Vallejo, con una iniciativa de rebajar de 45 a 40 las horas laborales a la semana. El Ejecutivo respondió que también agregaría al suyo una disminución de 45 a 41…pero, siempre, con flexibilidad, y sin la rigidez de la iniciativa comunista.
Este verdadero póker de propuestas que rebajan las horas de trabajo, obedecen ambos, a expectativas electoralistas más que a urgencias y requerimientos del mercado.
Desde siempre ha estado en juego la pugna entre horario laboral y productividad. En Chile, el sistema que ha regido es el de “horas silla”, esto es, las jefaturas suponen que quien permanece más tiempo en su puesto rinde más y mejor. Ello no ha sido ni es así, porque los resultados se miden por los niveles de productividad, y éstos, medidos por una organización internacional, son paupérrimos.
De acuerdo a una reciente investigación, el 2018 la productividad tuvo una pequeña alza, pero ello es consecuencia del mejor rendimiento que hace posible la automatización.
Éste, el rápido avance de la tecnología, debiera ser el real centro de un debate permanente, porque la ONU notificó que el 2040, 24 de las especialidades vigentes en la actualidad no existirán.
El proyecto comunista, que ante las críticas por lo elemental de su contenido y por la falta de análisis técnicos sobre impactos, debió ser rápidamente complementado con textos que le fueron adicionados la semana pasada.
La iniciativa comunista, en su origen, sólo consideró la rebaja horaria, la mantención de los salarios y, con ello, la certeza de crear…¡300 mil nuevos empleos! Ello es una utopía, y lo reforzó el presidente de la CPC, quien aclaró que si llega a aprobarse la iniciativa, ¡se perderán de inmediato 170 mil puestos actuales de trabajo!
El país vive un gris panorama laboral, dado los implacables efectos e incertidumbre de la guerra de los titanes de la economía y el incremento del número de quienes buscan empleo, abultado el espectro nacional por el gran número de inmigrantes llegados en los últimos meses: sólo los venezolanos ya llegan casi a medio millón de personas.
Los salarios en Chile son bajos y, en algunos sectores, tremendamente insuficientes, y ello obedece a las características de un país demasiado dependiente de los vaivenes económicos internacionales y todavía peleando por salir del subdesarrollo. Recién receptor de la tecnología, está empezando a poner el foco en la productividad y en metas de ésta, subordinando una mano de obra que siempre se ha cuestionado por floja y sacadora de vuelta.
En el mundo del trabajo existen temas muy sensibles que tienen que abordarse desde ya por la automatización que se avecina a pasos agigantados. No tiene sentido enfrascarse en un debate sobre menos horas e igual salario, cuando es inminente la extinción de muchos trabajos, incluso varios que se enseñan en las universidades.
Lo que está pasando es populismo puro, ateniéndose a la definición de la RAE, que lo considera una “tendencia política que pretende atraer a las clases populares”. Más extremista es la percepción de las ciencias sociales, que lo catalogan como “una ideología que se basa en la diferencia y la contraposición entre el pueblo y la élite”. No obstante, el populismo no es propiedad de izquierdas ni de derechas, ya que varios estudiosos del tema aseguran que es el “predominio de los planteamientos emocionales por sobre los racionales”, al punto que un famoso sociólogo liberal demócrata alemán, Raif Dahrendort, lo define derechamente como “demagogia”.
Es en esta vieja práctica política en la que están incurriendo la oposición, de la mano del comunismo, y parte de Chile Vamos, que ven en este facilismo --rebajar de buenas a primeras las horas de trabajo,-- un atajo para atraer votos a sus molinos.