GOLPE BAJO AL PROSUR

VOXPRESS.CL.- A estas alturas, mucho se ha escrito y muchísimo se ha analizado respecto a la derrota del macrismo frente al kirchnerismo en Argentina, poniéndole un manto fúnebre a las elecciones presidenciales de octubre y, de haber segunda vuelta, de noviembre.
Mauricio Macri, en su momento, se presentó ante el país como la escoba que barrería con las décadas de corrupción; escándalos financieros; robos a manos llena, primero de Carlos Kirchner y, luego de su viuda, Cristina Fernández, más conocida por la ciudadanía como la zorra, por su notable capacidad depredadora.
La población argentina, en la cual existe mucha miseria, infinitamente superior a la de otros países latinoamericanos, creyó que Macri la sacaría de la postración y confiaba en que mantendría los beneficios de subsidiar los servicios básicos, al más puro estilo socialista del Estado benefactor.
Por la abominable conducción del kirchnerismo, Argentina perdió credibilidad mundial, al endeudarse con los créditos más caros de su historia y después negarse a pagarlos, denunciando de “buitres” a sus acreedores.
La debacle interna y el desprestigio internacional, expulsaron del poder a Cristina Fernández de Kirchner, acusada de asesinato, corrupción, apropiación ilícita, enriquecimiento, fraude al Fisco y lavado de dinero. Ni el más rutilante de los gangsters de los 50 hubiera podido lucir un palmarés tan asombroso como lo hizo la viuda de Kirchner al dejar la Presidencia.
Acosada a diario por la Justicia, rápido se protegió en el fuero al presentare y ser electa senadora.
Ningún experto se ha podido hacer a la idea, hasta ahora, de que ella –ahora como vicepresidenta- volverá a la Casa Rosada, y, seguro, con el modelo de la gratuidad para los más pobres: con ella, millones de argentinos estuvieron exentos de pagar agua, luz y gas, y fueron liberados de cancelar impuestos. Así, cualquier país quiebra, y Argentina quebró.
Mauricio Macri, el personaje ideal para la recuperación del país, quiso poner orden y quitarle a sus finanzas el rótulo de una de las peores del mundo: terminó con la gratuidad de los servicios básicos y no subsidió más el transporte y puso fin a las transmisiones obligatorias del fútbol por la TV.
Macri, y esto no es novedad, siempre observó con mucha atención el gran cambio de la economía estatista y desastrosa de la Unidad Popular al moderno, pujante y crecedor sistema neoliberal impulso por los avezados economistas convocados por el régimen militar. Pero entre una y otra experiencia, existe una diferencia que, quizás, nunca se haya querido expresar con todas sus letras: imponer el capitalismo después del socialismo sólo es posible con el respaldo del autoritarismo. Fue posible en Chile gracias al gobierno militar; en China, merced a su peculiar y perenne dictadura con un partido único, y lo logro Vladimir Putin en Rusia, tras su avanzado aprendiza en la KGB, en tiempos de la Unión Soviética.
Macri lo intentó en una democracia tremendamente abierta y con una población muy heterogénea e históricamente renuente a las restricciones y, menos, a los sacrificios y a los aprietes de cinturones.
El negro panorama que parece esperar a Argentina impactó de lleno en el naciente bloque PROSUR, creado precisamente por Sebastián Piñera y Mauricio Macri para solventar la permanencia en la región de la izquierda de Gobiernos de centroderecha o, definitivamente, de derecha. Aunque ‘oficialmente’ negada su concepción de ente político para “silenciar sospechas” de la izquierda, el pacto firmado en Santiago tiene, como primer objetivo, alentar la continuación de Macri en Argentina y bregar porque salga del poder Evo Morales, en las elecciones presidenciales de los próximos meses, quedando apenas un lunar socialista en la región, Venezuela, que en esos momentos se daba por seguro que iba a caer en cuestión de días.
PROSUR es la antítesis del izquierdista Foro de Sao Paulo, que en su última reunión en Caracas dejó una serie de polémicas que involucraron a Chile, porque en su declaración final, los firmantes, entre ellos tres parlamentarios nacionales, dan su apoyo para que a costa de Chile, Bolivia tenga mar soberano.
Con el kirchnerismo de vuelta al poder en Argentina, es contraproducente la permanencia de dicho país en PROSUR y se abocaría a resucitar, junto a Nicolás Maduro, el UNASUR, idea de Hugo Chávez y cuyo primer presidente fue Carlos Kirchner, una especia de caja pagadora para sacar de líos a los presidentes socialistas de la región. Hoy, dicha organización, casi sin miembros ni financiamiento, está inoperable.
Frente al mundo, un PROSUR sin Argentina, claramente se resentirá, y en el evento de que el kirchnerismo quiera mantenerse en su seno, se desvirtuaría el valor ideológico y moral de su creación. Sería de las peores imágenes universales aparecer junto a una mujer símbolo de la deshonestidad.
De acuerdo a la concreta y directa descripción que, en su oportunidad, el Presidente Piñera estableció como condición para pertenecer a PROSUR, el país solicitante “sólo debe respetar la democracia y los derechos humanos”. Desde esta perspectiva, Argentina carece de obstáculos para integrarlo, pero ello originaría una situación tan incómoda como insostenible para todos e impredecible para el futuro del bloque.
Y todo esto, ind3pendiente del shock que ya está provocando la amenaza del retorno del socialismo en el mercado argentino: todas las acciones bursátiles se fueron al suelo, entre ellas las de las empresas chilenas que confiaron que el kirchnerismo era una cosa del pasado.