CONCESIONARIAS SE SIENTAN EN LOS “SUDACAS”

VOXPRESS.CL.- Durante la campaña de Jorge Alessandri Rodríguez para enfrentar a Salvador Allende en la presidencial de 1970, su eslogan fue “¿Le entregaría una locomotora a un niño?”, en clara alusión al peligro que para el país significaba que un marxista llegase a La Moneda. Desde esa fecha en adelante, la frase circuló como muletilla cada vez que se quería ejemplificar algún tipo de riesgo en una misión o en una responsabilidad gravitante.
Traemos a colación aquel episodio para graficar la justificación que dio la empresa de agua potable Essal para explicar uno de los peores desaguisados de un servicio público en los últimos tiempos. El largo corte de suministro de agua potable a la población de Osorno, la empresa Essal lo atribuyó a un “error humano”, involuntario, desde luego, porque un inexperto operario confundió llaves y permitió el flujo de petróleo hacia los estanques.
Así partió una sinfonía de estúpidas excusas para intentar aminorar el tremendo daño que se le hizo a los habitantes de Osorno y a la comunidad en general, porque la suspensión del suministro, por su extensa duración, originó, además, pérdidas millonarias al mundo del trabajo en general, al comercio, al turismo y significó el cierre de centros de atenciones de salud.
A raíz del cúmulo de falsos anuncios de normalización del servicio, los ejecutivos de la empresa expusieron al ridículo al Presidente de la República, quien se confió y replicó promesas que nunca se cumplieron.
De comprobar la Fiscalía que ello es efectivo, la primera gran falla de Essal fue endosar misiones de cuidado a un trabajador inexperto, el cual “no había sido capacitado” para distinguir entre una llave y otra… El segundo pecado es que, dedicándose al servicio de un elemento clave para la existencia humana, no haya mantenido en su planta generadora estanques con reserva, y, peor aún, carecía -a la mano- de filtros para sustituir en el acto los dañados por la contaminación.
Essal es una empresa de capitales españoles y franceses, y cuesta creer –más bien es increíble- que sus matrices en Europa funcionen con las carencias y precariedades como lo hace en Chile. Allá tampoco, ningún funcionario se atrevería a verter las aguas contaminadas con petróleo al río que cruza la ciudad, causando un daño ambiental severo.
Esto pasa porque desde que ganaron las licitaciones, los empresarios europeos dueños del capital no han disimulado su convicción de prestar servicios a “sudacas”. Para ellos, apenas somos unos ciudadanos de segundo orden que les permiten llenarse los bolsillos y remesar a sus matrices en Europa millones de dólares.
Essal es sólo el ejemplo de turno, porque los italianos no han tenido, ni tienen, empacho en dejar sin energía eléctrica por varios días a amplios sectores de la población nacional, y a los concesionarios de las autopistas nada les importan los atascos vehiculares, sino que los conductores paguen su peaje.
Hasta antes de su vergonzosa emergencia, Essal tenía acumulados 3.600 millones de pesos en multas por reiteradas infracciones, y sólo recientemente las autopistas se allanaron a instalar tag, pero a cambio de que automáticamente se les extendieran por nueve meses sus contratos. Se negaban a renunciar a las casetas de cobro manual, porque éstas les significan ingresos frescos en billetes. Simple: no vacilaron en chantajear para dar lugar a los pórticos.
Es de imaginarse cuál debe ser su postura frente a la posibilidad -nada más que eso, una posibilidad- de ampliar las pistas para agilizar los trayectos y descongestionar las rutas. Lo que en Chile se conocen como autopistas, en Europa son apenas carreteras, ya que las verdaderas tienen cuatro vías en cada sentido y para velocidades diferentes.
Como si este trato claramente despreciativo hacia los “sudacas” del fin del mundo no les resulta suficiente, las concesionarias en manos extranjeras se blindan, incorporando a sus directorios a conocidos personajes de la política local. Con su presencia se aseguran el lobby necesario para ponerse a salvo ante cualquiera emergencia, amenaza o riesgo. Incluso, compran protección corporativa con su incidencia financiera en campañas electorales, ayudando al financiamiento de proyectos personales o de partidos.
Aún está fresco el recuerdo de la gran inversión que hizo el PS en algunas sanitarias concesionadas con los dineros que recibió por indemnización de sus bienes incautados por el régimen militar.
Es sintomático, y más que sospechoso, que en el abusivo corte de agua potable en Osorno, sólo haya resonado la protesta de la ciudadanía. El mundo político se mantuvo a distancia, precisamente porque estas empresas extranjeras juegan un rol importante en el financiamiento de campañas, y en el caso particular de la siempre vociferante izquierda, esta vez no sacó provecho de tamaño abuso, porque el agua potable fue privatizada en los Gobiernos de la (ex) Concertación y porque el presidente del directorio de Essal fue subsecretario del Interior y de Obras Públicas precisamente en esos tiempos y, más tarde, pilar de la segunda campaña presidencial de Frei Ruiz-Tagle.
Por mucho que los perros ladren por éste, y lo hayan hecho por anteriores episodios repudiables y abusivos, los “sudacas” del fin del mundo debemos estar permanentemente preparados para seguir siendo cándidas víctimas de depredadores que, al estilo de los conquistadores, no tienen más intenciones que arrasar con los billetes de quienes se creen el cuento de que su presencia en Chile es sinónimo de progreso.