EL HUMANITARISMO MAL INTENCIONADO

VOXPRESS.CL.- La Organización de las Naciones Unidas (ONU), una hábil maestra en "sacar las castañas con las manos del gato", dispone de un millonario fondo permanente para ir en ayuda de los perseguidos políticos. Pero no lo gira, porque el ciento por ciento de desplazados lo hace por no continuar bajo el yugo de un régimen socialista. No hay flujos de emigrantes hacia China, Corea del Norte, Vietnam, Cuba y Nicaragua -por citar sólo algunos ejemplos-, sino los destinos son, por lógica, naciones donde imperan la democracia y las libertades individuales.
La ONU, en la medida en que se ha ido polarizando hacia la izquierda en forma notoria, se enfrenta a una disyuntiva que desnudaría por completo su ideologización: no puede socorrer a quienes escapan de las tenebrosas garras del socialismo. Su alternativa, entonces, llega a ser siniestra, porque les endilga un tremendo problema a los países libres que deben financiar la avalancha de extranjeros adversos a la izquierda. Los obliga a recibir cuotas de mutantes, a darles hospitalidad completa, respetarles sus derechos, con un altísimo costo de todo tipo, que debe absorber el país de destino.
La gran popularidad del Primer Ministro Italiano, Giuseppe Conte, se debe precisamente a su inflexible postura frente a las obligaciones impuestas por la ONU, defendiendo sus costas mediterránea y adriática del flujo ilegal de africanos El privilegiar los derechos de sus connacionales por sobre el de los inmigrantes, permitió que su partido creciese como la espuma y no le tembló la mano para detener a una capitán sueca que quiso desembarcar ilegalmente a una cincuentena de ilegales en sus puertos.
Camuflados bajo chapas de variopintos movimientos pro emigrantes y con el entusiasta apoyo de políticos y Fundaciones progresistas, el Gobierno y su Cancillería han sido acosados antojadizamente por mantener incólume su política de inmigración regulada.
En el caso específico de un grupo de venezolanos que intentó entrar sin documentación por el paso Chacalluta, mal intencionadamente la izquierda generó un escenario falso para que la ciudadanía creyese en una supuesta crueldad humanitaria del Gobierno.
Todo ese grupo de inmigrantes indocumentados ha estado, y se encuentra aún, en suelo peruano y son las autoridades de ese país las responsables de otorgarles la satisfacción de sus necesidades básicas. El que duerman en carpas, se alimenten en ollas comunes y que una joven haya debido abortar, son hechos ocurridos fuera de la frontera de Chile y, por consiguiente, la "falta de humanitarismo" hay que cobrársela a las autoridades peruanas.
El Gobierno de Chile se ha ceñido a la norma vigente: permitir el acceso al territorio a quien tiene sus documentos en regla, y para ello, el consulado en Tacna informa diariamente de las visas que va entregando, y de qué tipo. Los solicitantes rechazados son por falta o antigüedad de su pasaporte o, peor aún, por certificados de títulos y antecedentes falsos.
Luego de la traumática y delictual experiencia con el tráfico de haitianos durante el gobierno socialista de Bachelet, la actual administración fue enfática, y de cara a todo el país: "vamos a ordenar la casas y quien quiera venir, que lo haga, pero con todos su documentación en la mano". Al procedimiento de regular las oleadas migratorias se le llamó "regulación", con amplios plazos para que los extranjeros normalizasen su residencia y con la investigación adecuada para expulsar al gran número de delincuentes infiltrados entre quienes huyen de una dictadura.
Se mire al país que se quiera y que ha tenido el humanitarismo de recibir a grandes flujos de desplazados, cualquier individuo con buen criterio podrá sacar la más obvia de las conclusiones: nunca, en ninguna parte, a los inmigrantes se les sobrepone a los nacionales.
Todos los Gobiernos democráticos elegidos como destino por los desplazados, cuales más, cuales menos, tienen sus propios problemas de pobreza, de vivienda, de salud y de falta de empleo, y una inmigración sin control agravaría aún más una realidad de por sí preocupante. No puede, bajo ningún pretexto superficialmente sensiblero, alentarse irresponsablemente una política de puertas abiertas de par en par para satisfacer claros intereses políticos.
Es de conocimiento general, porque así lo han hecho saber ellos cuando públicamente se les consulta, que el 80% de los venezolanos cobijados momentáneamente en Chile, sólo aguardan la caída de la dictadura de Nicolás Maduro para retornar de inmediato a su país.
Si la ONU interviniese en el conflicto venezolano, como política y moralmente le corresponde hacerlo frente a un narcoEstado fallido y criminal, la situación, al menos de los inmigrantes venezolanos acogidos por Perú y que acampan en las calles de Tacna, sería muy distinta.
Hay que se un poco más inteligentes y dejar de cargarle a Chile a inmigrantes que fueron acogidos y son responsabilidad de otro país.