KAST, EL NUEVO PROTAGONISTA

VOXPRESS.CL.- La irrupción en el escenario político del partido Republicano de José Antonio Kast (JAK), produjo más que el revuelo propio de la circunstancia, todo un aprovechamiento político, en el cual hasta la izquierda sacará su tajada.
El abogado de Paine es un político conservador, ex diputado, que renunció a su militancia en la UDI por considerar que ésta "perdió la brújula". Hermano de Miguel, ministro estrella de Pinochet que murió prematuramente, participó en la primera vuelta presidencial del 2017 como independiente y obtuvo un 10% de los votos. Representa al tradicionalismo de la derecha y es ésta la que debe alertarse por su presencia, y no la izquierda., a la cual JAK no le va a restar ningún voto.
Pero ésta, con el incondicional apoyo del periodismo comprometido, sacó punta al lápiz a costa de JAK, presentándolo ante la opinión pública como "un real peligro para la democracia". Le cargan ser un émulo de Jair Bolsonaro -aunque, con suerte, hizo el servicio militar-, de evocar la era pinochetista y capaz de instalar en el país una nueva dictadura, aunque nadie, ni él, ni la izquierda y menos las Fuerzas Armadas, saben cómo hacerlo y para qué hacerlo.
Resulta curioso que su aparición desplegada a lo ancho con un nuevo referente, haya llamado a zafarrancho en la izquierda. Es curioso, pero explicable: en el mundo occidental, especialmente en Europa, se está dando fuertemente el surgimiento de expresiones de una derecha dura, desafiante y alternativa a la tibia que hasta ahora se conoce.
Este despertar de colectivos que pregonan respeto, autoridad y privilegiar los intereses del país por sobre los de la internacional socialista, es precisamente en reacción al "todo vale" en la sociedad moderna y actual, impulsado y defendido hasta extremos de extravío por la izquierda.
El mismo sello es el del partido Republica. Su programa fundacional es simple, directo y fácil de comprender: extinción instantánea del terrorismo, imperio absoluto de una justicia no politizada, neutralidad ideológica en los cargos públicos y apego total a las propiedades naturales del respectivo género sexual. No es el retorno a una derecha de siglos atrás que no tiene ni vestigios, sino un contrataque al loco extravío de una sociedad decadente, descompuesta y maloliente.
La izquierda desde el 2017 que tiene previstas las fases de ataque y desprestigio en contra de JAK, sólo que la aparición de su partido es mucho más peligrosa que su aventura solitaria anterior. El punto de inflexión radica en que el libertinaje desenfrenado impulsado por el progresismo puede ser directamente afectado en el evento de que JAK se empodere y consiga el arrastre popular de quienes, de cualquier nivel social, quieren mano firme y menos guiños en la conducción de un país que humanamente huele cada vez peor.
Así como para la izquierda JAK es una amenaza adicional para su tramado ideológico, el nuevo partido también es un problema -pero más piedra en el zapato que todo- para la derecha.
Apenas JAK anunció el lanzamiento de su partido para, de entrada, competir en las municipales del próximo año, desde Chile Vamos y EVOPOLI -dominio de su sobrino Felipe- se le sugirió que se uniera al bloque oficialista y que compita en las primarias internas presidenciales del sector.
El oficialismo actual, con La Moneda y, a veces, con Chile Vamos, se han montado en varias de las desenfrenadas olas de movimientos sociales circunstanciales para "estar a tono" con el ruido que hacen, y llega a parecerse a la Concertación de Frei y de Lagos más que a un Gobierno genuinamente de derecha.
En dicho escenario, el partido de JAK no encaja por ninguna parte, ni en lo práctico ni en lo teórico, con el actual Chile Vamos ni con ciertas políticas del Gobierno. Citamos apenas algunas diferencias irreconciliables: no está con la identidad de género, con la adopción monoparental, con el aborto bajo ninguna causal, con la eutanasia y con la no aplicación de estado de excepción en La Araucanía.
Si a estas asimetrías se le suma que el propio Presidente Piñera no lo quiere como aliado ("no es lo que Chile necesita"), todo apunta a que, a partir de su aparición, el Republicano será una alternativa a Chile Vamos, originando un desbarajuste similar al que le causó el surgimiento del Frente Amplio a la Nueva Mayoría, pero con una diferencia: JAK le puede restar gente al trío RN, UDI y EV.
De acuerdo a sus propias expresiones, no parece estar en sus planes ampliar el círculo de Chile Vamos, al igual que VOX en España que no se alió con el PP para las últimas elecciones generales.
El partido Republicano, por todos estos antecedentes, no nació para reforzar a Chile Vamos, sino, por el contrario, para amagarlo y quizás debilitarlo, por lo que la derecha se ha ganado un problema más que una solución en su propósito de mantenerse en el poder.
En cuanto al llamado de que, desde ya, asegure su participación en la primaria presidencial de 2021, JAK tiene muy claro que ése es un anzuelo que no debe picar- Él es precandidato desde octubre de 2017 y no ha variado en su postura de presentarse a la primera vuelta. Dicho escenario no sólo complica a Chile Vamos, sino también a la derecha en su conjunto, que cojea visiblemente por la ausencia de un caudillo de consenso.
Es claro deducir que la irrupción de JAK -al margen de ser carne fresca para la izquierda- no constituye una solución para el dilema electoral del oficialismo, sino un problema, y grande.