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EL PS, MÁS DESUNIDO QUE NUNCA


VOXPRESS.CL.- EL PS chileno adquirió las mañas de sus hermanos mayores, los regímenes autoritarios de Nicaragua, Venezuela y Bolivia, que en sus elecciones presidenciales tardaron mucho más de la cuenta en difundir los resultados. El reciente acto para elegir al nuevo Comité Central y, naturalmente, a la máxima autoridad, estuvo marcado por el suspenso, las suspicacias, las sospechas y los cuestionamientos sobre el conteo de votos a cargo de su Tribunal Supremo (TS).

La lista oficialista del senador y presidente Álvaro Elizalde se llamó Unidad Socialista y, al cabo de una irregular y parcial entrega de resultados, terminó originando una gran división en la colectividad. Mayor a la existente en la víspera de los comicios.

Cuando él (Elizalde) fue electo, puesto a dedo en el cargo por su antecesora Isabel Allende, los cómputos definitivos y oficiales estuvieron listos a las 21 horas del mismo día de la elección. Esta vez pasaron más de 36 horas para que el TS pudiese ratificar sólo algunas actas y pronunciarse apenas sobre un 40% de los 17 mil votos, o sea, la nada misma. En dicho lapso, nunca se permitió el conocimiento del escrutinio a la lista opositora, encabezada por la diputada Maya Fernández.

Ante el vendaval de sospechas y de críticas a la directiva y al TS, el SERVEL tuvo que emitir una "recomendación" de que los partidos se doten de, al menos, un reglamento para sus votaciones: Elizalde, todo un pequeño dictadorcillo, como candidato no abandonó su condición de presidente, de tal modo que siguió ejerciendo el poder al interior de la colectividad.

La misma noche de las elección, Elizalde se declaró públicamente el vencedor "por un amplio margen". ¿Cómo lo sabía a esas alturas, siendo que por su propia confesión posterior, la votación se extendió hasta la madrugada del día siguiente? Dos días después de su auto proclamación, explicó que "la gente votó hasta la 2 de la madrugada del lunes"…

En un hecho inédito en la elecciones del PS, el TS recién entregó un primer resultado la noche del lunes, pero sólo correspondiente al 40% de los votos, y todos de militantes del Comité Central metropolitano.

A esa hora, Elizalde sabía que había sido superado por Maya Fernández, ante lo cual puso énfasis en que "lo importante es el voto por una lista y no por una persona". Siempre, en las elecciones del PS se ha respetado rigurosamente la más alta preferencia individual para la presidencia.

A las 48 horas de la elección, el TS difundió el 60% de los sufragios y confirmó a la diputada como primera mayoría para la presidencia. No obstante, a esas alturas, el apoderado del grupo opositor, Marcelo Díaz, reiteraba no tener acceso al escrutinio y, menos, a las actas, como siempre había sido tradicional.

¿Por qué procedió tan arbitrariamente el TS?: lo preside Pablo Velozo, quien fuera jefe de gabinete de Elizalde durante el lapso en que éste fue ministro de la SEGPRES en el segundo mandato de Bachelet. Se trata del mismo que acogió a trámite la denuncia por tráfico de influencias en la Corte de Apelaciones de Rancagua contra el senador Juan Pablo Letelier, pero nunca se pronunció sobre el caso. El acusado es del Tercerismo, al igual que Elizalde, y trabajó arduamente en la regional O'Higgins por su candidatura.

Acosado por las acusaciones de "ocultamiento", Velozo decidió que se hicieran los escrutinios de nuevo y que los dos apoderados tuviesen acceso a las actas. Luego de ello anunció su renuncia al TS "porque he sido atacado por amigos de toda una vida".

Para atenuar las sospechas en su contra, Elizalde derivó toda responsabilidad en la empresa computacional Domuor, contratada por él por $20 millones para sintetizar la elección. Ejecutivos de ella manifestaron que la tardanza no era su culpa, sino de "la lenta recepción de las actas para poder procesarlas"…

En medio de todas las suspicacias que cundían con el paso de las horas, el presidente Elizalde llegó a atribuir tan inédita demora a que "los militantes se deben haber enredado al votar, porque ahora simultáneamente tuvieron que hacerlo por un hombre y por una mujer", un argumento tan impropio, al punto que sus cercanos le solicitaron que no lo repitiera.

Los cuatro sectores disidentes que se agruparon tras Maya Fernández para sacar del cargo a Elizalde, persisten en "lo extraño" que resulta que el 15% del padrón electoral del partido se concentre en la comuna del "patrón de San Ramón, su alcalde Miguel Ángel Aguilera, también "tercerista" y mano derecha de José Miguel Insulza -convertido hoy en el principal defensor de Elizalde-, investigado por irregularidades administrativas y financieras por la Contraloría General de la República y querellado por el Consejo de Defensa del Estado. Tres de sus asesores directos al interior del municipio, y también militantes, están en prisión por su vínculo con el narcotráfico.

Todos los jefes de departamentos de dicha municipalidad eran del PS, y algunos de ellos, como Jorge "Chino" Pinto, lo eran también de conocidos carteles de la comuna.

Desde que se descubriera este vínculo entre la política y la droga, parlamentarios y dirigentes opositores a Elizalde solicitaron que se limpiase el padrón electoral, lo que no se hizo.

Argumentan los disidentes -Marcelo Díaz, Manuel Monsalve, José Luis Castro, Mahmud Aleuy, Fernando Atria, entre otros- que el hecho de que los militantes votaran por personas y no por una lista cerrada, implica que quienes triunfaron son aquéllos que obtuvieron más votos, ya sea para el Comité Central como para la presidencia. Para este último cargo, ganó claramente Maya Fernández, pero nunca se entusiasmó con su victoria: "hay que terminar con esto y dedicarse a ser oposición conjunta con los otros partidos progresistas" Incluso, tomó distancia de quienes la apoyaron, consecuencia de un llamado de su tía Isabel Allende, elegida consejera en la lista de Elizalde.

Tenga o no agallas para ser líder de una colectividad, lo cierto es que la vencedora Maya Fernández Allende quizás no sea la presidenta y el cargo lo siga ocupando el personalista y autoritario Álvaro Elizalde, a quien le da absolutamente lo mismo haber sido segundo. Nunca ha conocido la palabra vergüenza.

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