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EL MAL APROVECHAMIENTO DE UNA DESGRACIA


VOXPRESS.CL.- Como millares de familias que aprovechan la libertad de desplazamiento que les garantiza el modelo neoliberal propio de toda auténtica democracia, cuatro ciudadanos ariqueños, sin ninguna connotación, comunes y corrientes, decidieron realizar un viaje de los llamados "de placer" a Playa del Carmen en Cancún, México. El grupo estaba conformado por dos hermanos, su madre (68) y la novia de uno de ellos, con la cual iría a contraer matrimonio allá.

Apenas comenzada la estada en la riviera maya, la señora se golpeó duramente en una pantorrilla, al pasar desde un catamarán al muelle. Se provocó una herida, la que evaluada en un centro asistencial fue considerada "sin gravedad". Esa misma noche, en el hotel no pudo dormir del dolor y se inició un ir y venir a clínicas y hospitales, en los cuales, tras amputarle su pierna derecha, terminó falleciendo por una descomposición orgánica generalizada. Sus restos fueron repatriados a Chile, financiados por el Gobierno mexicano.

Desde que el grupo inició su aventura turística hasta el fallecimiento de la madre y futura suegra, pasaron 24 días. Esta tragedia a la que están expuestas todas las familias chilenas que en bandadas viajan al Caribe a disfrutar de las bondades del all inclusive pagado en cómodas cuotas, excedió todos los límites de compasión y lamentos, convirtiéndose en una campaña de desprestigio t ataques a la Cancillería y al propio Gobierno "por falta de ayuda". Uno de los hermanos, el que llevó la voz cantante durante el trance de su madre, manifestó que "nuestras autoridades estaban en la obligación de colaborarnos y nos abandonaron". Antes de emprender el viaje de retorno, anunció que "esto no quedará así y le exigiré explicaciones al mismísimo Presidente de la República" (?).

Cualquiera que pierde a su madre, a su vez pierde el equilibrio emocional a causa de la pena, y más aún como se fueron agravando los hechos que condujeron a su muerte. Los hijos de la extinta denunciaron que si el Gobierno de su país hubiese financiado un avión/ambulancia para su madre, inmediatamente después de habérsele amputado una de sus extremidades, pudo haberse salvado. Dicha solicitud se les planteó a la cónsul ad honorem en Cancún y a otro funcionario de planta asignado en ese país y que viajó expresamente al balneario: como tal arriendo tenía un costo de $60 millones, la petición la transfirieron a la Cancillería en Santiago.

Ninguna familia (chilena) que se desplaza por trabajo o diversión al extranjero lo hace bajo la protección del Estado, excepto, es claro, cuando se es parte de una delegación oficial en comisión de algún servicio. La responsabilidad de los eventuales contratiempos en una permanencia en el exterior es total y exclusivamente de quienes viajan.

La única protección frente a eventuales problemas de salud durante la estadía son los seguros de viaje que, con innumerables alternativas, ofrece el mercado turístico. Es aquí donde surgen los conflictos, como el ocurrido al grupo ariqueño en Cancún: el monto de la póliza. En la generalidad de los casos, el convenio sanitario que se adiciona al ticket aéreo es el de costo mínimo.

Con el peor de los diagnóstico de una pierna con gangrena y su amputación irreversible, sus hijos tomaron conciencia de lo insignificante de la póliza. No tuvieron la capacidad de pago para solventar la internación de su madre en una UCI particular, que en Chile vale más de $1 millón por día, y terminaron con ella en un hospital público.

Existen los seguros de salud en viaje que cubren una internación en clínicas particulares, pero, fruto de la creencia de que nadie se enfermará gravemente, nadie los contrata.

En cuanto al sentimiento de "total abandono" por parte de los diplomáticos asignados en México, su misión no es prioritariamente humanitaria y, en virtud de la rigidez en el control del flujo de dinero en los consulados, el espacio de maniobra de los representantes diplomáticos es tremendamente restringido. A uno de ellos, por no 'cuadrar' la caja chica que maneja la secretaria de la sede, fue suspendido del servicio. En el marco de este escenario tremendamente fiscalizado es una ilusión hacerse a la idea de que un cónsul va a ordenar el arriendo de un avión/ambulancia porque un particular se lo pide o, en este caso, se lo exige.

La Cancillería, informada de la situación, tomó contacto directo con el hospital para conocer la viabilidad del traslado, pero su director médico informó que no era recomendable por la extrema gravedad de la paciente, a raíz de su deterioro cardíaco y hepático.

Es una pena lo ocurrido, pero más lastimoso todavía es el show que generaron los hijos de la víctima, creando un revuelo inusitado y proselitista en las redes sociales, con el siempre generoso respaldo difusor del periodismo comprometido.

Éste, ni ningún Gobierno, de Chile o del mundo, está sujeto a la obligación de socorrer a compatriotas viajeros en aflicción, por dolorosa que resulte la experiencia. Atacar sin fundamento al Presidente y pretender ridiculizarlo ante la población, más que un acto de descriterio tiene un contenido claramente político que, dada la irrelevancia de sus protagonistas, no tendría efecto alguno, a no ser por la carroñera explotación hecha por los medios de comunicación y las redes sociales.

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