top of page

LOS MUERTOS NO RESUCITAN


VOXPRESS.CL.- Para evitar que se lo imputaran como fracaso tras su próximo Mensaje a la Nación, el Presidente Sebastián Piñera se anticipó, al presentar la reanudación de su Agenda Araucanía, o sea, la segunda pata de una cueca que empezó a bailar en su campaña, la siguió, luego, en sus Diálogos Transversales en La Moneda -abril, 2018- y la culminó con el anuncio del Comando Jungla para "aniquilar por dentro" al terrorismo en la zona.

En manos del ministro de Desarrollo Social, Alfredo Moreno, poco o nada había avanzado el Plan de Recuperación, cuando un sargento de Carabineros tuvo la mala ocurrencia de matar al comunero extremista Camilo Catrillanca.

Todo quedó inmovilizado, en el congelador, hasta que surgió una segunda señal, que produjo signos de cuál es la única solución para la violencia en La Araucanía: a raíz de los incendios forestales del verano, el Gobierno decretó estado de excepción y, con la presencia militar desplegada, el índice de atentados y destrucción por parte de militantes de la comunista CAM disminuyeron sustantivamente. Terminado dicho estado de excepción, los extremistas reanudaron sus ataques fundamentalmente contra los pertenencias de las empresas forestales y contra cuarteles policiales.

Ante el silencio de La Moneda, surgieron proyectos e iniciativas, como la conjunta de Felipe Kast y Francisco Huenchumilla, para reactivar las acciones destinadas a arreglar definitivamente el conflicto rural.

El Gobierno recogió el guante y puso sobre la mesa una segunda agenda, con una Consulta Indígena, que partió el 22 de mayo con un bajo interés de los mapuches por pronunciarse acerca de las 11 propuestas del Ejecutivo. Para hacer más atractivo el anzuelo, oficializó la (futura) creación del Consejo Indígena y del Ministerio de Pueblos Originarios. El aval que ahora dice tener, Piñera lo grafica con que -esta vez- tiene el respaldo transversal de todos los parlamentarios por La Araucanía, cosa que, de inmediato, el presidente del Senado, Jaime Quintana, salió a aclarar que "no es tan así".

Para mejor tentar a la oposición para esta segunda pata de la cueca, el Gobierno consideró parte de lo sugerido por Michelle Bachelet sobre el tema.

En el relanzamiento del plan, Piñera dijo que "lo que estamos haciendo hoy es revalidar nuestro compromiso para que La Araucanía y nuestros pueblos originarios puedan desarrollarse en plenitud y, al mismo tiempo, puedan vivir en paz". Como refuerzo a su anunció, reveló que "están de acuerdo" el senador Francisco Chahuán (RN), Jorge Luchinsger, el presidente del Consejo de Pastores, Matías Sanhueza, el ex intendente Andrés Jouannet y el obispo de Temuco, Héctor Vargas.

Lo sorprendente de esta resurrección de la agenda indígena es que tanto Piñera como su ministro Moreno afirmaron que "es el momento propicio".

No es fácil entender, ni asumir, que por ciertos acercamientos de algunos sectores -menos los extremistas- pueda considerarse como "oportuno" el tiempo de crispación política que hoy se vive, con una polarización no sólo entre derecha e izquierda, sino también al interior del oficialismo. Resulta casi irrisorio hablar de "momento propicio", cuando ahora los focos de ataque terroristas se extendieron, incluso, a cuarteles policiales.

Uno de quienes, se asegura, es parte del acuerdo, el senador Francisco Huenchumilla (DC) insiste en la devolución de las 9 millones de hectáreas que pertenecían a los mapuches antes de la "pacificación".

¿Están las empresas forestales y muchos otros particulares dispuestos a desprenderse de sus tierras? Éste es el punto de inflexión que le pone un punto de interrogante, acaso no final, a cualquier intento de buscar soluciones que no comparten, sino, por el contrario, combaten, la izquierda y el extremismo.

Así como la primera vez, en esta segundo empeño el objetivo primordial es ganarse la simpatía del pueblo mapuche en general -con Consulta, Consejo, Ministerio y cuota parlamentaria garantizada-, pero la piedra en el zapato no es el pueblo mapuche, sino los grupos comunistas terroristas maquillados de comunidades.

A excepción de las semanas en que los militares estuvieron a cargo de la seguridad en La Araucanía, ésta no ha mejorado un ápice en su sello de violenta.

En momentos en que se agudiza el ahorro fiscal por efectos de un conflicto ajeno que disparó al dólar y bajó al cobre, es contraproducente la creación de un Consejo Indígena y, más preocupante aún, de un Ministerio de Pueblos Originarios con el inmenso desembolso que ello implica.

Sin el menor propósito de hacer pronósticos, el "momento" sí existe, pero éste tiene exclusivamente que ver con lo afirmado por el senador Quintana, de "reponer en un primer plano al ministro del Desarrollo". Ello, además, de no alimentar las críticas opositoras que se vendrán como vendaval tras la lectura de la Cuenta Pública presidencial.

¿Es el momento propicio de reactivar el conflicto de La Araucanía? La respuesta la dio el mismísimo ministro del Interior, Andrés Chadwick, quien horas después del anuncio presidencial viajó a la zona para reunirse con la policía, ello con la finalidad de "acordar medias de prevención" ante el incremento de la violencia terrorista. Reanudar ahora la agenda carece de todo sentido, cuando los contratistas forestales, para evitar que se las sigan quemando, debieron esconder sus maquinarias en la espesura de los bosques…

Como un 94% de mapuches quiere terminar con las comunidades y ser propietarios individuales de las tierras que se les devuelva, de inmediato los comuneros extremistas salieron a la calle a oponerse a cualquier tipo de pronunciamiento libre y democrático de sus hermanos de sangre, todos inocentes, desde luego.

Es una utopía pensar en un diálogo y menos aún, en un acuerdo, mientras no se extermine a la acción terrorista, que continúa marcando la pauta de la vida rural en La Araucanía. Y ello no se advierte, al menos, en un mediano plazo.

bottom of page