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LA INTELIGENCIA VA EN RETIRADA


VOXPRESS.CL.- No en una, sino en innumerables oportunidades hemos afirmado, sin temor y con firmeza, que casi la totalidad de los problemas que los chilenos dicen afrontar en el día a día, es culpa de los propios chilenos.

Se hacen elogiables esfuerzos por tratar de poner al país a la altura de los desarrollados, pero son sus habitantes quienes se empeñan en que ello no ocurra o se perciba tremendamente lejano. Se creó el Ministerio de las Ciencias y en días pasados comenzó la construcción del Silicon Valley chileno en Concepción, ambas, noticias grandísimas, pero sólo valoradas por un ámbito restringido de la sociedad, el que brega para que sea el conocimiento el portaestandarte de la nación y no la ignorancia.

Una vez más tenemos que mencionar un estudio, y no reciente, de la UDP, que, tras una investigación de años, concluyó que los chilenos somos "analfabetos funcionales", esto es, que pese a nuestras infinitas precariedades intelectuales, vamos por la vida con infinita normalidad, y hasta con felicidad. El informe de la indagación académica es lapidario: con suerte, con mucha suerte, podríamos dejar el subdesarrollo como país ¡dentro de 150 años!

Se incluyó en la investigación a todos con estudios superiores completos…

Lamentablemente, quienes anteponen el conocimiento y las ciencias por delante de todo, no son los que conducen y administran a los países. Éstos, casi en su totalidad, están a cargo de políticos, los primeros en evidenciar sus básicas carencias, e incluso hay algunos cuya situación es patética, con Presidentes como los de Bolivia y Venezuela, ésta en manos de un "burro".

Como carecen de sabiduría, los políticos no razonan, y al ser incapaces de hacerlo cometen desaciertos, uno tras otro. El más reciente fue el millonario gasto en combustible de los senadores, con cargo al Fisco, mientras estuvieron de vacaciones…

Últimamente, la población que algún interés tiene en informarse, ha sido testigo de las feroces pugnas entre oficialismo y oposición por la "mala idea" del Gobierno de querer mejorar la calidad de algunas leyes aberrantes que dejó como herencia la anterior administración. "¿Mejorarlas?", se preguntan. Pero, para qué, dicen, si con ello "se perjudica al pueblo"…

Es fácil imaginar el futuro que le espera al país con "razonamientos" de esta naturaleza. En el Gobierno anterior hubo un enloquecimiento por el tipo de educación en Finlandia, y delegaciones de 'expertos' viajaron hasta allá para empaparse de esa realidad; después, hubo una compulsión por copiar el sistema de transporte de Suecia y, últimamente, creemos que los remedios de Islandia para la drogadicción juvenil son llegar y aplica aquí.

Pero… resulta que no somos finlandeses, suecos ni islandeses. ¡Somos chilenitos, no más! Los que impiden que los profesores hagan clases, los que amenazan de muerte a compañeros de curso, los que lanzan bombas contra sus propios liceos, los que se divierten pintarrajeando edificios patrimoniales, carros del Metro y del ferrocarril, los que incendian buses del transporte público, los que arrancan semáforos para contribuir al caos vial, los que venden drogas a niños para hacerlos adictos y quienes golpean a docentes y apoderados, contribuyen a hacer más bruto a su país.

Sólo acá, sólo en Chile, los alcaldes son capaces de instalar semáforos en las calzadas para que, así, el peatón no tenga necesidad de quitar la vista a su equipo móvil al cruzar una calle.

La primera causa del desplome de una sociedad es faltar al respeto: cuando éste se pierde, todo deja de importar. El chileno de hoy, cualquiera sea su jerarquía y cualquiera su posición social, avasalla, trampea, burla, se aprovecha y saca ventaja hasta de pequeñeces. Ensimismado en su individualismo y codicia, prácticamente no interactúa, afectando, así, su núcleo cerebral: hoy conoce menos palabras que antes y su vocabulario es alarmantemente exiguo.

Para hacer más demostrativas sus limitaciones cognitivas, los populares "rostros" de la TV y actores de teleseries sustituyen abundantes recursos idiomáticos por el facilismo de lo soez. La grosería y el insulto hoy son graciosos y lúdicos.

Desde siempre, los profesores -buenos, malos, proselitistas, ejemplares o cuestionables- son meros receptores y entregadores de niños y jóvenes que se les entrega para instruirlos, pero con una diferencia: antes los recibían bien formados y hoy, deformados por sus propias familias. Es penoso el espectáculo que dan "estudiantes" con senos al aire o encapuchados, exigiendo una educación de calidad, siendo que sus limitaciones son tan severas que les resulta imposible comprender más allá de lo elemental. Cursan octavo básico quienes aún no saben leer ni escribir.

Terrible, y diríamos que casi una tragedia para el país, fue el resultado de la Prueba SIMCE del 2018: excepto el alza de las mujeres en matemáticas y ciencias, y del notable rendimiento de Montessori de Talca y del Cambridge de Providencia, todo lo demás fue una completa involución, de la cual nadie se salva.

Para graficar que este proceso de retroceso intelectual es total, por primera vez desde que existe el SIMCE se constató un fuerte deterioro en los conocimientos del alumnado de los más caros colegios particulares de la "cota mil", como irónicamente los definía el cura Felipe Berríos.

El ejemplo más devastador de todos es que alumnos de Segundo Medio tuvieron un peor rendimiento de cuando estuvieron en Cuarto Básico…

Cuando se llega a estos extremos de que los conocimientos no progresan sino retroceden, la conclusión es durísima pero inevitable: estamos ad portas de ser un país de tontos.

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