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LOS FESTIVALES DEL NARCOTRÁFICO


VOXPRESS.CL.- El 'Pollito', un joven de 19 años, aún "oficialmente" sin antecedentes penales (?), fue asesinado de seis balazos en la puerta de su casa en una población de Conchalí. La causa: la disputa del "territorio" para la venta de cocaína.

Cuando el IML entregó su cuerpo, tras su autopsia, los integrantes de su pandilla lo homenajearon con 35 minutos de balazos de pistolas y metralletas, que concluyó con un bullicioso y luminoso festival pirotécnico. Una vez finalizado el tributo, llegó al lugar "a poner orden", el OS9 de Carabineros: no había un solo narco en las calles. "No tenemos cómo saber cuándo ocurrirán hechos como éste" se excusó el coronel a cargo.

Así como las armas no inscritas, el uso de fuegos artificiales está prohibido por ley en Chile, pero narcotraficantes y barristas de Colo Colo y Universidad de Chile tienen fácil acceso a ellos. Hasta cinco años atrás, los delincuentes los utilizaban exclusivamente para alertar a su clientela que había llegado droga a sus centros de operaciones, que no son más que viviendas de villas y poblaciones periféricas. Ahora, su uso se hizo extensivo para rendir tributo a la pérdida de uno de los suyos y en el respectivo funeral.

Los vecinos -los inocentes, por cierto- los identifican y los conocen, pero, en estricto rigor, no se atreven a denunciarlos. Una mujer de Quilicura lo hizo y al día siguiente recibió una carta con los nombres de toda su familia que "serían afectados" de continuar ella con sus delaciones.

Se calcula en 350 mil el número de residentes de poblaciones del norte y sur del Gran Santiago que viven en territorios disputados por bandas dedicadas al comercio de la droga y que se disputan a balazos sus dominios.

Así como en todas las zonas habitacionales de la capital, en esos lugares de miedo existen Jardines Infantiles y escuelas básicas. Las educadoras tienen diseñado planes de alarma para cuando comienzan los intercambios de disparos, a cualquiera hora del día: disimulando ser un juego, les piden lanzarse al suelo y, luego, en un alto de la balacera, los llevan cantando a una sala protegida y sin ventanas.

Son 83 las poblaciones donde conviven honrados trabajadores y modestas familias con estas bandas de narcotraficantes que las someten periódicamente a un clima de terror. Hasta la fecha, ninguna política de contención de Gobierno alguno ha conseguido eliminar o disminuir su perversa injerencia en la convivencia de las comunidades. Según SENDA, se ha logrado disminuir un 5% el consumo de droga y la entidad confía en que el plan nacional "Elige Vivir sin Drogas" ayude a mejorar dicho índice. Pero resulta que la PDI tiene una estadística que demuestra que se han incrementado en un 59% las detenciones de menores por microtráfico de pasta base.

Existe un vínculo entre el comercio de la droga y el descontrolado aumento de robos de autos por parte de menores de edad. Sus autores viven en las mismas poblaciones donde pululan las bandas y los pagos que reciben por sustraer vehículos son en cocaína, las que, a su vez, ellos mismos la venden…o la consumen.

Estos antecedentes reflejan una catastrófica realidad, ante la cual no se perciben respuestas: en lugar de contar con menos armas, los traficantes las tienen de mayor poder de fuego y en vez de seguir "reinando" en tres o cuatro poblaciones como antaño, ahora son 38.

Aunque no se trata de un problema exclusivo de Chile, ninguna comparación puede tolerarse como atenuante. Todos los organismos relacionados con la prevención saben que desde hace años, el 50% de la droga que se comercializa en el Gran Santiago proviene de Bolivia, ello consecuencia del incontrolado tránsito por los innumerables pasos fronterizos ilegales. Si no hay fondos para construir un muro -al estilo Trump-, existe una diversidad de tecnología de punta detectora a distancia, pero es una necedad seguir lamentándose de lo amplio de la frontera altiplánica.

Siendo que Aduanas tiene conocimiento de los remitentes de envíos de armas desde el extranjero, el ingreso ilegal de armamento de última generación destinado a los narcos, ha aumentado de modo sustancial.

Llega a ser cargante la fiscalización que a fines de cada año se hace para prevenir el uso, prohibido, de fuegos artificiales. No obstante, no parecen ser suficientes las indagaciones respecto a los proveedores ilegales de ellos, que abastecen con gran generosidad, como se dijo, no sólo a las bandas de narcos, sino también a algunas barras de clubes de fútbol, lo que demuestra el estrecho nexo entre ambos colectivos delictuales. Meses atrás, en la puerta del centro de entrenamiento de la "U" en La Cisterna hubo un 'ajuste de cuentas' que terminó con tres hinchas heridos a bala…

Algo o alguien está fallando gravemente en el rol de prevención del delito. Las tareas de Inteligencia no son patrimonio único de los espías, sino constituyen obligaciones de los Estados, precisamente para resguardarse de nefastas experiencias como las aquí narradas. Es cierto que el número de narcotraficantes encerrados en las cárceles es importante, pero ellos, además de disfrutar de privilegios increíbles a cambio de tentadoras coimas, continúan ejerciendo un poder en el exterior, sobre sus compinches y aliados aún en libertad.

Las autoridades de ayer y de hoy siguen confundiendo vigilancia con Inteligencia, que es el arte de infiltrarse para anticiparse a acciones delictivas y terroristas. Es lo que ha estado ausente en La Araucanía y, para peor, en La Moneda, sobre la cual voló un dron fotografiando su interior, dirigido por un venezolano "madurista" desde la plaza de la Constitución.

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