DOBRA LUSIC, UN ESPEJO DE LA JUSTICIA

VOXPRESS.CL.- Ha sido especialmente destacado el camino de espinas que no pudo sortear la jueza Dobra Lusic en su postulación a ser ascendida a ministra de la Corte Suprema.
Como todos sus antecesores, ella debió sortear un "examen" ante la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia del Senado. Así lo establece la Constitución para quienes aspiran a culminar su carrera judicial como integrante del máximo tribunal.
Todas las postulaciones están precedidas de un gigantesco lobby, fundamente de índole ideológico, con la finalidad de que los "equilibrios" se perpetúen en la Suprema. Ello refleja de modo categórico que la Justicia en Chile nunca ha sido neutral y, por el contrario, siempre ha estado condicionada a influencias externas.
Bastó que se dijera que Lusic era "la candidata del Gobierno" para que el periodismo opositor escarbara en su pasado profesional y la hiciera pedazos. La magistrada fue propuesta por el Presidente Piñera, pero sin el consentimiento de Chile Vamos por tratarse de una abogada de sensibilidad progresista.
Minutos antes de que los senadores la rechazaran, el Gobierno retiró el decreto de nombramiento y evitar, así, un segundo revés consecutivo: días antes, los diputados rehusaron legislar sobre la Admisión Justa.
Sólo los que recién abordan textos de Educación Cívica pecan de cándidos, al creer en la "independencia" de los Poderes del Estado. Un grotesco y reciente ejemplo de la existencia de nexos muy oscuros entre ellos, lo dio la nominación de un fiscal encargado de causas políticas como Secretario del Senado. El mismísimo presidente de la Corte Suprema fue designado ministro de ella, tras ser propuesto para el cargo por la ex Presidenta socialista Michelle Bachelet. Dentro de la institución fue un declarado activista del gremio de jueces y adherente a la izquierda.
A Dobra Lusic, por su condición de "candidata" del Gobierno, se la acusó de intervenir en favor de un notario -John Campos Benavides- que recibió una condena por maltrato a menores en Parral. Sería una necedad afirmar que dicha "ayudita" fue correcta, pero no hay archivo capaz de guardar todas las irregularidades y anomalías cometidas por ministros, jueces y actuarios.
Es cuestión de observar el sin precedentes enfrentamiento de fiscales, originado por la ineptitud e inescrupulosidad de Jorge Abbott, quien ha carecido de pudor y coraje para dar un paso al lado.
Los mejores, y más ricos, testimonios del tráfico de influencias en la Justicia están en poder de miles de abogados que pueden dar fe de ello. Pero sería un suicidio revelarlas públicamente, porque de ahí en adelante nunca más un juez le daría la razón a su causa.
Permanece en el Poder Judicial el caricaturesco juez de garantía de Temuco, Ignacio Rau Atria, quien dejó en libertad -por "inocentes"- a todos los conspiradores extremistas mapuches que participaron en el doble asesinato del matrimonio Luhsinger/McKay.
Solicitó a la defensa de los denunciantes que no presentasen más pruebas, "porque 120 son suficientes", y al momento de la sentencia las desechó todas "por insuficientes"… La Corte de Apelaciones ordenó repetir el juicio "con las mismas pruebas" y dos de los extremistas resultaron ser culpables y fueron condenados a prisión.
El pintoresco magistrado Rau, adherente a la izquierda y partidario activo de la "causa mapuche", no fue ni siquiera amonestado por su estrambótico y subjetivo fallo.
Hasta que rigió el sistema procesal antiguo -en que los jueces eran, a la vez, investigadores y sentenciadores-, un modo muy común de los abogados para conocer los estados de sus causas, y apurarlas, era saludar a los actuarios (as) sólo con tres dedos, porque con el anular y el meñique sujetaban contra la palma de la mano un billete.
Si cualquiera se toma el tiempo de cotejar los nombres de notarios y Conservadores en las principales ciudades, podrá constatar que no pocos son hijos o parientes directos de quienes hasta no hace mucho fueron ministros de Cortes o aún lo son.
Aún está fresco lo obrado por el ministro de Justicia en la Nueva Mayoría, Jaime Campos, al imponer los postulantes a notarios y, más grave aún, designar a dedo él mismo a uno, triquiñuela desarmada posteriormente por su sucesor de Chile Vamos.
Las Cortes han sido por años un nido de "cuñas" parentales o políticas, de forma tal que el empujón de Lusic a un candidato a notario no es primera vez que ocurre y tampoco es el más grave.
Un notario que aún tiene su oficina en el centro de Santiago falsificó un testamento, un delito suficiente para ser expulsado y hasta condenado, pero apenas resultó suspendido, gracias a la intervención de un ministro de la Corte de Apelaciones, homosexual al igual que él.
Todo el país acaba de conocer la protección que se brindaba desde la Corte Suprema al ministro Emilio Elgueta, quien sistemáticamente era mal calificado. Un corrupto insaciable como él, tenía a su respectivo "padrino" en el máximo tribunal. El pleno de la Corte Suprema se negó a expulsarlo a él y a sus colegas Marcelo Albornoz y Marcelo Vásquez, integrantes de una red de influencias y favores pagados en Rancagua…
El llamado "desastre de Rancagua" fue denunciado por el fiscal regional, hoy en la picana, una actitud inusual al interior del Poder Judicial. En su seno existe un tácito pacto de silencio y quien lo rompe, como es el caso de Emiliano Arias, recibe el peor y más discriminatorio de los tratos, como lo ha hecho Jorge Abbott.
Hace poco, en un duro enfrentamiento interno en el pleno de la Suprema, se ordenó desalojar del piso a cualquiera persona ajena a los ministros, incluso los guardias. El presidente del tribunal consideró que era peligroso que alguien escuchase algo…
La histórica falta de transparencia de la Justicia fue, aunque indirectamente, reconocida por Heraldo Brito, al emitir una orden en cuanto a que, a partir de ahora, los jueces deben difundir públicamente cada una de sus citas y encuentros con personas ajenas a la judicatura.
Si el Consejo para la Transparencia quisiese meter sus narices en el Poder Judicial, como lo ha hecho en el Ejecutivo y en el Legislativo, le faltarían años para consignar tantas irregularidades.
Frente a todo esto, lo de Dobra Lusic es 'un pelo de la cola'.