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LA COLUSIÓN POLÍTICA ES CORRUPCIÓN


VOXPRESS.CL.- Un dato no menor entregó el tradicional estudio anual de Transparencia: 8 de cada 10 chilenos cree que los organismos públicos "son muy corruptos". Se trata de una conclusión del sentir ciudadano ceñida a toda lógica, tras una cadena de hallazgos y descubrimientos de irregularidades y, especialmente, fraudes y abusivos beneficios personales, inauditos, en no pocos organismos de financiamiento fiscal.

Hace tiempo que la corrupción llegó para quedarse y las políticas internas del encubrimiento y la complicidad no han alcanzado para impedir su conocimiento por parte de la población.

Independiente del gigantesco impacto negativo que grupos de uniformados han provocado a Carabineros y al Ejército, en la sociedad civil, la institución más aportillada del país, y por lejos, es el Congreso Nacional. Esta comprobación no tendría una relevancia equivalente a un gran escándalo, a no ser porque este conjunto de parlamentarios tiene en sus manos el destino de leyes y políticas públicas de radical incidencia para el país.

El no ejercer la misión parlamentaria en conciencia, con rectitud y objetividad es un tipo de corrupción. Concertarse para coludirse en contra del Gobierno con la finalidad de que a éste le vaya mal, es considerado un acto de corruptela.

El saliente titular del Senado, Carlos Montes (PS), reconoció que "el único proyecto en común que hoy tiene la oposición es el tributario", en orden a que todos los partidos adversarios al oficialismo están alineados en boicotear la reforma al régimen impositivo. Asegura el parlamentario que "hay unanimidad en que el proyecto nada tiene que ofrecerle al país"…Incluso, en su sector hay partidarios de rechazar incluso la idea de legislar para evitar que Piñera use como trofeo de guerra sus reformas en víspera de un año electoral.

Montes, que desde 1990, primero como diputado y, luego, como senador, ha hecho del Congreso su casa, reveló que "la oposición no tiene proyecto político que ofrecerle al país", aduciendo que aún sus partidos se hallan en "etapa de ajustes y reacomodos", tras la estrepitosa derrota de diciembre de 2017 y debido "al complejo escenario internacional que viven los movimientos transformadores"… (la izquierda). A confesión de parte, relevo de prueba: sin programa ni propuesta, la oposición permanece aferrada al rol que desempeñó el 2018, esto es, obstruir al adversario para ejercer la cuota de poder que le queda: el Legislativo.

Al asumir la presidencia del Senado, Carlos Montes se propuso como tarea primordial estructurar la unidad de la oposición, pero no pudo, y ello lo atribuye a que "el avenimiento nunca se ha logrado de un día para otro. ¿Cuánto nos costó construir la Concertación?".

Es tanta su convicción de ausencia de un proyecto programático en común, que frente al llamado de Sebastián Piñera al oficialismo a "prepararse para "los desafíos electorales que vienen", la oposición lo calificó de "nervioso". Es claro: en su actual estado de desarmonía, de lo menos que quiere escuchar es de elección presidencial, más aún si, al decir de Montes, "hoy no está el gran personaje aglutinador, como, en su momento, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet".

Pero como "a falta de higos, buenas son las brevas", los partidos opositores persisten en sus llamados a "actuar en conjunto" en la esperanza de que "destruyendo se puede construir". El Frente Amplio (FA) perdió a uno de sus diputados, quien renunció por desacuerdo con quienes pusieron marcha atrás en el acuerdo de diciembre de no votar por un DC para la presidencia de la Cámara, en tanto ambos jefes de bancada democratacristiana consideran "prioridad" el unirse para votar en contra de los proyectos del Ejecutivo.

La directiva del PS, afligida por la oposición interna, convocó a un comité de expertos, todos de la disidencia, para "estudiar las reformas", pero todo apunta a que se mantendrá su inamovible postura, puesta en práctica desde el primer día de Gobierno de Chile Vamos, de negarle la sal y el agua. La Nueva Mayoría, intacta en el Congreso, no quiere que se toque un ápice de las leyes patrocinadas por Bachelet, y es ése, y ninguno otro, el motivo de su renuencia a legislar rectamente.

Por su parte, el FA aspira a extremar lo ya existente y no parece interesado en lograr sintonía con "el conservadurismo de izquierda", más allá del acercamiento de interés obstructivo, y, particularmente, tributario, como lo reconoció Montes.

El problema del FA es su interminable secuencia de temblores que lo sacuden con más frecuencia de lo normal: al quiebre por la elección de directiva de RD, ahora se agrega el anuncio del autonomista Gabriel Boric de que postulará a senador, ello sin consultarlo ni hablarlo con nadie del colectivo.

Aunque definitivamente la oposición carece de un ideario común para conformar algún día un bloque, desde el 8M, los "conservadores" fueron a la baja respecto al FA y al PC, que se sienten con el derecho a hablar más fuerte dado su poder de convocatoria. Pero esta desventaja, la DC la compensa con la presidencia de la Cámara y el PPD con la del Senado (Jaime Quintana), porque, de momento, el poder está radicado en el Parlamento. ¿Para qué? Para ejercerlo casi mafiosamente, y ello pese a que la ciudadanía lo sabe y lo repudia.

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