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LA VERDAD TARDA, PERO SIEMPRE TERMINA POR SABERSE


VOXPRESS.CL.- El secretismo, cuidado bajo siete llaves por la Iglesia Católica, parece, definitivamente, llegado a su fin. Las evidencias tocan tan dramáticamente de cerca al clero chileno, que no vale la pena ponerlas de ejemplo, pero la dura realidad tiene, también, su lado bueno: Jorge Bergoglio en su reciente encuentro con las Conferencias Episcopales del mundo a raíz de abusos sexuales, anunció el esclarecimiento de uno de los enigmas más injustos de los tiempos modernos y que afectan al Papa Pío XII. Él, Eugenio Pacelli, es acusado desde su pontificado y hasta la fecha de no haber rechazado al nazismo y de guardar silencio frente al holocausto judío.

Bergoglio avisó que el 2 de marzo del próximo año hará públicos los archivos de su pontificado para esclarecer la versión. Hay un grupo de expertos que ya está trabajando en los casi dos millones de documentos de su período papal.

Intereses religiosos, racistas y hasta del comunismo se han confabulado para instalar en el consciente colectivo mundial la idea del "colaboracionismo" de Eugenio Pacelli con el nazismo. Cuando falleció el 9 de octubre de 1958, Golda Meir, entonces embajadora de Israel ante la ONU -luego, Primer Ministro de esa nación- envió sus condolencias oficiales en estos términos: "cuando el temible martirio llegó a nuestro pueblo en la década del terror nazi, la voz del Papa surgió por las víctimas. La vida de nuestros tiempos fue enriquecida por una voz, hablando claramente acerca de las grandes verdades morales por encima del tumulto del conflicto diario. Nosotros lloramos por un gran sirviente de la paz." A su vez, Rafael Cantoni, líder del Comité de Asistencia Judía, escribió: "la iglesia y el papado han salvado a tantos judíos como pudieron salvar. Seis millones de ellos han sido asesinados por los nazis, pero habrían sido muchas más las víctimas si no hubiera sido por la eficaz intervención de Pío XII".

Pío XII (1939-1958) no ha sido elevado a los altares, como sus antecesores y sucesores, precisamente por la persistencia de una leyenda negra en su contra. El único recuerdo de él es la estatua en la gran explanada frente a la Basílica del Vaticano y que lleva su nombre -y no el de San Pedro, como el vulgo la identifica-, en agradecimiento de los romanos por su valiente decisión de evitar el bombardeo aliado a Roma.

En sus operaciones para expulsar a los invasores nazis desde Italia, los aliados decidieron bombardear Roma y notificaron de ello a Pío XII para que se pusiera a resguardo. El Pontífice, por el contrario, se trasladó al popular y pobre barrio de San Lorenzo, a vista de todo el mundo, ante lo cual en la ciudad apenas alcanzó a caer un proyectil.

Bergoglio se ha mostrado siempre partidario de la apertura de los archivos y ha insistido en que Pacelli salvo secretamente a muchos judíos, pero la gigantesca acumulación de documentos de sus años de pontificado ha retrasado el trabajo. Doce personas, bajo la dirección de Sergio Pagano, prefecto del Archivo Secreto, se ocupan de ordenar 16 millones de documentos, más de 15.000 sobres y 2.500 archivos.

Una investigación reciente reveló que muchos de los lugares que acogieron a judíos durante la persecución nazi en la Segunda Guerra Mundial eran instituciones de la Iglesia Católica. Fueron llamadas Casas de Vida, ubicadas en Italia, Francia, Hungría, Bélgica y Polonia.

Según el Catholic Herald, se estima que sólo en Roma, 4.500 judíos encontraron refugio en iglesias, conventos, monasterios e internados. Durante el tiempo en que sucedió todo ello, el Papa era Pío XII.

Siendo aún cardenal, en 1937, Eugenio Pacelli colaboró activamente con el Papa Pío XI en la redacción de su Encíclica "Con ardiente inquietud", en la cual condenó al nazismo.

Al reverso de lo que consigna la leyenda negra en su contra, los nazis lo llamaban “el amante de los judíos” y lo odiaban, al punto que intentaron que no fuera elegido Papa en 1939, ello por hacer públicas 50 protestas contra la política hitleriana y por ayudar a obtener la libertad de un músico judío, lossip Gabrilowitsch, quien pudo huir a Estados Unidos, y años más tarde se convirtió al catolicismo.

Ya como Papa, se estima que logró salvar a 800 mil judíos y a los que pudo, los escondió en el Vaticano, sobre todo en Castel Gandolfo, la residencia veraniega de los Pontífices. Cedió su propia cama para que las mujeres tuvieran a sus hijos: nacieron 42 niños y muchos de ellos fueron llamados Eugenio en gratitud a su persona. Personalmente, entregó al gran rabino de Roma, Israel Zolli, un considerable aporte en oro para completar los 50 kilos que los nazis le exigieron para evitar una gran redada de judíos.

Además de un fallido intento de secuestro por parte de los nazis, ya fallecido fue víctima de la Unión Soviética. Un ex agente de la KGB, el rumano Ion Mihai Pacepa, reveló que el Kremlin le ordenó infiltrarse en el Vaticano para modificar documentos originales y presentar a Pío XII como un antisemita.

Esta confesión deja en evidencia las huellas de quienes, entre muchos otros fanáticos, no han querido que Pío XII pueda ser respetado y venerado en los altares. Falta menos de un año para que la justicia, divina en este caso, se haga realidad, porque la verdad tarda, a veces mucho, pero siempre termina por conocerse.

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