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EL EJÉRCITO Y SUS EX COMANDANTES EN JEFE


VOXPRESS.CL.- Una sensación amarga, similar a la de los curas de la Iglesia Católica, es la que debe estar sintiendo el personal del Ejército, a raíz del desfile por los tribunales de la Justicia Civil de tres de sus ex Comandantes en Jefe (CEJ).

En el Vaticano, con motivo de la reciente Cumbre de Conferencias Episcopales para enfrentar los abusos al Interior de la Iglesia, la de Chile ocupó un primerísimo plano, al ser citada como un ejemplo de Caja de Pandora. Sorpresas similares a las de los asombrados miembros del clero local se han llevado, también, los del Ejército por las condenas y formalizaciones a sus ex CEJ, generales Emilio Cheyre, Juan Miguel Fuente-Alba y Humberto Oviedo.

La desazón del personal militar por la situación judicial de aquéllos, es similar a la de los curas en cuanto a que, como suele ocurrir en Chile, 'pagan justos por pecadores'. En un país en que irresponsablemente todo se generaliza, la opinión pública, casi siempre ideológicamente inducida, tiende a creer que el universo de la institución cuestionada por unos pocos es también partícipe y debe ser castigada y puesta en tela de juicio. No es agradable para un párroco avisar a su feligresía que cancelará determinadas misas por falta de sacerdotes, y tampoco tiene que ser grato que el Alto Mando actual y la oficialidad se lo pasen dando explicaciones a la sociedad civil, y específicamente a los políticos, de que no son una hilera de torturadores ni de estafadores.

No sólo a los militares sino a todos los chilenos, se les enseña desde temprana edad acerca de memorables acciones militares y se agradece que a cambio de la sangre de miles de soldados, el territorio haya crecido a lo largo y ancho. Nunca el Ejército fue sinónimo de riqueza, sino más bien de carencias, y de ello dan cuenta las extremas vivencias de los combatientes en sus duras travesías por los desiertos del norte. Precisamente la falta de recursos fue la que llevó al extinto general Roberto Viaux Marambio a atrincherarse en el antiguo regimiento Tacna, exigiendo al Gobierno profesionalizar a su institución, ante las evidentes amenazas de los vecinos fronterizos. El Ejército tenía cañones de caballería de la Primera Guerra Mundial…

Los sueldos del mundo castrense jamás han sido de ricos. Quienes eligen esta profesión saben que por varios años, sus pertenencias no son suyas sino del Estado. Están permanentemente sujetos a destinaciones, con las alteraciones familiares que implican, y algunas de ellas suelen ser a lugares aislados e inhóspitos. Son soldados -y no políticos- quienes salen a ayudar y resguardar la tranquilidad de sus compatriotas en cuanta catástrofe ocurre en el país, y que no son pocas.

En lo que va del verano, helicópteros de la Armada han evitado 250 muertes por inmersión en el mar, y la FACh ha colaborado en el combate a los incendios forestales.

Fueron soldados, marinos y aviadores los que durante meses casi no durmieron y vivieron en alerta, pernoctando hasta en cuevas, por la amenaza de dos invasiones en la década de los 70, una por el extremo norte y otra por el extremo sur.

Observar hoy a nuestras Fuerzas Armadas bien pertrechadas, con equipamiento moderno, no es sinónimo de dinero mal gastado, sino una garantía para la población consciente, sí, la consciente, no la ideologizada, de confianza en su defensa nacional, más aún si hay un litigio fronterizo pendiente al sur de Aysén. No en vano gozan de un prestigio mundial, dada su preparación, al punto que periódicamente participan en ejercicios internacionales, como el "Estrella Austral" en conjunto con Estados Unidos en el desierto nortino.

RIMPAC, organizado por Estados Unidos, es el ejercicio marítimo más importante del mundo y se realiza cada dos años en el Pacífico norte. En su última versión, a solicitud de la Armada norteamericana, el gigantesco entrenamiento fue dirigido por almirantes chilenos.

Es lógica y justificable la irritación que debe sentir el personal militar que observa cómo a tres de sus ex jefes se les exhibe entrando y saliendo de tribunales cuales chimpancés en cautiverio. La oficialidad y el cuadro permanente no tienen porqué ser maliciosamente vinculados con quienes son acusados por delitos de tipo personal y que en mala hora se les ocurrió cometer. De los tres ex CEJ, Cheyre fue condenado por "encubrimiento y tormentos" siendo apenas un teniente; Fuente-Alba, por enriquecimiento ilícito y Oviedo, por "mal uso" de pasajes aéreos institucionales. Del trío, este último es el único que dejó buenos recuerdos en el personal por su completa formación profesional, "todo un ejemplo de mando institucional". Sin embargo perdió bonos al proponer como su sucesor a John Griffiths a lo que se opuso Bachelet, quien designó a Ricardo Martínez un general que iba a retiro.

A Cheyre siempre se le reprochó su doble juego de militar y político, al extremo de que con su poco célebre "Nunca Más" puso de rodillas al Ejército y hasta instruyó no salir a la calle de uniforme…En su defensa asegura que "contribuí a la transición política del país", pero lo criminalizó y fue autor de una 'apertura' para que oficiales pasivos y activos fuesen motivo de una cacería masiva impulsada por el PC. Más que por sus cuestionables acciones durante su estada en el regimiento de La Serena, la izquierda no le perdona haber sido un delfín de Augusto Pinochet.

Finalmente, Fuente-Alba es el más distante de todos porque, desde que se tiene recuerdos, ha sido el único CEJ que asumió el cargo sin haber tenido jamás una unidad militar bajo su mando.

Méritos más o méritos menos, lo definitivo es que el sector de la sociedad civil digna de crédito, debe empeñarse en transmitir al resto de la gente que el mundo militar no puede seguir siendo confundido ni asociado a las malas prácticas personales de tres de sus antiguos jefes. Aunque afiebre al extremismo, hay que perseverar en difundir todo el simbolismo que implica la historia de nuestros soldados, y dejarlos en paz para que aseguren la siempre amagada soberanía nacional.

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