MORIR PEOR QUE UN PERRO

VOXPRESS.CL.- Días atrás, una pareja de adultos mayores de la comuna de El Bosque apareció muerta al interior de una vivienda de la villa que hace décadas, ellos mismos inauguraron. Él, mayor de 90, firmó La carta dejada a su familia, tras ultimar a su esposa octogenaria y, luego, dispararse él. Motivo: sentirse inútiles a la sociedad y considerarse una carga por sus progresivas dificultades de desplazamiento.
No hace mucho, en Conchalí, otro matrimonio de similar edad acordó poner fin a sus días, ya que un familiar los iba a internar en un Hogar y quedarían separados.
Para quienes los viejos constituyen una incomodidad o les resultan invisibles, diremos que, por lejos, el mayor número de suicidios en el país no corresponde a adolescentes, como erróneamente se cree, sino a personas de la tercera edad.
Son los mayores de 80 años quienes tienen la tasa más alta, con 19,7 suicidios por cada 100 mil habitantes, superando a las personas de entre 70 y 79 años, con un promedio de 17,5. De acuerdo a registros del INE, en un lapso de cinco años, más de mil adultos mayores se quitaron la vida.
Abandono, inactividad, enfermedades y problemas económicos son las causas principales de que asuman, individualmente o en pareja tan drástica determinación. A diferencia, a esta realidad se le contrapone la millonaria campaña a favor de la tenencia responsable de mascotas y la obligación de que éstas porten un chip que identifique a sus amos en caso de extravío.
Fruto de la presión de los ensordecedores e ideologizados animalistas, se creó un Registro Nacional -algo así como un Registro Civil para mascotas- en el cual deben ser inscritas para no recibir penas de multas. A fines de enero, los perros y gatos con identificación llegaron a 265 mil, y la cifra seguirá aumentando.
Casi simultáneamente a la trágica decisión de esa pareja de El Bosque con más de 60 años de matrimonio, Carabineros procedió prontamente al tercer rescate consecutivo de mascotas dejadas 'achicharrándose' al interior de vehículos a pleno sol. Una preocupación que dista muchísimo de la que se les brinda a los viejos solitarios.
Hace poco, funcionarios del Zoológico de Santiago debieron matar a dos leones dentro de su jaula, porque ésta fue invadida por un enfermo metal que podía ser presa fácil de los felinos. La consecuencia de dicha acción fue que, horas después, los animalistas organizaron una masiva marcha por el centro de la capital en rechazo a la eliminación forzada de ambos ejemplares.
A ninguna organización humanitaria se le ocurrió organizar alguna manifestación de apoyo y ayuda a quienes padecen enfermedades mentales…
Éste es el Chile de hoy: los animalitos, por ley, portan un chip para determinarse su paradero y su identidad, en tanto a los ancianos nadie los ve, se desconoce dónde están e incluso hasta sus familiares ignoran su existencia.
Para las mascotas, su final es muy digno: una muerte tranquila inducida por un veterinario; en cambio, los adultos mayores se ven enfrentados a disyuntivas terribles, como es el uso de un arma, el cianuro y hasta la horca. El 2018, quienes tienen 60 o más años superaron a los con 15 o menos, lo que refleja el envejecimiento de la población y lo que implica, guste o no, un nuevo trato y relación hacia ellos. Sin embargo, el INE tiene un dato patético al respecto: el 60% de la tercera edad no tiene vínculo ni contacto algunos con personas menores de 40 años.
Parece cruel, pero es así: el suicidio de jóvenes es de un promedio de 14, muy inferior al de los viejos, pero tienen una resonancia superior por las 'causas de moda' que tienen: el bullying, el bajo rendimiento escolar, los desencuentros familiares, la ingestión de drogas y las rupturas amorosas. No obstante, la autoeliminación de ancianos enfermos o abandonados -que no portan chip- se asume como "algo normal y comprensible" en virtud de la edad.
Hay que reconocerlo: las autoridades se están empeñando en hacerlos visibles y aliviar sus dificultades del diario vivir. Pero lo concreto es que, hasta ahora, siguen sumándose los suicidios porque nadie está cerca para ayudarlos a entender que, aunque añosos, solos y aproblemados, la vida siempre tiene un sentido.
Mientras en su entorno no vean alguna luz, seguirán auto eliminándose con muertes peores que las de los perros.