top of page

LA URGENCIA DE ALIVIANAR EL ESTADO


VOXPRESS.CL.- El anuncio gubernamental de un proyecto para alargar la carrera militar parece haber sido motivo de atención únicamente para las Fuerzas Armadas, no obstante puede considerarse el preámbulo de un antiguo anhelo de los enemigos de la burocracia: la racionalización de la carga estatal.

Teniendo menos uniformados en el sector pasivo, con pensiones y beneficios premium establecidos en su exclusivo sistema previsional, al cabo de un tiempo el Estado se habrá ahorrado cientos de millones de pesos.

Ello debe entenderse como el comienzo de una carrera contra el tiempo para que el Fisco no continúe siendo la más importante fuga de recursos del país.

En los tribunales de Justicia se hallan ocho mil demandas laborales en contra del Estado, interpuestas por igual número de (ex) funcionarios de la administración pública exonerados porque no cumplían rol alguno en sus respectivos servicios. Eran simples, pero costosos, operadores políticos.

La etapa que ahora viene, y que se encuentra en su fase inicial de estudio, es la disminución de algunos servicios públicos y la fusión de otros para ahorrar en plantas que más que aportar, contribuyen a la burocracia y al despilfarro.

Esta iniciativa de usar la tijera en ministerios no obedece a la proporcionalidad de ellos respecto al número de habitantes -que utilizan algunos países-, sino a la necesidad imperiosa, y más o menos rápida, de descargar el excesivo e innecesario peso del Estado.

Actualmente, son 23 los ministerios y es lógico plantearse acaso ese número corresponde a los requerimientos del desarrollo socio/administrativo del país. Parece razonable preguntarse si dicha cantidad de reparticiones es necesaria, más aún si los Gobiernos, casi espontáneamente, tienden a evadir una eventual reducción para evitar el costo de quedarse sin espacios para el pago de favores políticos, causa de la sobrepoblación pública que dejó como herencia el Gobierno socialista.

Por una cuestión doctrinaria, el Estado poderoso es la obsesión de los socialistas y lo cargan hasta asfixiarlo. Macri en Argentina y Bolsonaro en Brasil tomaron la drástica decisión de reducir los ministerios para poner fin al botadero de plata fiscal.

Chile ha vivido por años en la errónea creencia de que a través de la creación de ministerios, y su multiplicación por medio de las respectivas subsecretarías regionales, se robustece el 'peso político' de un Gobierno, sin reparar en sus altos costos ni en la irrelevancia de algunos. Un tercio de todo el gasto fiscal está destinado a financiar las distintas reparticiones y los gastos en personal, todo un desafío para las estrechas arcas públicas. -

Durante la última campaña presidencial, EVOPOLI, del bloque oficialista, planteó un máximo de 13 ministerios, meta que no parece tan cercana, porque el Gobierno, en su política de modernización del Estado, planteó uno digitalizado, más eficiente y menos oneroso, pero yendo más despacio.

Para dar vida a su proyecto, creó, entre otras instancias, una comisión asesora presidencial, cuyas conclusiones deberían conocerse pronto. Las primeras ideas abordadas por este grupo fueron la fusión de los ministerios de Vivienda y Bienes Nacionales, para transformarlo en el de Ciudad, Vivienda y Territorio. También se evalúa que el de Agricultura absorba a la Subsecretaría de Pesca, y, quizás, lo más revelante es el término del Ministerio Secretaría General de Gobierno (SEGOB), que en la práctica requiere sólo de un funcionario, el vocera, en este caso Cecilia Pérez. A ella se le mantendría solitaria con el rango de Secretaria de Estado pero sin ministerio a su cargo.

Esta comisión ad hoc debe explorar muchas más opciones que ésas, porque el cambio de escenario mundial y nacional no corresponde a las carteras tradicionales, como lo acaba de dejar en evidencia el Congreso del Futuro realizado en Santiago. Para dar cabida a los alucinantes temas que el país, en breve, deberá abordar obligatoriamente, ya se dio un paso gigante, la creación del Ministerio de las Ciencias, pero no es suficiente. Hay que crear cupos renovadores dejados por servicios arcaicos, como varios de los ministerios actuales.

Ejemplos: un Ministerio de Educación y Cultura permitiría la automática desaparición de éste, y como el Medio Ambiente depende exclusivamente de la (s) Energía (s), la fusión de ambos calza perfectamente. El 'muñequero político' Gonzalo Blumel no tiene para que disponer de un ministerio, ya que junto a él, en el lobby legislativo también interactúan los demás ministros y algunos asesores. Al igual que Pérez, él también tendría que ser un ministro sin cartera.

Trabajo es un área tan vinculada y casi dependiente del desarrollo social que debería acoplarse a esta cartera con el rótulo de Ministerio del Desarrollo y Trabajo. Todas las áreas sectoriales son susceptibles de ser eliminadas o refundidas. La situación general de burocracia a discreción no puede continuar, ello porque la multitudinaria dotación pública no es ciento por ciento productiva y porque los recursos que el Estado puede ahorrar en la insaciable administración pública serían de salvación para muchos otros sectores.

En esta línea de racionalidad habrá que paralizar el proyecto establecido en el primitivo, y fenecido, Plan Araucanía, de concretar un Ministerio de los Pueblos Indígenas. Chile no es un país plurinacional y los requerimientos de las etnias pueden ser satisfechos por Corporaciones -no como la cuestionable CONDI- que acojan las aspiraciones de los campesinos rurales mapuches trabajadores, pero no violentistas. Mientras esa zona siga dominada a su amaño por subversivos que quieren la partición del territorio, declarando fracciones soberanas suyas, sería una falta de respeto a todos los compatriotas perseverar en esa idea.

A raíz del odioso clima imperante en La Araucanía, de establecerse un Ministerio de los Pueblos Indígenas, lo primero que harían los comuneros comunistas sería 'tomárselo' y destruirlo, tal como aconteció con los municipios de Ercilla y Collipulli. Esa idea debe ser congelada en el marco de esta pretendida racionalización del Estado, un Estado que vive bajo constante amenaza de ser cercenado por la imposición violenta de grupos extremistas.

bottom of page