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PEOR QUE UN ERROR NO FORZADO

VOXPRESS.CL.- Más que por una genuina concepción filosófica, la llamada 'política de los acuerdos' no es más que un resultado matemático frente a la falta de un dominio.

Se atribuye la condición de mentor de este estilo al fallecido Presidente Patricio Aylwin. Su ejercicio lo desempeñó inmediatamente tras el régimen militar con Augusto Pinochet desplegado a todo lo ancho y largo en la vida nacional, y con el Ejército muy reactivo en la coyuntura. Debió manejarse en un escenario tenso, amenazante y con el mundo castrense aún omnipresente.

La 'política de los acuerdos' ha vuelto en gloria y majestad en este Gobierno dada la absoluta asimetría entre Ejecutivo y la oposición izquierdista. Un Ejecutivo sin mayoría en el Congreso no daría un solo paso al frente de no ser que busque avenimientos con sus adversarios políticos. Éstos -lo que está ocurriendo- se aprovechan de la más estrecha rendija para sacar partido de su superioridad legislativa, ya sea, exigiendo condiciones, introduciendo indicaciones ajenas al sentir del Gobierno o, simplemente, chantajeándolo. No satisfecho con ello, ante cada anuncio de un proyecto surgen públicas amenazas de voltearlo de partida acaso no se toman en cuenta sus sugerencias.

Con la finalidad, muy justificable por cierto, de no quedar paralizado en su trabajo y condenarse al fracaso, el Gobierno -nos imaginamos que a contrapelo- debe sentarse a la misma mesa con sus enemigos y, lo más contraproducente, bailar con la música puesta por ellos.

La DC, aturdida por su nefasta campaña y peor resultado electoral en la primera vuelta de noviembre de 2017, pudo renacer rápido de sus cenizas y convertirse en la gran bisagra política, obteniendo dividendos políticos incalculables. Pero su histórica doctrina pendular y los aún influyentes quinta columna al interior del partido, la mantienen en ese viejo e improductivo afán de coquetear hacia lado y lado.

El Gobierno, digámoslo, está totalmente solo frente a una mayoría adversa que se niega a prestarle ropa para que luzca mejor. Es tan afiebrado su obstruccionismo que la oposición rehúsa, incluso, reconocer el formidable incremento de la inversión, especialmente extranjera, gracias a que este Gobierno da confianza por no ser de izquierda.

Esta solitaria travesía por el desierto y sin ayuda de nadie es el que tiene a la actual administración caminando siempre por el borde de la cornisa, con la incerteza respecto a la aprobación o rechazo de sus iniciativas, con fiscalizaciones políticas que llegan a ser ridículas y bajo amenaza permanente de que se acuse constitucionalmente a alguno de los ministros.

El Gobierno socialista de Michelle Bachelet pudo hacer todas las barrabasadas que quiso, cayó en un espiral de escándalos e irregularidades y fue un modelo de corrupción, pero terminó indemne, como blanca paloma, y ello, precisamente, por contar con un Congreso enteramente favorable y con una Cámara que no pocas veces pasó la aplanadora. Pero sí hubo quien le pidiera cuentas: la ciudadanía. En repudio, le dio la espalda y lo sacó de La Moneda.

La población -independiente de sus índices de preparación- es perceptiva y detecta con facilidad las 'metidas de patas' de sus políticos. Está en vigilia permanente más de sus equivocaciones que de sus aciertos. No otra cosa que risas provocaron los proyectos de ley para convertir en deportes -y así recibir subsidios del Estado- el tacataca y la brisca, con los patrocinios respectivos de la diputada RN Erika Olivera y del senador PS Juan Pablo Letelier.

De los actuales parlamentarios, y en virtud de sus bajos índices de competencias, no pueden sorprender ideas como éstas o peores. Pero no son excusables para un Presidente de la República, quien, como nadie, debe cuidar lo que dice y hace. Aunque "por formación y doctrina", Sebastián Piñera carece de tino, su 'numerito' por el nombramiento de una hija de un amigo como agregada comercial en Estados Unidos, superó todos los límites. Hasta la vocera Cecilia Pérez se enredó en un intento por explicar lo inexplicable.

Al igual como en su primer Gobierno, en éste, Piñera con sus designaciones ha privilegiado a sus amigos y a los parientes, esposas y amigos de sus amigos. Como por naturaleza es desconfiado, quienes lo rodean deben ser incondicionales que lo escuchen y no ser escuchados. Pregona que las instituciones no pueden malgastar "la plata de todos los chilenos", como se lo hizo saber al nuevo CJ de la FACH, Arturo Merino, por hacer venir desde el norte a una flotilla de F16 para su asunción del mando.

Sin embargo, no pensó igual al pedirle a Cancillería que enviase a Nueva York como agregada comercial a una inexperta ingeniera comercial, Fernanda Bachelet Coto (en la foto), para que pudiera estar junto a su novio, residente allí, e hija de un amigo y ex socio comercial. Lo peor de todo fue su sueldo: para un cargo con una renta algo superior a los $ 3 millones, a la muchacha se le asignó uno superior a los $ 10 millones mensuales, ingreso superior al del Presidente y del titular de la Corte Suprema. Este descomunal 'apitutamiento' le significó un repudio transversal al Mandatario, incluso de parte del propio oficialismo. De inmediato, la oposición izquierdista se aprovechó para anunciar un proyecto para despojar a los Presidentes de la facultad de nombramientos personales.

El desenlace, la renuncia de la agregada y novia, no amortiguó el sentimiento de rechazo generalizado por tan desproporcionada decisión presidencial. El Gobierno, insistimos, camina por la cornisa por culpa de una oposición mayoritaria y obstructiva, y tiene que hacer todos los esfuerzos por atomizar y, ojalá, extinguir los flancos de ataque. Para ello, desde el Presidente hacia abajo, tienen que extirpar los arrebatos de gustitos y caprichos personales, más aún si en éstos se hallan comprometidos los recursos de todos quienes pagan impuestos.

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