LUZ ROJA AL FEMINISMO

VOXPRESS.CL.- Las estadísticas de la última PSU fueron demoledoras para las mujeres: promediaron menos de 500 puntos
Aunque tuvieron un buen rendimiento en Lenguaje, en las otras tres pruebas resultaron muy por debajo de los varones.
De todos los puntajes nacionales, sólo dos fueron mujeres y, ambos, en Lenguaje. La mayor brecha negativa fue en Ciencias, donde fueron superadas por 18 puntos. El promedio de las mujeres en Lenguaje y Matemática fue de 498 puntos, cuatro menos que el 2017, lo que las deja sin posibilidades de optar a varios beneficios, como las becas Bicentenario -que financia la carrera en planteles tradicionales- y la Juan Gómez Millas -que aporta dinero para acceder a planteles particulares- y les impide acceder a la mayoría de universidades privadas que exigen, como mínimo, 500 puntos.
Para estudiar cualquiera Pedagogía, de gran demanda femenina, también se requieren resultados más altos a los registrados y apenas un 44% de ellas podrá hacerlo. 105.846 estudiantes no superaron el requisito mínimo de los 450 puntos, y según un estudio de la PUCV, en seis comunas (Alto Bio Bio, Alto del Carmen, Camiña, Pencahue, Renaico y Villa Alemana) nadie lo logró.
Investigadores educacionales creen tener una explicación para este deficitario rendimiento femenino: "ellas -dicen- son más sistemáticas, ordenadas y persistentes en el período escolar, pero mucho más sensibles a las evaluaciones en situaciones de estrés". Para Leonor Varas, directora del Demre de la Universidad de Chile,"se sabe que nos perjudican las competencias".
Todos los análisis para determinar las causas del mal rendimiento femenino en la PSU apuntan a factores académicos y humanos, pero omiten, quizás, el principal motivo de que el 2018 hayan bajado aún más en los puntajes promedios: la violenta explosión de los movimientos feministas. Millares de escolares perdieron días, semanas y casi meses de clases para dedicarse a las descontroladas manifestaciones callejeras en pos de un "trato igualitario" con el sexo opuesto. Llegó a surgir -a no olvidarlo- el poco feliz lenguaje neutro ("alumnes") y las jovencitas con sus senos desnudos exigieron "libertad total" a sus derechos.
Muchas de esas combativas escolares del 2018 son las que, ahora, se lamentan por haber obtenido menos de 450 puntos. Como era de aguardar, "para nivelar la cancha" con los varones, ya están presionando para que al año existan dos PSU y hasta tienen el respaldo de algunos expertos de Centros de Investigaciones educacionales para reservarles cupos en carreras de especialidades más complejas para ellas.
Los movimientos feministas locales anunciaron su reaparición para este año "después de las vacaciones", y el énfasis de sus demandas lo pondrán en "la injusticia" que derivó en este desnivel en la PSU: exigirán el fin de los establecimientos exclusivamente femeninos ("debemos tener los mismos derechos que los hombres…") y modificar la prueba de admisión. Del NEM -ranking de notas de los colegios- no se pronunciarán por una cuestión estratégica, dado el progresivo descubrimiento de alteraciones en las evaluaciones de enseñanza media para subir artificialmente el total de la postulación. El fuerte de las licenciadas de cuarto medio está en sus calificaciones.
El feminismo criollo intencionalmente no quiere ver su propia realidad, y a fuerza de presiones, campañas y desórdenes públicos busca un estatus que, por naturaleza, no lo tiene. La antojadiza Ley de Cuotas de la primera presidencia socialista de Michelle Bachelet sigue a medio camino porque las aptitudes naturales y competencias intelectuales no se imponen: se nace con ellas.
En la historia de Chile ha habido mujeres brillantes y sobresalientes y líderes en grandes conquistas, pero ellas lograron imponerlas por sus méritos y sus infinitas capacidades. Una alumna nacida en Concepción y residente en Talca no fue recibida por su colegio, tras volver de un intercambio en Canadá. La acogió un establecimiento particular subvencionado y con escaso tiempo para preparar su PSU estuvo al borde de los 800 puntos. Es un ejemplo de la antítesis de lo que, odiosamente, pregonan las feministas.
Mujeres inteligentes y súper inteligentes las hay, porque siempre las ha habido. Su principal mérito es que se abren paso gracias a sus propias virtudes y capacidades. Ellas sí son motivo de orgullo y ejemplo para el mundo de la mujer, no así quienes tienen temperamento y soltura para exigir a la autoridad de turno que se les beneficie para quedar a la par con el mundo masculino en aras de una igualdad que nunca será tal.
Las mujeres de verdad se abren solas sus caminos y, por un orgullo natural, no les piden a nadie que las asciendan o que les den ventajas artificiales.
Los andinistas que ascienden y conquistas cumbres lo hacen por sus propios medios y superando las más increíbles adversidades que les ofrece la montaña. No ha existido, ni existirá, un escalador que se sienta realizado por llegar a la cima puesto allí por un helicóptero o por una infinita cadena de escalas.
Este resultado negativo de la PSU de las jóvenes chilenas es una luz roja que -aunque difícil- tiene que hacer pensar a las exaltadas feministas criollas que para "ser iguales a los hombres" deben, por lo menos, equipararlos en este tipo de rendimiento, el más importante en la vida de un (a) estudiante adolescente.