LA MALA CALIDAD DE HOY Y AYER

VOXPRESS.CL.- Más de 600 colegios están en serio peligro de ser cerrados por el MINEDUC, porque en los últimos años y en forma consecutiva no han podido superar el nivel mínimo de "suficiente". Son "insuficientes", esto es, derechamente malos.
¿Qué hace que un colegio sea malo? Independiente de su infraestructura, cada vez menos determinante, la calidad de un establecimiento educacional depende de su plantel docente, y sólo de éste, porque ningún niño o joven -obviamente sin algún tipo de discapacidad- es o se convierte en flojo porque sí.
El alumno que pierde interés en aprender es consecuencia de problemas en su hogar o porque su profesor (a) es incapaz de atraerlo, estimularlo y captar su interés.
Sobre este hilo conductor maestro/estudiante, rescatamos dos célebres reflexiones que ayudan a entender la existencia de estos centenares de colegios que están en vías de extinguirse por su mala calidad docente: "la enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón" dejó como legado Howard Hendricks, en tanto, Benjamin Franklin se puso del lado de un estudiante, al escribir "dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo".
La gran incidencia en estos índices de mala calidad no son nuevos: datan de muchos años atrás y de ello dan fe la pobreza intelectual de los chilenos de hoy. Un estudio académico concluyó que "somos analfabetos funcionales", incluyendo a quienes tienen estudios superiores. La responsabilidad fue aquel entonces, y lo es hoy, la precariedad del profesorado. Desaparecieron los genuinos maestros y fueron sustituidos por quienes no obtuvieron puntajes para estudiar otra carrera y, fundamentalmente, porque fue ésta, la educación, una de las áreas elegidas por el comunismo para penetrar las mentes jóvenes, precisamente las más permeables. De vocación, nada.
Un dato que ruboriza: según la encuesta CASEN, el nivel de escolaridad de los inmigrantes que llegan a Chile es superior al de los chilenos.
Es aconsejable que los apoderados requieran de los colegios de sus hijos una información detallada de lo que difundió el MINEDUC días atrás con la categoría de desempeño de cada establecimiento, elaborado por la Agencia de Calidad de la Educación. En este sentido hay que destacar la inquietud de los padres para asegurarles a sus pupilos una educación de jerarquía: todas las escuelas y liceos llamados de excelencia tienen tres veces más postulantes que vacantes disponibles.
Por tercera vez fueron testeados los 5.704 establecimientos de enseñanza básica y, por segundo año, los 2.818 de educación media. Este 2018, 430 escuelas y 229 colegios fueron calificados en el peor nivel, el de "insuficientes".
En su mayoría, las reprobaciones corresponden a escuelas municipalizadas y colegios particulares subvencionados. Según la ley, si un colegio pasa cuatro años como "insuficiente" debe cerrar. Esta fecha se cumple en 2020 para los de básica y 2021 para media, por lo que el MINEDUC impulsa una propuesta para evitar ese desenlace, partiendo por "un trabajo de liderazgo de los directores".
El problema fundamental radica en el 'capital humano', esto es, un profesorado mal preparado, fruto de la anarquía en su formación pedagógica, y, consecuencialmente, por la carencia de vocación. Ésta es la herramienta salvadora de un sinfín de precariedades, como ocurre en la educación rural, la cual, dada la emigración a las ciudades, es cada vez más exigua y, por tanto, más esforzada.
Se registran casos de alumnos que están en quinto básico y no saben leer ni escribir, lo que revela una descomunal discrecionalidad respecto a sus progresos…y retrocesos.
En todo caso, este ranking de categorización sólo toma la temperatura de los niveles de calidad, pero, por magnitud, tiempo y recursos humanos y económicos, no hace un scanner de la total y sorprendente realidad en el deterioro de la enseñanza que viven no sólo modestas escuelas municipalizadas y liceos subvencionados.
La "jerarquía de la ropa" logra maquillar el déficit en la calidad de la enseñanza en colegios que disfrutan de generosos recursos de apoderados seducidos por las apariencias.
De otro modo sería imposible explicar la ignorancia generalizada en todos los ámbitos de la población chilena, y no sólo entre los más requirentes y urgidos.
La ausencia de conocimientos, el nulo saber cultural, el precario uso del lenguaje castellano, la incapacidad de asociar ideas e incluso hasta las dificultades para leer de corridos, son las mejores evidencias de que hasta los mejores preparados de nuestra coqueta sociedad, nunca lo fueron.
Es indignante la creciente ignorancia que, diariamente, se observa hasta en los más empingorotados escenarios, y los horrores que salen de las bocas de exponentes de clases privilegiadas y de íconos de la popularidad.
Muy buenas clases de lo que significa haber recibido una mala enseñanza escolar, e incluso universitaria, las da la televisión en diferentes horarios y en programas que, en lugar de ser de entretención, son patéticos ejemplos de estupidez y de la profunda crisis intelectual que vivimos.