DEL 'MARTIR' AL DELINCUENTE TERRORISTA

VOXPRESS.CL.- No habla bien de la valerosa y corajuda historia del pueblo mapuche que éste, en su conjunto, guarde silencio cuando la izquierda auto asume su representación.
El extremismo no siente el menor apego por el campesino indígena ni por su vida, menos por sus problemas cotidianos de aislamiento, educación, transporte, salud y casi nulo acceso a la modernidad.
La izquierda cacarea representar al millón y medio de mapuches que habitan en el país, una representación que nadie se la ha dado y que, tal como lo reflejan las estadísticas de preferencia de votos que maneja el SERVEL, la zona mal llamada roja y de conflicto, por lejos no le pertenece.
¿A quién o quiénes representa la izquierda? Exclusivamente a movimientos extremistas conformados por un reducido número de comuneros. Es más, no sólo se identifica con ellos, sino los coordina, los orienta, los instruye y los ayuda a obtener financiamiento, ya sea interno o externo.
Esto es lo que el Gobierno tiene necesariamente que aclarar a la población y no sumarse, con lamentos y pésares, a las aguas que la izquierda lleva a su molino. La Moneda sigue cautiva del 'caso Catrillanca', el joven 'mártir' ascendido a los altares del extremismo político, en vez de demostrar que la "lucha mapuche" no es por hectáreas más o menos, sino por motivos ideológicos.
La mejor prueba de ello lo da la reciente condena a un guerrillero internacional, de madre mapuche, desolador de campos en Neuquén y Bariloche y que viajó a Chile para incendiar un fundo en Río Bueno, el 2013.
Facundo Jones Huala es argentino y en su país fue acusado de ser el líder del terrorífico grupo Resistencia Ancestral Mapuche (RAM). Se trasladó a la provincia de Valdivia para "extender la lucha", y encabezó el ataque incendiario al fundo Pisu Pisué, preparándolo con todos los elementos indispensables para que su acción quedase impune. En su casa se encontraron armas de diverso calibre.
Descubierto como autor del delito se fugó a su país y el 2017 fue capturado por la policía argentina por acciones terroristas. Hace tres meses fue extraditado a Chile donde un tribunal oral de Valdivia lo condenó por el incendio y porte ilegal de armas. La machi Millaray Huichalaf se halla en prisión por haber sido su cómplice.
Dicho sea de paso, el mobiliario del tribunal valdiviano fue destruido por enardecidos comuneros extremistas, quienes, además, con sus palines atacaron a personal de Gendarmería.
Facundo Jones Huala era el nexo de los mapuches subversivos de Argentina con el Consejo de Todas las Tierras de Chile, dirigido por Aucán Huilcamán.
Lo ocurrido con este comunero argentino es una evidencia más, de las muchas existentes, de que el Estado de Chile no enfrenta un problema de reivindicación mapuche, sino una acción política y guerrillera. Desde esta incuestionable perspectiva no puede seguir anclado en pasar la cuenta a unos pocos responsables de la muerte de Catrillanca, sino enfocar toda su estrategia en una realidad que la izquierda se empeña en torcer y acomodarla a un hecho puntual que beneficia sólo a sus intereses políticos.
No es un detalle menor que la policía argentina haya detenido a Jones Huala y que la Justicia de ese país otorgase la extradición en forma relativamente rápida. Allá, el extremismo también organizó una orquestada defensa del comunero y, hasta hoy, las diatribas en contra del Presidente Mauricio Macri y de los tribunales son pan de cada día.
Lo concreto es que las autoridades de Argentina actuaron con firmeza y decisión y no se dejaron intimidar por los falsos alardes del extremismo de "representar la causa mapuche". El ministro del Interior se ha puesto hasta fastidioso con su oferta de "diálogo aquí y ahora", pero sin violencia…¿Es esperable que no la haya con la política de inhibición y desmoralización hacia Carabineros asumida por el propio Gobierno?
Han pasado años en vano esperando la extinción por sí sola de la violencia en La Araucanía. Nada, absolutamente nada, hace prever que se darán las condiciones para un diálogo.
La Moneda ha puesto énfasis en que "el reemplazo del GOPE por Fuerzas Especial garantiza la seguridad" en la zona, esto es, se compromete a la custodia de pobladores, pero no extingue el terrorismo. Éste continuará contando con el respaldo y solidaridad del extremismo de izquierda: lo insta a seguir con sus acciones violentas y lo defiende ante cualquier crítica o acción judicial.
Todo apunta a que el "caso Catrillanca" anuló las originales intenciones, aunque erróneas, de darle batalla al terrorismo rural. Sólo queda la remota esperanza de que, reestableciendo su antigua gallardía, el pueblo mapuche le explique al país que la izquierda no lo representa, única vía de poner fin a un discurso falso, frente al cual el Gobierno no se anima a desmentir.