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LA DESIGUAL GUERRA CON EL CÁNCER


VOXPRESS.CL.- Chile está acosado por esta enfermedad y carece de armas para defenderse. De cada cuatro familias que habitan el territorio, al menos una reconoce tener o haber tenido en su seno a un canceroso. El hospital infantil Calvo Mackenna registra cada seis meses 280 "casos nuevos" y apenas en un lapso de tres horas, una persona fallece por esta causa.

En la lista de espera del Plan AUGE, de 9 mil pacientes, 4 mil sufren de cáncer y en la salud pública en todo el país, el déficit de médicos oncológicos llega al 65%. Hay sólo 21 mamógrafos, requiriéndose 70 como mínimo, y se dispone de 287 sillones para quimioterapia, necesitándose 700.

Estas cifras corresponden a la salud pública y no considera ningún caso de las privadas. Pero un dato sugerente revela una realidad similar: el fuerte incremento de los departamentos de oncología y de los médicos especialistas.

El cáncer no le da tregua a Chile y, por el contrario, lo ataca cada día con más fuerza, al punto que para el 2020 será la primera causa de muerte.

Nadie busca adquirir esta enfermedad, al contrario de otras, como el VIH, respecto al cual hay campañas e inversiones millonarias, que no han contribuido a amortiguar el mal por la progresiva promiscuidad de chilenos y chilenas. Es la gran diferencia con el canceroso, a quien le llega de golpe y sin buscarlo.

Siendo la vida el primer derecho humano de un ser, a la gente le resulta incomprensible e inexplicable que el gran debate político y parlamentario, obsesión de la izquierda, sea acerca de otros tipos de "derechos" incomparables con el destino, en su mayoría irreversible, de los que saben que la van a perder.

Todo, absolutamente todo lo existente para el combate al cáncer es insuficiente. De ahí que la alarma haya impulsado a implementar un Plan Nacional de Cáncer, que "mejorará el tratamiento de los pacientes oncológicos y promoverá acciones preventivas para reducir el impacto de esta enfermedad". El programa busca "fortalecer la red oncológica nacional en infraestructura y equipamiento, además de desarrollar sistemas de registro, información y vigilancia epidemiológica del cáncer y garantizar el acceso a cuidados paliativos". Se crearán guías y protocolos de los 20 tipos de más preeminencia en Chile.

En lo inmediato, se formarán 130 especialistas oncólogos de aquí al 2022, mejorar el equipamiento e infraestructura de los seis centros oncológicos de alta complejidad existentes, además de invertir $20 mil millones anualmente en equipamiento e infraestructura oncológica hasta el 2028…si es que la oposición lo consiente. El plan es un proyecto de ley que, como tal, tendrá que ser debatido en el Parlamento donde las prioridades de la oposición son otras. Crea el Fondo Nacional del Cáncer, que tendrá distintas fuentes de aportes, públicos y privados. Hoy, las prestaciones de salud están garantizadas por ley, pero el MINSAL no las puede ofrecer ni entregar por falta de equipamiento e infraestructura. De acuerdo a un catastro realizado por el ministerio, el sistema público cuenta con menos de la mitad de los equipos que necesita para dar abasto a la demanda de tratamientos por cáncer. En total, existe apenas un 45% de cobertura en equipos. Ejemplo de ello es que hay 18 resonadores magnéticos y se necesitan, como mínimo, 61. La carencia de médicos especialistas es asombrosa: hay sólo 74 trabajando en la salud pública. Los profesionales que más se requieren son cirujanos oncólogos (60), radioterapeutas (23) y oncólogos médicos (12).

La lucha contra la principal causa de muerte es desigual. El silencioso y avasallador enemigo parapetado en el cuerpo humano no tiene cómo ser frenado ni aminorado, simplemente porque los visionarios políticos e ideologizados ministros que han desfilado por años no miraron más allá de sus narices.

El cáncer en Chile ha avanzado más rápido que las políticas públicas de Salud, en especial en lo referente a los criterios de prevención y al equipamiento. Con el grotesco advenimiento del feminismo, resulta más fácil y sencillo matar a un ser antes de evitar que muera. Ésa es la gran preocupación de la izquierda, que privilegia el "derecho de todas las mujeres chilenas a interrumpir el embarazo" pese a que sólo un 6% de ellas es partidaria del aborto libre. Sin embargo, un 20% espera la muerte por cáncer, al no existir infraestructura para combatirlo.

Sólo una clínica particular de Santiago, que, eso sí, atiende GES y FONASA, tiene más equipamiento, infraestructura y profesionales especialistas que todo lo que requiere la salud pública para darle guerra a esta enfermedad. Si pronto, muy pronto, será la principal causa de muerte ¿no parece llegada la hora de que todos los parlamentarios por igual le den, al menos, igual importancia que al aborto libre y al VIH?

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