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VOXPRESS.CL.- El país, algo agotado pero resistente, ha sido testigo de un permanente duelo entre el oficialismo y la oposición izquierdista, pero fundamentalmente reducido a materias que, en rigor, no son motivo de una inquietud general. Excepto las normas respecto a la seguridad ciudadana, a la población le interesa en primerísimo lugar el item empleo, ya sea el propio y el de su entorno: el encontrarlo, mantenerlo y con un buen salario, son sus prioridades.
Al margen de poner freno al desborde delictual, el discurso prioritario de la candidatura presidencial de Chile Vamos fue el de recuperar la economía, dejada por los suelos por la administración socialista, y, por consiguiente, el resurgimiento de nuevas fuentes de trabajo.
Más que nervioso, lo que tiene desconcertado a Hacienda y, por ende, a La Moneda, es que el crecimiento económico superó las expectativas más optimistas, aunque se duda de que anualmente llegue a ser de un 4% como lo estima el Gobierno. No obstante, dicho progreso no ha ido apareado con el incremento del empleo y la población ha hecho sentir su inquietud sobre la materia.
Ejemplo de ello es que en la última encuesta de Cadem, la percepción sobre el empleo evidenció altos niveles de pesimismo. Las respuestas acerca de un escenario negativo llegaron a 60%, frente a un 31% de uno optimista.
Este escenario -que instó al Banco Central a subir las tasas de interés- tiene relación con el aumento de la fuerza de trabajo en el mercado laboral: más personas buscan empleos dadas las buenas expectativas generadas por el repunte de la economía.
Uno de los riesgos cruciales de los Gobiernos es el no cumplimiento de sus promesas y, en particular, en materias de gran sensibilidad social. Abundantes pruebas al respecto dio la ex Presidenta socialista Michelle Bachelet, quien sólo creo puestos de trabajo en la administración pública, pero sólo para sus camaradas. La particularidad de estos resistentes índices de desempleo la constituye el sector femenino. Como nunca antes, son más las mujeres que los varones los que buscan un trabajo.
Hay variantes que explican este fenómeno y el primero lo retrata un fenómeno social que ha ido en aumento de modo vertiginoso: por acortar su maternidad, las mujeres casadas sienten la necesidad de incrementar los ingresos para el hogar. En vías de extinción el padre mantenedor y la esposa dueña de casa, hoy la pareja experimenta la necesidad de sumar ingresos al hogar mediante su propio trabajo.
Un segundo flujo de fuerza laboral en búsqueda de un empleo lo marcan las egresadas/tituladas de carreras profesionales y/o técnicas que se han ido extinguiendo como fuente de trabajo. Por inadecuación de sus programas y por no adecuación a los nuevos requerimientos del mercado laboral chileno, es esta fracción femenina la más frustrada de todas.
Se ha puesto énfasis en que la gratuidad abarcará con generosidad a los Centros de Formación Técnica (CFT), pero no se repara en que este sector adolece de una antigua cojera: la oferta inútil.
Un reciente estudio comprobó que, al menos, 16 carreras de los CFT no son rentables y que equivalen, para el mercado laboral, tener sólo cuarto medio rendido.
Si a ello se agrega que a las jóvenes que eligen carreras industriales en los CFT se les posterga respecto a los varones, el problema se agudiza y no se resolverá en la medida en que no se actualice la orientación de la educación, que está quedando obsoleta a pasos agigantados.
Por último, en esta fuerza laboral que puja por un cupo en el mercado, inevitablemente hay que considerar al descomunal flujo inmigratorio de los últimos meses. Excepto los menores, todos los adultos llegan tras un empleo y, si bien en los niveles proporcionales a los estudios y capacidades comprobables, las dificultades se aminoran, a aquellas personas con poca preparación acreditan, no les queda más alternativa que aferrarse al empleo por cuenta propia, que no es más que un trabajo informal, a veces miserable.
Esta asimétrica vivencia de tener una economía más saludable pero impotente en cuanto a generar más empleo, tiene nervioso al Gobierno, aunque lo disimula con argumentos evasivos y no muy convincentes. Todo el oficialismo sabe la importancia del cumplimiento de las promesas y el rédito de éstas cuando se hacen realidad. Se advierte a simple vista en el número de votos.