EL VUELO FINAL DE UN ENGAÑO

VOXPRESS.CL.- En pleno preparativo se halla el primer vuelo que despegará del Grupo 10 de la FACh rumbo a Puerto Príncipe, llevando de regreso al primer centenar de inmigrantes haitianos que decidieron voluntariamente el retorno a su país en vez de la residencia en éste.
Atendiendo el pedido de ayuda de ciudadanos de ese país que no encontraron el "país de las oportunidades" que, tramposamente, se les ofreció, el Gobierno montó un plan de retorno gratuito para ellos. Cada inmigrante debe llenar ante notario un formulario expresando su deseo de no permanecer en Chile y presentarlo en la Dirección de Extranjería. El viaje, como toda la tramitación, es gratuito.
En la medida en que estos vuelos tengan la aceptación que se prevé, se estudiará la opción de extenderlos a ciudadanos colombianos, que también han expresado la voluntad de retornar a su país.
En los primeros formularios entregados a Extranjería, las principales razones para justificar el deseo de volver a su tierra de origen son la cesantía y el clima.
Los primeros pasajeros haitianos corresponden a inmigrantes que se radicaron temporalmente en la comuna de Estación Central, y el promedio es de 70% de varones y 30% de mujeres. Ninguno de los inscritos tiene algún tipo de trabajo estable.
Como era de suponer, políticos de izquierda y organizaciones de inmigrantes y de derechos humanos en manos de ésta, calificaron el plan de "una expulsión encubierta de extranjeros", puesto que para que se haga efectiva, los retornados se comprometen a no intentar un nuevo acceso a Chile en un período de nueve años. "El Estado no puede jugar con los recursos públicos y, por ello, tiene que asegurarse de que quienes se van no estén de regreso a las pocas semanas" les respondió el ministro del Interior, Andrés Chadwick.
Nadie de la oposición ni de la izquierda ha intentado, siquiera, reconocer que fue su Gobierno de la Nueva Mayoría el único y gran responsable de esta oleada descontrolada de extranjeros que, en rigor, viajaron a Chile a nada. Sólo el 2017 -último año de Bachelet (PS)- ingresaron al país 165 mil "turistas" haitianos, de los cuales, convocados por este Gobierno a regularizar su permanencia, sólo 50 mil lo hicieron. Cien mil aún permanecen en el territorio en situación de indocumentados o ilegales.
Un haitiano, en promedio, remesa a su país mensualmente $50 mil, cantidad que le permite a su familia alimentarse durante un mes.
El ingreso irregular de haitianos surgió casi simultáneamente con la solicitud de la Secretaría General de la ONU de "compensar" al país que colaborase a superar la extrema pobreza en Haití. La ex Presidenta socialista de Chile fue la primera en levantar el dedo, anunciando que eliminaba la exigencia de visa para sus ciudadanos. De atrasito, surgieron en Puerto Príncipe una 'oficina' organizadora de los viajes, a cambio de US$ 600 por persona con "garantía de empleo en Chile" y, en Santiago, una línea aérea sin infraestructura, con aviones arrendados, creada casi con el único fin de transportar diariamente a los engatusados isleños.
De este rentable negocio del engaño colectivo, o tráfico de inmigrantes, se ignora el destino de la "compensación" prometida por la ONU. Sólo se sabe que aumentó el nivel de pobreza en nuestro país, incrementó el comercio ilegal, nutrió aún más la aglomeración en los hospitales públicos y contribuyó al incremento de la cesantía.
Chile no era, ni es, el "país de las oportunidades", ya que al momento de abrir las puertas de par en par el Gobierno socialista, el crecimiento económico era nulo; excepto los 'pitutos políticos' en la administración pública, no había fuentes de empleo y las 'especialidades' de los arribados no correspondían a los requerimientos ni necesidades laborales de las empresas locales.
Desilusionados, cansados del hacinamiento y sin esperanzas de días mejores, estos inmigrantes asumieron que fueron víctimas de un vil engaño, ante lo cual optaron por seguir viviendo su pobreza pero, al menos, junto a su familia y en su propia y miserable tierra.