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EL DIABLO SE LE APARECIÓ A LA IZQUIERDA


VOXPRESS.CL.- Si desde mucho antes, ya era su declarado enemigo político, a partir del domingo 7 de octubre, el brasileño Jair Bolsonaro fue ascendido al altar de loa aborrecidos por la izquierda mundial, la chilena incluida, por cierto.

Ese día, 147 millones de brasileños -en Chile son sólo 14 millones- tuvieron el derecho a votar en la primera vuelta presidencial para elegir al sucesor de la defenestrada socialista, la corrupta Wilma Rousseff.

La izquierda, cautelosa, pronosticó que Bolsonaro "rondaría" en el 30% de los votos, diferencia que posibilitaría ser derrotado en segunda vuelta gracias a la alianza de los candidatos progresistas.

Sin embargo, quedó apenas a 3 puntos de ganar dicha primera vuelta y, dada la cantidad de candidatos (12) y la dispersión de sufragios, se da por hecho que esa mínima diferencia la alcanzará en el balotaje. Hoy, hasta el más ortodoxo de los "progresistas" no tiene dudas de que a fin de mes, en segunda vuelta, la victoria será suya. Así, también, lo entendió la Bolsa paulista, que se disparó.

La izquierda enmudeció, y con razón, porque Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL), es el polo opuesto al pensamiento socialista del hasta ahora dominante Partido de los Trabajadores (PT). Esta avasalladora victoria suya en el empobrecido gigante sudamericano es una muestra categórica de que la población, por miserable que sea, no quiere más izquierda a su cargo.

Bolsonaro fue calificado de "ultraderechista", cumpliendo con un rito de identificar así a todos, sin distingos, que no son afines a su ideología. El objetivo fue desacreditarlo y "momificarlo" ante una población con muchos requerimientos, carencias y ansiosa por sus demandas sociales incumplida. Tras sólo 10 meses de campaña, obtuvo el 47% de las preferencias (equivalentes a 45 millones de votos). Muy atrás quedó el candidato del PT, Fernando Haddad -alcalde de la ciudad más grande del país, Sao Paulo-, con el 28% (27 millones de votos). Detrás de él se ubicó el ultra izquierdista Ciro Gomes, con el 12,50%, y, un dato no menor, la aspirante ecologista Marina Silva obtuvo apenas un 1%. Este escenario apunta a que ningún traspaso de votos le será suficiente a Haddad en segunda vuelta.

La decepcionante perfomance del PT grafica el estrepitoso derrumbe de su dominio electoral y la sola imagen de Lula da Silva -encarcelado por corrupción- dejó de ser un handicap y no sirvió para endosar votos.

Hasta la elección de Rousseff, el PT arrasó en casi todos los Estados del país, y en esta oportunidad sólo mantuvo su hegemonía en los del noreste, perdiendo por paliza en todos los del interior.

El socialismo brasileño se aglutinó para bregar por la excarcelación de Lula da Silva, consciente de que por su arrastre personal podía retener el poder detentado consecutivamente en los últimos años por el PT. En dicha campaña en pos de "libertad para "el prisionero político", participaron insignes políticos de la izquierda chilena, encabezados por la ex Presidenta Bachelet, quien viajó a Brasil a presionar a la Justicia que lo condenó por corrupto. Esta bofetada que significa la amplia derrota del PT, la recibió directamente la ahora Alta Comisionada de la ONU.

El periodismo izquierdista -no el de sentimientos ni de solidaridad, sino el de caviar- se subió rápidamente al carro de la denostación en contra de Bolsonaro, tal como lo hizo con Trump para su duelo presidencial con Hillary Clinton, y tal cual ocurrió en nuestra propia campaña electoral para la elección presidencial del 2017.

Al candidato del PSL lo tildaron de fascista, antifeminista, homofóbico, xenófobo, discriminador y que, como ex capitán del Ejército, violó los derechos humanos. Sólo faltó que lo matasen, aunque estuvo al borde, a raíz de un atentado con cuchillo que lo tuvo hospitalizado, grave, y no pudo intervenir en los cruciales días finales de la campaña.

Así y todo, Bolsonaro estuvo a tres puntos de imponerse en la primera vuelta y sus dos hijos fueron electos para ocupar cargos en el Parlamento. ¿Cuál fue la causa para que operara este milagro político en un país históricamente izquierdizado? Simple: proponer una alternativa a los arraigados vicios de la izquierda, entre ellos, la corrupción, la inseguridad ciudadana y recuperar la ruinosa economía.

Un somero análisis de lo que ha ocurrido en los últimos tiempos en Sudamérica, deja en claro que la población de sus países se ha polarizado, pero esta polarización es de rechazo. La gente sufre el agotamiento que provoca el socialismo: no se pronuncia por las virtudes de un candidato en particular, sino ve en él un freno al aprovechamiento y abusos de la izquierda, que promete y no cumple. Ese fue el sentimiento que prevaleció en Argentina para expulsar al kirchnerismo, hace poco en Chile para desbancar a la Nueva Mayoría y ahora en Brasil para bajar de su pedestal al PT, al "lulismo".

De momento, en el subcontinente va quedando sólo el manchón negro de Venezuela, país en el cual hasta los más pobres huyen en busca de alimentos y libertad.

Jair Bolsonaro, a no mediar un cataclismo electoral a fin de mes, se hará cargo del país con menor crecimiento de Sudamérica -a excepción de Venezuela, es claro- gracias al "trabajo" socialista del PT, y en su condición de "demonio" va a tener que lidiar con la izquierda internacional y con la perpetua odiosidad de los sacerdotes y devotos del Foro de Sao Paulo, quienes ven cómo su doctrinario libreto de apropiarse del poder en todos los países del cono sur, ha quedado prácticamente en blanco.

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