DIOS NOS LIBRE DE UN POLÍTICO COMO EVO

VOXPRESS.CL.- La suya pudo ser una historia bonita de contar y tan común acerca de seres que desde la nada llegan a la cumbre. Juan Evo Morales Ayma, originario de Oruro y nacido el 26 de octubre de 1959, pudo haber sido para Bolivia un buen Presidente, que mejoró sus niveles de extrema pobreza, pero equivocó su camino, al punto de que hoy es motivo de desprecio y de vergüenza nacional por el papelón a que llevó mundialmente a su país.
Nacido en la pobreza de una familia dedicada a la crianza de llamas, el primer catre que su padre pudo comprar para que durmiera su esposa, fue gracias a la cosecha de caña de azúcar en Salta (Argentina), donde él asistió por primera vez a una escuela (1966), sin entender nada de castellano porque sólo hablaba lengua aymara.
Tras permanecer un año allí, los Morales Ayma regresaron a sus labores con las llamas en la zona tropical de Cochabamba.
Tras haber cursado sólo hasta tercero medio, Juan Evo fundó un movimiento sindical cocalero y otro político, en el cual se alineó con el socialismo. Líder de los productores de coca, inició su carrera que lo llevó, primero, a la Cámara de Diputado por Cochabamba y, después, a partir de 2006, a la Presidencia de la República -el primero y único indígena en lograrlo- en tres ocasiones consecutivas. Su período actual lo termina en enero de 2020.
La revista norteamericana Times lo incluyó, tiempo atrás, entre los 100 personajes más influyentes del mundo. Hasta aquí su historia que merece ser contada como ejemplo de una familia campesina pobre que hasta sufrió la pérdida de todo su ganado por una nevazón.
Pero Juan Evo se mareó, primero a raíz de su ideología política, y, luego, por las votaciones casi inéditas con que fue favorecido en sus dos primeras postulaciones presidenciales. Así como Salvador Allende, en 1970, se auto proclamó "Presidente no de todos los chilenos, sino sólo de los trabajadores", el Mandatario boliviano lo hizo igual, pero como exclusivo representante de los indígenas de su país.
Como buen socialista, clavó la espada del divisionismo interno, y excluyó de sus objetivos al mundo empresarial, a la academia, a la intelectualidad y al ámbito -minoritario sí- más preparado de la sociedad local.
A pesar de disfrutar del honor de haber sido electo democráticamente en tres oportunidades consecutivas, pasó a tener conductas propias de un dictadorcillo. Apuntaló con sus propias energías naturales a los Gobiernos afines de los Kirchner, de Lula y Rousseff, de Chávez y Maduro y de los Castro. Simultáneamente, adoptó la peor de las decisiones, al revertir, por su cuenta, el resultado de un plebiscito que por paliza le prohibió volver a postular. Intervino la Constitución para definir a Bolivia como "país marítimo"…no teniendo mar.
Para recuperar la confianza de su pueblo, creyó que lo reconquistaría, levantando una campaña injuriosa, vulgar y falsa en contra de Chile para que le devolviese el mar "arrebatado por una invasión" en "una Guerra no declarada", en alusión a la Guerra del Pacífico, de la cual al año de iniciarse su país se retiró por claudicación.
Fue de una grosería inaceptable contra José Miguel Insulza, cuando éste era Secretario General de la OEA, y contra el ex canciller Heraldo Muñoz. Envió a Chile delegaciones desafiantes y prepotentes para "fiscalizar" las aguas de los ríos Lauca y Silala, y ordenó elaborar 'El Libro del Mar', un compendio de ficciones y falsedades sobre la historia marítima de su país. Mandó componer una canción alusiva a "la recuperación de Antofagasta" -cantada con devoción por escolares y militares bolivianos- y exigió el diseño de una gigantesca "bandera del mar".
Todo ello en apoyo a su demanda ante la Corte Internacional de Justicia, ignorando por completo el Tratado de 1904 post Guerra del Pacífico, que selló para siempre cualquiera controversia fronteriza entre ambos países.
En 2017, dicha Corte sentenció que ese Tratado "es intocable y totalmente válido y vigente", pero le abrió a Bolivia una pequeña puerta, generada por las veces que, desde 1920, Chile le ofreció diálogo.
La obligación o no de nuestro país de conversar el tema, lo resolvió la Corte Internacional el pasado 1 de octubre: "nunca hubo un compromiso en ese sentido".
Ese garrotazo jurídico internacional lo dejó nocaut. No sólo marcó el fin de su carrera política y, seguramente, la pérdida de Bolivia para el socialismo, sino él quedó ante su propio pueblo como un falso e incumplidor de sueños nacidos de su imaginación. Sabe mejor que nadie que, por su culpa, aisló más a su pueblo y que éste no le perdonará jamás tanta soberbia, tanta que calificó el fallo de una Corte Internacional apenas de "informe", la acusó de "no hace justicia, ya que sus jueces omitieron el mapa de 1878"… y la amenazó con una "carta personal" a la ONU "para denunciar a esos dependientes suyos"…
Dios nos libre de llegar a tener algún día en el poder a un individuo como éste.