TAPILLAS PARA LOS 'TACOS'

VOXPRESS.CL.- Debe ser una de las sensaciones de mayor impotencia que experimenta un conductor, y ello con el serio agravante de que cada vez que la sufre, queda alterado y multiplica el riesgo siempre inherente en el manejo de un vehículo.
El atasco en la ruta 5 Sur con motivo de las últimas Fiestas Patrias batió todos los record conocidos hasta la fecha. Conductores que madrugaron para salir a las 6 rumbo al sur, a las cuatro horas estaban recién en Buin y a las ocho, apenas en Curicó.
Aunque ésta sin precedentes, cada vez que se produce una salida masiva de automóviles desde Santiago, el escenario es similar y, pese a las medidas de mitigación que se asumen y a las recomendaciones sobre horarios más convenientes, el desagradable desenlace es siempre el mismo.
La culpa de estos atochamientos no es de alguien en particular, sino es consecuencia de un conjunto de factores que no van a cambiar de la noche a la mañana, simplemente porque es imposible hacerlo.
Nunca nadie imaginó que un país chico y extremeño como Chile, llegaría a un parque automotriz tan gigantesco en proporción a su número de habitantes con derecho a manejar: 10 millones. De éstos hay que descontar a los 4 millones que por diversas razones, no lo hacen.
Para 6 millones de personas habilitadas para conducir, en el país existen 5.1 millones de vehículos no de carga y la venta de productos nuevos llega a un 19%, la actividad de más crecimiento en el comercio.
Del número total de vehículos en circulación en el territorio, 1.6 millón corresponde al Gran Santiago, que son preferentemente sus habitantes quienes se desplazan en automóviles durante los feriados largos.
Hecha esta aclaración, la primera gran conclusión de los llamados 'tacos' es la sobreabundancia de autos y el justificable deseo de sus propietarios de salir en ellos, más aún cuando de por medio tienen la excusa de un "descanso" por un intervalo en su actividad laborar.
Por tratarse de una libertad individual, no se le puede obligar a nadie a que no utilice su vehículo, pese a un eventual cuestionable estado o porque se trata exclusivamente de un citycar, que, como su nombre lo dice, es sólo para ser utilizado en la ciudad.
A este primer gran factor hay que sumar que las carreteras chilenas no son más que eso, rutas, y no se construyeron pensando en que llegaría el día -como llegó- en que el número de vehículos las desbordaría.
La gran vía longitudinal del territorio no responde a los requerimientos geopolíticos del país y es un trazado que ni siquiera en su totalidad tiene cuatro pistas.
Para adecuar esta columna y sus vértebras viales a las necesidades y al creciente número de vehículos, las rutas se entregaron en concesión a inversionistas extranjeros para ampliarlas y mejorarlas, ello a cambio de peajes.
Es aquí, en los peajes, donde confluyen dos problemas que ayudan a los atochamientos: por ser de pago manual, producen cuellos de botellas larguísimos, y su recaudación no es suficiente para que las empresas se animen a ampliar las vías, mínimo a tres por lado, para agilizar el desplazamiento vehicular.
Las concesionarias han sido renuentes a transformar los peajes manuales en tag automático, ello por dos razones: el pago, al ser obligatoriamente en billetes, es dinero diariamente fresco, sin ninguna posibilidad de elusión, en tanto las tarjetas de pórticos son fondos por cobrar, a plazo, y con un altísimo número de morosos.
Es éste el nudo gordiano que se percibe más a la mano por desatar. Instalar tag en todas las rutas, cuya recaudación se destine al ensanchamiento de las carreteras, para cuya implementación se requiere de una estricta fiscalización -que hoy no existe- para que quien no paga su mensualidad, no circule por dichas vías interregionales mientras no esté al día.
El último factor en juego es el referente a las aptitudes del conductor. Parte de los atochamientos se producen por los denominados "choques por alcance" que son cada vez más frecuentes y con un número mayor de involucrados. Técnicamente se le conoce por "manejo descuidado" que es una infracción considerada en la Ley del Tránsito, pero Carabineros no la aplica a los responsables. Se dedica sólo a desplazar los autos desde la calzada.
Recién hace dos años se dificultaron los exámenes para la obtención de licencias para conducir, de tal modo que subsisten en circulación muchísimos conductores sin aptitudes para hacerlo, y que son quienes principalmente provocan estas colisiones y, por ende, los atochamientos. Si de inmediato se les cursara la multa que ordena la ley, lo más probable es que en su próximo viaje manejen con la boca cerrada.
La lentitud de desplazamiento de algunos conductores contribuye, también, a los 'tacos'. Suelen circular a muy baja velocidad indebidamente por la pista de adelantamiento, la izquierda, obligando a los demás a sobrepasarlos por la derecha. Así como se cursa una infracción a los que exceden los límites, también se debe multar a quienes lo hacen a un ritmo menor y por donde no les corresponde.
Es impensable imaginar que por estos interminables atascos que se producen no más de tres veces al año, las políticas públicas de obras viales van a ser cambiadas radicalmente. No hay que confiar en que a breve plazo se alcanzará un estatus como el norteamericano o el europeo, pero, al menos, con ciertas medidas paliativas, como las sugeridas, y que más que grandes recursos demandan buen criterio, se contribuiría a evitar situaciones tan desagradables y de tanta impotencia para los conductores.