LA SUPREMA NECEDAD DE LA IZQUIERDA

VOXPRESS.CL.- La izquierda, no la de caviar sino la más ultra y radicalizada, no se informa, no lee y no entiende lo que pasa en el resto del mundo. Continúa machacando con su estilo de imponer sus ideas a una mayoría que no la quiere y que, peor, la desprecia.
Por una cuestión exclusivamente ideológica y de odioso revanchismo, acaba de generar una fractura entre dos Poderes del Estado chileno, cuyas consecuencias pueden ser tan variadas como peligrosas para una necesariamente sana convivencia nacional.
El Frente Amplio (FA), el PC y el PS se alinearon disciplinadamente para acusar constitucionalmente a tres ministros de la Corte Suprema de Justicia, aduciendo "abandono de deberes". Cualquier eufemismo para justificar dicha conducta carece de sentido y razón, porque la real razón para ejecutarla fue de índole política.
La izquierda suele enceguecerse cuando, quien sea, toma decisiones que no son del agrado de su paladar. Acusó a los magistrados por dejar en libertad condicional a siete prisioneros de la cárcel de Punta Peuco.
Los más prestigiosos profesionales del Derecho, insertos en el debate, argumentaron que no hubo una sola letra en el libelo acusatorio que lograse probar que existió algún tipo de atropello jurídico.
Dos conceptos fueron recurrentes en los argumentos de los voceros de la izquierda: uno, la sentencia de esos jueces fue una señal de impunidad para los acusados por violaciones a los dd.hh. y, la otra, que su sentencia implicó una falta a la ética.
Nadie, con un dedo de frente, puede aceptar que en un marco del millar de condenados y de más de mil causas en proceso, el hecho que siete personas queden en libertad condicional signifique impunidad. A las 48 horas de que la Sala Penal otorgó ese reducido puñado de beneficios, falló en contra de otros 22 imputados.
En cuanto a achacarles a los jueces "falta de ética", no son precisamente los parlamentarios chilenos los más indicados para hacerlo, y eso bien lo sabe la población que los ubica como los personajes públicos peor evaluados.
Como lo hemos referido en ediciones anteriores, la izquierda, en el mundo, y por ende en Chile, carece de un proyecto democrático, justo y de bienestar que ofrecer a los habitantes de cualquier país y, por ello, permanece atomizada, creando conflictos y confrontaciones para mantenerse con vida. Al guiarse por odiosidades y rencores, no se detiene a reflexionar sobre sus actuaciones.
Esta vez se lanzó en contra de un Poder del Estado que le era afín, al punto de ser presidido por uno de los suyos.
Omitiendo un antecedente tan favorable, vio en la acusación constitucional la gran posibilidad de conformar definitivamente un bloque opositor -FA, el PS y el PC-, oportunidad ideológica opositora por la que vienen clamando desde marzo los líderes de ambos partidos tradicionales.
Si el panorama previo a esta acusación política mostraba un paisaje muy diverso y distante a la unidad de la oposición, su rechazo por parte de la Cámara de Diputados dejó más fricciones al sector (centro) izquierdista. Se afianzó la alianza entre la DC y el PR que midió, diríamos con éxito, su condición de bisagra para dar o negar votos cruciales a la oposición y marcó las dudas sobre la real identidad del PPD, en el cual siguen mal conviviendo sensibilidades de la izquierda dura y de la social democracia. A su vez, en el Frente Amplio, por su segundo fracaso en esta materia de acusaciones constitucionales, surgieron de inmediato aires de purificación para deshacerse de los movimientos más radicalizados que le impiden concretar cualquier tipo de pacto…y madurar políticamente.
Hay quienes, como balance de esta fracasada acusación, temen que los ministros de la Corte Suprema se inhiban (políticamente) frente a fallos futuros. Si ése fue el propósito de la izquierda, le resultó una más de sus equivocaciones, porque si hay personas que se jactan hasta con soberbia de su independencia y libertad de procedimientos, son los miembros del Poder Judicial.
Los jueces chilenos, lo menos que tienen es ser templados, e históricamente han dado muestras de ser indiferentes ante lo poco justos, arbitrarios y hasta desafiantes para la comunidad. Son muy conscientes de que manejan un poder, el poder de la Justicia.
Uno de los ministros acusados dijo sentirse afectado, no por la acusación en sí, sino porque "fue patrocinada por una diputada que no conoce ni la tapa de la Constitución". Y es así: esta fallida maniobra de la izquierda nada tuvo que ver con la Constitución, sino fue tan sólo una estúpida ofensiva política, irracional, como todas las de la ultra izquierda.