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PRESOS POR SER PADRES


VOXPRESS.CL.- Para abortar, Chile hoy tiene una ley que lo permite, pero no así para quienes no pueden ser padres a causa de problemas insolubles de fertilidad. El vientre de alquiler está prohibido.

Hay circunstancias de la vida en que, con un poco de buena voluntad, los problemas sí tienen remedio: es el caso de la infertilidad. Liderados por un conocido animador de radio y televisión, tiempo atrás decenas de parejas infértiles, empujando un coche de guagua vacío, se tomaron calles de Santiago. Fue su silenciosa respuesta a la impasible e indiferente conducta de las autoridades a sus demandas por una actitud abierta y moderna para poder acceder a la fertilidad externa, más allá de la simple adopción.

En el evolucionado Chile de hoy se privilegia el derecho de la mujer a interrumpir su embarazo y pugna para que parejas de homosexuales contraigan matrimonio y adopten hijos. No obstante, nadie mueve un dedo por contribuir al "derecho a ser padres" de muchas parejas infértiles que deben recurrir a úteros del extranjero para lograrlo.

Chile envejece y no sólo porque la población está viviendo más, sino por el brusco descenso de su tasa de fecundidad. Entre 1960 y1965, el promedio de hijos era de 5,4 por mujer, el que descendió a 2,8 entre 1975 y 1980, en tanto a comienzos de los 2000 ya había disminuido a 2. Desde el 2015 en adelante, se ha mantenido en 1,85 por mujer, cifra inferior a la indispensable para el recambio generacional.

Un documento del Centro Latinoamericano de Políticas Económicas y Sociales de la Universidad Católica (CLAPES) concluye que "el envejecimiento de una sociedad es un proceso que ocurre al aumentar las expectativas de vida debido a adelantos médicos y a mejores hábitos de la gente. Pero, al mismo tiempo, y a medida que las mujeres se educan más, tienden a retrasar el momento en que tienen sus hijos, lo que, a su vez, produce una caída en la tasa de fecundidad. Este proceso lleva, finalmente, a un cambio en la composición de la población, que pasa a tener una proporción mucho más grande de adultos mayores y mucho menor de jóvenes”.

De haberse asumido como corresponde esta realidad social, los adultos mayores no estarían postergados ni arruinados y los índices de natalidad no hubiesen caído a los alarmantes niveles actuales. Una de estas causas es que los legisladores han reaccionado en forma vertiginosa ante las demandas populistas del feminismo, pero han cerrado los ojos frente a los requerimientos de quienes, con su paternidad, podrían haber atenuado la realidad actual. No existe en el país una norma que permita la fecundidad en vientres alquilados, una alternativa común en muchos otros lugares.

Dos semanas estuvieron en prisión en Perú los chilenos Jorge Tobar y Rosario Madueño, luego de que intentaran dejar ese país con dos mellizos recién nacidos. Fueron acusados de un presunto delito de trata de personas, pese a tratarse de sus hijos nacido mediante un vientre de alquiler.

Ambos llegaron a Lima al día siguiente del parto de la mujer que les arrendó su útero. Al querer traerlos de vuelta, la policía del aeropuerto internacional Jorge Chávez reparó en que habían ingresado un día después de la fecha de nacimiento, lo que generó que se les acusara de un ilícito. Un posterior análisis de ADN confirmó que Tobar es el progenitor de los mellizos.

La iniciativa de este matrimonio de recurrir a una mujer peruana para poder ser padres es una experiencia ya vivida, y con éxito, por otras parejas chilenas que encuentran en el exterior una respuesta inexistente en su propio país. Aquí, la oferta de alquiler de úteros es pública, pero implica riesgos legales, precisamente por ser considerado un procedimiento ilícito.

En las redes sociales, decenas de mujeres ofrecen el servicio por valores que varían entre los $7 millones y los $12 millones, sin considerar los procedimientos de fertilización. Como se trata de un acuerdo entre personas; no hay clínicas de por medio, porque ninguna avala el método. En Chile, la madre legal es quien da a luz, de tal modo que, sí o sí, el problema se presentará al momento de inscribir al hijo con otro apellido materno.

El gran e inexplicable contrasentido es que los legisladores corren para aprobar leyes que contravienen la maternidad, para satisfacer el liberalismo femenino de hoy, pero ignoran -intencionalmente, suponemos- el anhelo natural de quienes quieren ser padres pero por problemas de infertilidad no pueden serlo.

Es hora de que el populismo deje de ser un obstáculo para dar vida y no sólo para quitarla, como hasta ahora.

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