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¿HASTA CUÁNDO DAMOS LA HORA?


VOXPRESS.CL.- Hasta 1968, jamás un ciudadano de este país se había enfrentado a una preocupación adicional, quizás secundaria en lo doméstico, pero que durante siglos no estuvo dentro de sus obligaciones: modificar la hora en sus relojes.

Fue durante el Gobierno de Eduardo Frei Montalva, que producto de una sequía descomunal, y sólo por ese año -¡sólo por 1968!- se decidió adelantar en 60 minutos el huso horario en el territorio para aprovechar al máximo la luz natural.

Lo que fue una inédita medida de emergencia por déficits de generación eléctrica, terminó siendo un vicio, y, de la noche a la mañana, el país pasó a tener la muy mala costumbre de cambiar su huso, pasando a tener dos mal llamados horarios de invierno y de verano.

El cambio climático ha originado durísimos períodos de sequía, pero ello ha sido amortiguado por el avance en la producción eléctrica, por la modernización de los sistemas de generación y por el fuerte incremento de energías no convencionales que, incluso, abastecen generosamente de agua el árido norte grande. No hay, entonces, razones de peso suficientes para seguir jugando con los estados de ánimo, el sueño y el rendimiento de las personas, todas afectadas por los cambios de huso horario.

Este año deja de regir el poco criterioso decreto del Gobierno de Bachelet que reestableció 'el horario de verano'…¡casi en la mitad del invierno! Su última modificación -felizmente- fue este 12 de agosto, cuando los relojes se adelantaron en 60 minutos y los escolares y preescolares volvieron a ingresar de noche a sus salas.

Las voces de científicos recomiendan no alterar el huso, pero resulta que en Chile, la población mayoritariamente quiere dos horarios, básicamente para iniciar, siempre, las actividades diarias con luz solar. Bajo esta premisa, la ministra de Energía anuncio que a partir de 2019 y hasta 2022, el horario de invierno comenzará el primer sábado de abril y culminará el primer sábado de septiembre, lapso que Susana Jiménez estima que beneficiará a 12,5 millones de habitantes, esto es, a un 70% de la población.

Este último cambio de hora, el correspondiente al decreto de Bachelet, dio motivo a un rechazo casi unánime de la ciudadanía y, fundamentalmente, de especialistas en salud infantil y de educadores de Básica. Éstos exhiben estadísticas del deterioro en el rendimiento de niños en las primeras horas del día con luz artificial.

John Ewer, investigador de Neurociencia, dice que "es la luz del día la que le dice al cuerpo que debe despertar", en tanto, doctores especialistas en trastornos del sueño denuncian la negativa incidencia del cambio de hora en el tratamiento de sus pacientes.

Parece indesmentible que el cambio de hora sólo sirve para alterar y no para mejorar, por mucho que sea una tendencia aplicada por la mayoría de los países europeos, con los cuales el vaivén oscila entre 3 y 6 horas, todo un trastorno para viajeros y negocios internacionales.

Los científicos opinan que el ideal ("por las condiciones geográficas de Chile") es mantener inamovible el GMT -5, esto es, siempre cinco horas menos que la medición universal del meridiano de Greenwich.

Chile debería tener el mismo huso horario de Perú, sin embargo queda por un largo período del año a la par con el de Brasil. Pero fue cambiado a -4, ya que se consideró "un valor promedio adecuado para que las salidas y puestas del sol dieran, durante el año, luz y oscuridad equilibradas".

La Tierra tiene un ciclo de luz y oscuridad en las diferentes estaciones en un año, el que se ha repetido por siglos y los seres humanos se han acomodado a ese suave cambio durante las diferentes estaciones.

Astronómicamente, el ser humano altera su horario acorde a la salida del sol: "los ciclos de estar despierto deben estar regidos por la luz natural" asegura el científico Roberto Gómez.

En este país, donde no sólo los burros hacen burradas, parece haber llegado la hora de reestablecer la seriedad y terminar con un experimento que de científico nada tiene. Está categóricamente comprobado que los cambios de horarios atentan contra la salud de las personas, y específicamente contra los menores.

Deben eliminarse 'argumentos interpretativos" y sin lógica alguna, como aquél sostenido por el Gobierno socialista que "con más tiempo de luz natural al atardecer, los trabajadores dispondrán de más tiempo para su vida familiar". ¡Qué tamaña idiotez!: esos últimos rayos solares los 'disfrutan" apretujados en un bus que demora dos horas en regresarlos a casa…

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