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EL APURO POR SER CANDIDATO


VOXPRESS.CL.- Aquella expresión tan folclórica chilena de que "no te limpies la boca antes de comer" ha pasado a dominar, casi increíblemente, la escena política criolla con el surgimiento de auto proclamaciones para la elección presidencial de… ¡noviembre de 2021!

Lo que está ocurriendo carece de cualquiera explicación racional y no es más que el reflejo incuestionable de la ambición personal que impera en algunos políticos.

Se cumplen recién cinco meses de la asunción al poder por parte de Chile Vamos y el Gobierno -lo ha dicho- no ha terminado de instalarse y permanece la incertidumbre de los acuerdos imprescindibles entre Ejecutivo y oposición para que puedan entrar en vigencia proyectos que incidirán en el desenlace de la administración Piñera.

Haciendo referencia al proverbio popular citado al comienzo, la cena ni siquiera está servida y hay quienes quieren limpiarse la boca como si hubieran comido.

En el primer Gobierno de Michelle Bachelet aconteció una situación similar, pero con una justificación: a los tres meses de ella en La Moneda, la entonces Concertación se percató de que se había equivocado de candidato. Hubo, incluso, contactos reservados entre sus dirigentes para elaborar algún tipo de estrategia de sustitución.

Tenían razón: fue el peor de los Gobiernos concertacionistas y terminó entregando el poder a la centroderecha.

Hoy, aquel panorama no existe: la población detecta que, pese a la tozuda obstrucción opositora, se plasman iniciativas que van en su beneficio, como, por ejemplo, en el combate a la delincuencia y el aumento de cirugías en la salud pública.

Resulta ridículo que tan prematuramente surjan interesados en llegar a La Moneda y con carencia absoluta de contenidos que ofrecerle al país.

Cuando Sebastián Piñera devolvió La Moneda a Bachelet, al día siguiente puso mano a la obra para volver a Palacio. Pero el suyo no fue un deseo ni un capricho, sino un real trabajo de análisis grupal para estructurar tempranamente un programa de recuperación del país.

Sin discusión alguna, quien le alisó la pista a Piñera fue la propia Bachelet y su Nueva Mayoría, con la segunda peor administración que se recuerde después de la de Salvador Allende y su Unidad Popular.

Sin ser futuristas, no se percibe, así de buenas a primera, que este Gobierno le abone el camino a la izquierda. Por lo mismo, todos los interesados en ser candidatos tendrán que ser muy ingeniosos y creativos para ofrecer una alternativa no derechista ni centrista ni de la izquierda derrotada en diciembre. Difícil desafío.

De acuerdo al escenario actual, todos los aspirantes que han expresado su voluntad de ser candidatos están abocados sólo a obstruir la acción del Gobierno, en el mal entendido que, cerrando el paso al adversario, es el camino directo a La Moneda.

Primero fue José Miguel Insulza y, ahora, Carlos Montes, ambos senadores PS, quienes llamaron la atención de que por esa vía, no llegará a ninguna parte. Este último, presidente del Senado, ha sido un articulador de la obstrucción, pero en un impensado giro expresó que, "también, hay que conversar"…

En su cuenta pública de la Cámara Alta, Montes reclamó que "en 30 años nunca había ocurrido que la (centro) izquierda fuese incapaz de articular una coalición", en tanto su congénere titular de los diputados, Maya Fernández, alertó sobre "el peligroso populismo de la derecha"…

De paso, devolvió cien oficios a distintos ministerios: todos habían sido respondidos oportunamente, pero le pareció de mal gusto que los firmasen los jefes de gabinete y no los titulares de cada Cartera.

¿Quién, a estas alturas, puede tener siquiera una minuta de un proyecto de Gobierno? En la (centro) izquierda, nadie.

En el Frente Amplio advierten que "estamos trabajando en eso", pero son tantos los disensos entre sus movimientos, e incluso la discriminación hacia algunos, que no será fácil una materialización de su anunciada promesa de "ser Gobierno después de Piñera".

Sus propios dirigentes son críticos consigo mismos: "somos desorganizados", "nos falta madurez", "no tenemos un ideario común" son algunas de las autoflagelaciones más escuchadas. Su primera gran medición de fuerzas fracasó: la acusación constitucional contra el ministro de Salud se cayó por falta de apoyo de diputados socialistas, pese a los coqueteos previos de su presidente Álvaro Elizalde por formar un bloque.

En el Frente, la imagen de Beatriz Sánchez se ha invisibilizado y sus esporádicas apariciones no logran 'pegar', y hasta le endilgan que no es una líder. En tanto, la figura de Jorge Sharpe, alcalde de Valparaíso, se agiganta en desmedro de quienes, hace un año, revelaron sus intenciones de disputarse la candidatura a la Presidencia de la República, Gabriel Boric y Giorgio Jackson.

Después de la frustrada acusación constitucional no hay voluntad en el Frente para pactar con el PS y, pese a que oficialmente se niega, es más factible algún tipo de alianza con el PC.

El comunismo resintió su soledad. Luego del desafío de su presidente Guillermo Teillier en cuanto a que "se equivocan severamente quienes pretendan aislar a mi partido", tuvo una reacción desconcertante: su apoyo a la censura en contra de la represión impuesta por "el comandante Ortega" en Nicaragua.

El PS, enceguecido por el revanchismo personal de Álvaro Elizalde, continúa con su solitaria aventura de negarle sal y agua al Gobierno, el objetivo que se ha propuesto su mandamás como plataforma "revolucionaria" para su ambición de llegar a La Moneda y "continuar la obra de Michelle Bachelet".

El calvo presidente socialista es cuestionada por su propia gente por ser un entenado del verdadero cerebro de la directiva, el desconocido secretario general Andrés Santander, pero resiste bien los embates internos, en especial los del sector de Osvaldo Andrade.

Elizalde carece de consensos en sus propósitos de ser candidato presidencial y mientras Isabel Allende Bussi, de gran influencia partidista, dice "no ser tiempo de hablar del tema", Andrade no cesa de hacer campaña por Máximo Pacheco.

En el PPD, su presidente Heraldo Muñoz pregona un pacto amplio, "incluido el PC y la DC", y respaldó el anuncio de Ricardo Lagos Weber de su disposición a ser candidato.

En el cada vez menos influyente radicalismo -castigado por su acogida al 'huérfano' Guillier-, a las antiguas aspiraciones de su presidente Ernesto Velasco le salió al camino como un rayo el ex ministro de Justicia y de Defensa, José Antonio Gómez: sin humildad, aseguró que el partido debe tener una carta presidencial…"sea yo u otro"…

En la DC, el tema es tan lejano como un entendimiento entre las dos sectores férreamente contrapuestos: los humanistas cristianos, encabezados por la vicepresidenta Carmen Frei, y los socialistas no cristianos ni humanistas liderados por el diputado Gabriel Silber.

Cual lobo solitario, el único que ha hecho pública su disposición a ser la opción DC a La Moneda es el senador Francisco Huenchumilla. En su afán de marcar diferencias dispara hacia todos lados, incluso al interior de su propia colectividad. La DC, tras la elección de su nueva mesa, está recién abriendo senderos que la lleven a un proyecto común entre sus militantes, y resolver quiénes serán sus aliados, porque si una cosa le quedó clara es que jamás volverá a competir sola.

Hay que dejar constancia de un detalle no menor: hemos consignado a quienes públicamente han expresado su ánimo de ser candidatos a la Presidencia. Ellos, Elizalde, Lagos, Gómez y Huenchumilla, se adelantaron, más que en la dudosa convicción de que lo serán, para no repetir la "experiencia Guillier", en cuanto a que una cara nueva y fresca podía cambiar los libretos históricos de la política chilena.

"Más vale un pájaro en la mano que cien 'guillieres' volando", aseguran.

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