LAS COMPUERTAS DE LA 'SEQUÍA LEGISLATIVA'

VOXPRESS.CL.-
La situación es realmente inquietante porque la ciudadanía parece ajena a ella, aunque es la primera y gran afectada.
Casi silenciosamente ha ido creciendo la obstrucción opositora al Gobierno. Puede dar la sensación de que no se ve ni se siente, pero las comisiones parlamentarias encargadas de dar el vamos a los proyectos del Ejecutivo no les dan bola y, cínicamente, denuncian -para los aplausos de la galería- que hay "sequía legislativa", porque desde La Moneda no les llega trabajo.
Ésta no es más que una grotesca caricatura de la realidad que presenta el progresismo, porque hace muy poco -en los descuentos de su correligionaria Bachelet- sus diputados fueron atiborrados de proyectos y se quejaron de carecer de tiempo para estudiarlos. Sospechosa contradicción: el 2017 reclamaron por exceso de trabajo y en este 2018 protestan por falta de trabajo.
No hay que creerlo. Ocurre que la oposición, liderada por el PS, que, a su vez, fue aleccionado por Bachelet antes de irse, se fijó como meta ser absolutamente obstructiva, e impedir que el Gobierno materialice su programa para, así, mostrar una imagen de inoperancia que lo lleve al fracaso.
La obstrucción es, al menos hasta el momento, la única vía de la izquierda para mantener la cabeza en la superficie. Carece de un proyecto que ofrecer a la población, adolece de contenidos y ni siquiera ha llegado a una aproximación de un consenso de ideas para actuar como un solo bloque.
Son casi a diario las convocatorias partidistas, en especial del PS y el PC, para construir un acuerdo amplio de "todas las sensibilidades progresistas". La angustia por esta desconexión ideológica llevó al inefable Álvaro Elizalde a comunicar al país que "el PS está en el centro de la izquierda… Sólo por desconcierto, nadie rió por dicha humorada.
La consolidación de una gran asamblea opositora sigue trabada porque el Frente Amplio parece renuente a adaptarse a la 'política tradicional'. De hecho, el influyente Movimiento Autónomo (Boric y Sharp) no se entiende con Revolución Democrática (Jackson), por considerar que ésta tiene las mañas de la Nueva Mayoría y es muy cercana a ella.
Dolió fuerte en el Frente su derrota en la acusación constitucional contra el ministro de Salud. A su rechazo contribuyeron votos de las colectividades históricas de izquierda, las mismas que los invitan a unirse a un objetivo común.
Todas estas carencias que le impiden constituirse en una alternativa de Gobierno a breve plazo, son las que remiten a la oposición a contentarse con cortar las aguas del Gobierno. Como la izquierda no puede avanzar, impide que lo haga su adversario.
Ese propósito no es un descubrimiento reciente, sino proviene desde las primeras horas de instalación de este Gobierno. La directiva del PS, tras negarse a integrar comisiones de trabajo transversales a que convocó La Moneda, desafió al Ejecutivo a "discutir los proyectos en el Parlamento, de cara al pueblo"…
Bajo el poncho, el PS tenía muy claro la finalidad de su desafío: utilizar las comisiones, mayoritariamente en poder de parlamentarios opositores, para trancar la materialización de los proyectos gubernamentales.
Oficialmente, las comisiones son organismos colegiados integrados por un número determinado de parlamentarios, cuya función primordial es "el estudio pormenorizado y especializado" de cada uno de los proyectos de ley y de las materias que son sometidas a su conocimiento.
Los partidos con representación en la Cámara están en las comisiones con un número proporcional al de sus diputados. De acuerdo a la importancia de los proyectos, éstos tienen niveles de urgencia, que reflejan los grados de premura en materializarlos.
Los presidentes de comisiones son quienes les dan curso, los privilegian, los retrasan o los archivan para su discusión. Es una manipulación oficialmente permitida y que la oposición, gracias a una superioridad numérica en el Parlamento, la está estrujando al máximo.
El Parlamento -mediante sus comisiones- no ha respetado las urgencias de proyectos fundamentales, ya que no los ha despachado en los plazos establecidos.
El Gobierno ha enviado para su discusión 38 proyectos de ley, teniendo vigentes otras 45 urgencias legislativas, las cuales no han sido atendidas por los presidentes opositores de las comisiones.
Uno de los proyectos intencionalmente retrasado es la Ley de Migraciones, iniciativa emblemática de La Moneda que ha recibido cuatro urgencias y, actualmente, una suma urgencia. Éste ingresó al Congreso el 3 de abril a la comisión de Gobierno Interior de la Cámara, presidida por la diputada Daniella Cicardini (PS). Desde entonces ha sido dilatado y aún no se vota ni siquiera el artículo primero.
El ministro de Economía, José Ramón Valente, llamó a los diputados a ser comprensivos con la realidad de las pymes y casi les rogó que aprueben el proyecto que agiliza obligatoriamente el rápido pago de sus facturas. No se ha discutido.
Otro retraso considerable experimenta la Reforma a la Ley Antiterrorista, cuyas indicaciones datan del 5 de abril, cuando ingresaron a la comisión de Constitución del Senado, presidida por el senador Francisco Huenchumilla (DC).
Una más que no avanza es la Ley de Fármacos, con su primera urgencia desde el 10 de abril. El proyecto se halla en la comisión de Salud de la Cámara, cuyo presidente es Juan Luis Castro (PS). Se le han puesto cuatro urgencias y una suma urgencia y aún no parte la discusión en particular.
En Educación, una de las banderas de Sebastián Piñera es la gratuidad en la enseñanza técnico profesional. La iniciativa recibió su primera urgencia el 17 de abril y se encuentra en la comisión sectorial del Senado encabezada por Yasna Provoste (DC). Se le puso urgencia tres veces, sin votarse todavía en general.
A no extrañarse: éste es el panorama de hoy y que continuará dándose, pese a los esfuerzos de un gran negociador, como Gonzalo Blumel, pero cuyos esfuerzos continúan estrellándose en la premeditada -y anunciada- política obstructiva de la oposición progresista.