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FEMINISMO Y POPULISMO FEMINISTA


VOXPRESS.CL.- Ha surgido una especie de natural confusión en sectores de la sociedad local, a raíz de la violenta irrupción de una movilización feminista que proclama luchar contra el acoso sexual.

Centenares de jovencitas y adultas jóvenes, especialmente escolares y universitarias, han adherido a

manifestaciones públicas en las que piden una legislación especial "de privilegios", hasta concretar una ley que origine un absoluto "cambio cultural" en su favor.

En dichas manifestaciones participan, por igual, agentes de la diversidad sexual, con banderas del orgullo gay, y activistas transgénero.

Con estos parámetros, resulta imposible definir a este heterogénea expresión populista y, menos, asumirla como 'feminista'. Por respeto a las mujeres auténticas y genuinas, mayoritarias en la sociedad chilena y mundial, sería un insulto atribuirle esa categoría.

El feminismo es "la corriente ideológica que lucha por la igualdad de oportunidades y se opone al machismo". Persigue poner fin, definitivamente, a Ciertas prácticas y costumbres sociales aún vigentes y que las reducen a papeles secundarios, especialmente al interior del matrimonio.

El rol de la mujer ha cambiado radicalmente en los últimos siglos. Históricamente, la sociedad la remitió a cumplir exclusivamente con sus funciones de esposa y madre. Fue el feminismo, surgido a comienzos del siglo XX, el que permitió que ellas fuesen saliendo de esa burbuja discriminatoria, llegando a ser Jefas de Estado, CEO de empresas transnacionales, titulares de Corte de Justicia, ministras y ejecutivas destacadas en diferentes ámbitos del mundo laboral.

En Chile, hay una mujer General de Carabineros, varias pilotos de guerra de la FACh, voluntarias del Cuerpo de Bomberos y a cargo de algún instrumento en las bandas de las Escuelas Matrices de las FF.AA. Años atrás, esta realidad era impensable.

Un dato revelador: no existe el Día Internacional del Hombre, pero sí el de la Mujer. Se celebra cada 8 de marzo, ello a partir de 1911, instaurado para conmemorar la muerte por asfixia de 126 trabajadoras de una fábrica de camisas en Nueva York, encerradas con llave por protestar por mejoras salariales.

La gran batalla del feminismo, entendido como una aspiración natural, es lo que se conoce como 'igualdad de género', esto es, que la sociedad dispense el mismo trato a varones y damas. La paridad salarial es la meta de las mujeres, porque impugnan que, frente a un mismo trabajo e idéntica responsabilidad, el sector masculino sea retribuido con ingresos superiores. Igualmente, es inconcebible que ellas paguen cotizaciones más altas a las ISAPRES por su "riesgo de maternidad", un argumento estúpido que vulnera la razón de ser de su naturaleza.

El Presidente Piñera, montándose en esta espiral de populismo antimachista, anunció un proyecto para que las cotizaciones de los varones se nivelen con las de las mujeres. Ese curioso modelo de forzar una igualdad no se aplica a un abuso aún mayor de las ISAPRES: pagan lo mismo quienes por su buena salud no utilizan las prestaciones y quienes lo hacen dos y hasta tres veces al mes. Debe ser el único servicio en el mundo en que no hay diferencias de costos entre quienes no lo utilizan y quienes lo estrujan.

Más criterioso que uniformar para hombres y mujeres el monto de las cotizaciones, es más urgente regularizar las ISAPRES, aterrizarlas y frenar su codicia a costa de los afligidos afiliados.

Las aspiraciones naturales y lógicas de las mujeres chilenas no tienen ninguna relación con este populismo feminista, surgido de las sombras, con el dudoso argumento del acoso sexual y con un fuerte componente político de extrema izquierda.

Resulta muy sugerente que la izquierda esté exigiendo poner el primer plano de la discusión parlamentaria la 'agenda mujer'. Hay, al menos, una decena de temas más urgentes y necesarios para toda la población, antes que debatir sobre tan doméstica expresión populista.

Las genuinas feministas en nada se parecen a éstas que, como decía el fallecido Juan Bagá, cura español de enorme influencia en los movimientos universitarios de fines de los 60, "lo encuentran todo malo y no quieren hacer nada, ni estudiar ni trabajar".

Son huestes ideologizadas que desprecian la naturaleza de la mujer y cuya finalidad no es más que disfrutar, día a día, del libertinaje en todas sus expresiones. Se aferraron a una denuncia sobre acoso para levantar, en el acto, una expresión política a favor del aborto libre, del consumo de marihuana, de los derechos homosexuales y de los transgéneros…y atacar al Gobierno. No tienen empacho en desnudarse en público ni hacer el amor en parques a la vista de niños.

Su real motivación la dejaron en evidencia, al pedir "la inmediata" renuncia de varios ministros de Estado "por ser unos ignorantes"…, un calificativo que les calza a la perfección a ellas, que tienen un 44% de repitencia, un 55% de consumo de droga o alcohol, un estancamiento en la prueba SIMCE y un incremento en los índices de deserción y embarazo escolar. Algunas, sin fiscalización, utilizan las salas de clases para fabricar bombas Molotov.

Con sus excéntricas demandas pretenden engatusar a la ciudadanía, haciendo creer que es el sexo masculino el que 'la lleva': Chile --según el último Censo-- tiene 9 millones de habitantes mujeres, 3 millones más que de hombres, y el 60% de los pasajeros del TranSantiago son mujeres…¡y trabajadoras!

El acoso sexual --su bandera de lucha para sustituir a la educación en sus protestas--, es una burda excusa, porque la realidad es muy distinta a cómo la presentan en el país hay 3 millones de escolares y el 2017 el MINEDUC consignó 11 mil denuncias por acoso, y, de ellas, un 50% correspondió a "juegos sexuales" entre menores de edad.

El acoso sexual estudiantil es apenas de un 0,4% (considerando 'juegos de menores'). ¿Es ésta una cifra tan alarmante como para generar tamaño show político y populista? Las autoridades tendrían que ser las primeras en no creer el cuento y, menos, transmitirlo como "preocupación nacional" a la ciudadanía.

Hay que hacer conciencia de que, para un sector muy precario de la sociedad chilena, cualquier artilugio es válido para dar rienda suelta a pasiones políticas e ideológicas, maquilladas expresamente para disimular sus verdaderos propósitos.

Éstos, y todos lo saben, son los mismos antivalores ofrecidos e incumplidos por el Gobierno anterior para satisfacer todo tipo de placeres físicos, sin límites y, menos aún, sin moral alguna.

Es el populismo feminista chileno, el que nada tiene que ver con el feminismo histórico.

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