EL ENGAÑO DE LA INCLUSIÓN SOCIAL

VOXPRESS.CL.- Hace algunas semanas, en la sede del Congreso Nacional en Santiago, la ex Presidenta socialista fue homenajeada por una entidad llamada 'Alianza para el Progreso'. Es un referente que nació para que no se creyera que el Foro de Sao Paulo está definitivamente muerto.
Este último --debe recordarse--- fue el encuentro de las izquierdas sudamericanas para implementar las estrategias de conquista del poder en todas las naciones. Hoy, sólo Venezuela queda como solitario colgajo de aquel derrumbado propósito.
Pero, como de alguna manera hay que preservar la esperanza, se inventó esta alianza, de la cual es parte activa el PS. Fue esta mixtura socialista la que intentó reconstruir la imagen de quien, alguna vez, fue considerada uno de los caminos transformadores del Foro de Sao Paulo, Michelle Bachelet.
En aquel homenaje, Bachelet hizo un llamado al rearme de todos los referentes de la izquierda chilena e hizo un recorrido por los "logros" de su Gobierno, en medio del jolgorio de sus fans, quienes, sin pudor alguno, le gritaron "Bachelet, Bachelet, Chile es otro gracias a usted".
Entre los hitos que se atribuyó durante su patético mandato, al margen del "reforzamiento del sindicalismo", mencionó "el avance en la construcción de viviendas" y "la disminución de la extrema pobreza".
Sin soñárselo, encarnó el refrán que dice que "antes que a un ladrón, primero se sorprende a un mentiroso"- Días atrás, un informe de Techo/Chile, fundación jesuita, reveló que la extrema pobreza retrocedió a niveles de 1985 y que una de las cusas de ello es la imposibilidad de ese sector de acceder a una vivienda propia. ¡Qué paradoja! Un Gobierno socialista que se vanaglorió de la inclusión, contribuyó con lo contrario.
Este asombroso incremento de la extrema pobreza es atribuible, en parte, a la oleada de inmigrantes entre 2016 y 2017 ---especialmente en este último--, los que por falta de ingresos debieron refugiarse en campamentos periféricos.
No parece necesario recordarlo por lo reciente, pero el Gobierno socialista rehusó controlar o regular el tráfico ilegal de extranjeros. Es sabido que la ONU proporcionó fondos a Chile a cambio de que recibiera a haitianos, pero no existen registros ni destinos de esos dólares.
Con las histéricas protestas y amenazas de la izquierda de recurrir al TC, este Gobierno emitió un decreto regulatorio para los inmigrantes y, así, aminorar la extrema pobreza,. En una sola semana, 132 mil ilegales postularon a visas de residencia.
Con Bachelet, vuelos especialmente alquilados por los traficantes de personas, llegaban diariamente a Santiago, con 150 haitianos en calidad de 'turistas'. Hoy, al consulado chileno en Puerto Príncipe se han solicitado sólo 72 visas de ingreso al país, de las cuales se han aprobado dos.
Estos datos introductorios son indispensables para entender este gigantesco retroceso de tres décadas de la extrema pobreza. De acuerdo a datos del 2017 de la fundación Techo/Chile, 40.541 familias viven en campamentos, cifra casi idéntica a la que existía en 1985.
Según una estimación del Ministerio de Bienes Nacionales, las familias en esta situación subieron 48% en los últimos seis años, y el incremento se focalizó fuertemente en el norte. Por ejemplo, a raíz de la inmigración colombiana, Antofagasta experimentó un alza de 487% desde 2011.
El 60% de quienes llegan a un campamento lo hace por los altos costos de los arriendos y el 30%, porque no quiere seguir de allegado.
Se define como campamentos de extrema pobreza las extensiones de terrenos ocupadas sin permiso por un número superior a ocho familias y con carencia de, al menos, un servicio básico. En su mayoría son grupos que reciben, en promedio, ingresos mensuales de $ 263 mil, esto es, con ninguna posibilidad de acceder a una vivienda propia, más aún dado el progresivo aumento del precio de los suelos.
Si bien las cifras se habían estancado, e incluso con asomos de disminución entre el 2011 y el 2012, durante el Gobierno socialista, en especial el año pasado, tuvo un fuerte retroceso, incrementado por el descontrolado flujo migratorio.
Según los datos de Techo/Chile, un tercio de las 2.400 nuevas familias que ingresaron a los campamentos el 2017, es inmigrante.
La agenda social de Bachelet no fue tal, al privilegiar metas ideológicas. La insensibilidad en esta área tuvo como principales víctimas a niños y jóvenes, y esa pareció ser una vocación de su período. Lo ocurrido en el SENAME así lo demuestra: las investigaciones de la Fiscalías descubren, día a día, más irregularidades (administrativas y financieras) a costa de menores puestos al cuidado del Estado.
Sobre los campamentos de extrema pobreza es ineludible consignar que un 33,4% de sus habitantes son niños y adolescentes de hasta 16 años. Unas 18 mil familias viven en zonas de riesgo de derrumbes, cerca de torres de alta tensión u otros peligros.
Aunque ---para variar-- no debidamente difundido, este Gobierno tiene un proyecto para abordar el drama en estos bolsones de pobreza. En el marco del programa Chile Propietario, en las próximas semanas Bienes Nacionales hará un catastro del suelo del país para identificar los campamentos e iniciar allí trabajos en conjunto con los gobiernos regionales.
En opinión del director de Techo/Chile, Sebastián Bowen, la iniciativa de Bienes Nacionales podría abrir puertas para crear un banco de suelos disponibles para futuras viviendas sociales.
En los lugares ocupados, Bienes Nacionales tiene dos opciones: regularizar los terrenos fiscales para que el MINVIU construya viviendas sociales u ordenar la situación de los campamentos.
El desarrollo social es uno de los pilares prometidos por el Gobierno de Chile Vamos, pero dentro de las infinitas urgencias que existen en esta materia, atenuar la tragedia de vivir en campamentos de extrema pobreza es más que una compromiso: es una obligación. Hoy más que nunca es indispensable transformar en realidad el engaño de que fueron víctimas tantas familias pobres por parte de Bachelet y su Nueva Mayoría.