top of page

EN LA ÚLTIMA CENA SE PAGA LA CUENTA


VOXPRESS.CL.- Desde el sábado 12 ya se encuentra en Roma la casi totalidad de los obispos de la Conferencia Episcopal chilena, citados por Jorge Bergoglio para ponerle punto final al híper ventilado 'caso Barros', originado, a su vez, en las actuaciones contra el ex párroco de El Bosque, Fernando Karadima.

Tras finalizar su deslucida visita a Chile, en enero pasado, Bergoglio reconoció haberse equivocado, al ignorar a los muchachones que denunciaron a Karadima y al haber respaldado públicamente al obispo Juan Barros, acusado por aquéllos de "ser cómplice" del hoy ex párroco sancionado a perpetuidad.

Tras serle llamada la atención por el arzobispo de Botosn, Sean Patrick O'Malley, Bergoglio, indignado, envió a Santiago al cardenal maltés Charle Scicluna, experto investigador en casos de abusos sexuales dentro de la Iglesia. Le remitió un informe de 2 mil páginas 'cuero de diablo' en contra de la jerarquía eclesiástica local.

Irritado, Bergoglio tomó dos decisiones: invitar de honor y con todo pagado al Vaticano a los acusadores de Karadima y Barros, para pedirles perdón, y citar a los miembros de la Conferencia Episcopal a una reunión informativa/recriminatoria/sancionadora entre el lunes 14 y el jueves 17 de mayo.

Para los obispos no hubo fraternidad, de tal modo que debieron financiarse el transporte aéreo y pagarse sus gastos de estada en Roma. Más humillación, imposible, conociéndose antemano que a varios de ellos les cortará la cabeza, en una señal --como anunció-- "ejemplar" para el resto de la Iglesia universal.

De los 32 obispos en ejercicio --Valdivia está vacante y tiene administrador apostólico--, viajaron 31, ya que Andrés Arteaga, auxiliar de Santiago, y quien también ejerció junto a Karadima en El Bosque, no lo hizo por estar hace tiempo con mal de Parkinson. Sobre Juan Barros, llegó a la cita --pese a su licencia médica por estrés--, pues se hallaba de viaje en Europa. Se encuentra en Roma desde el sábado.

El cardenal emérito Francisco Javier Errázuriz Ossa, uno de los blancos predilectos de los denunciantes, estuvo en Roma hace quince días, donde tuvo un enfrentamiento con uno de sus acusadores, al coincidir ambos en la embajada de Chile ante el Vaticano. Durante su permanencia allí, le dejó un informe de 14 páginas a Bergoglio acerca de su propia visión del caso Karadima y tomó un vuelo de regreso a Santiago.

Sin embargo, hallándose en Santiago y cuando todos los obispos ya se encontraban en Roma, el sábado (12) solitariamente abordó un vuelo con destino a esa capital. ¿Recibió una citación especial desde el Vaticano? ¿Quiere Bergoglio confrontar su informe con el de Scicluna? Lo concreto es que nadie creyó en su "cambio de opinión" porque, ahora sí, su edad no era impedimento para viajar.

Por no tratarse ésta de una visita Ad Limina de los obispos, el Vaticano no financia el traslado ni la estada de la delegación chilena.

Un ticket ida/vuelta en avión Santiago/Roma cuesta $1.200.000.- o más, dependiendo de la aerolínea. A este desembolso por transporte hay que sumar el correspondiente al hospedaje, el cual en las residencias que con estos fines dispone el Vaticano, el valor oscila entre los $66 mil y los $75 mil diarios, dependiendo del lugar, la Residencia Santa Marta, al interior del Vaticano, o la Casa Internacional del Clero, fuera de èl.

Por carecer la Iglesia chilena de los recursos para financiar el traslado y la estada de todos en Roma, varios obispos tuvieron que ser ayudados económicamente por sus respectivas diócesis, por donaciones de privados y hasta por sus familias para reunir el total del dinero.

La mayoría de los obispos se hospeda en la Casa Internacional del Clero (en la foto), también llamada Casa Romana, donde una habitación con cama y baño privado cuesta entre 80 y 90 euros (59 mil hasta 66 mil pesos) diarios.

Conocido como Duomo Internazionale Paulo VI, en ella se hospedó el 2013 Jorge Bergoglio para el Cónclave que, finalmente, lo proclamó como Jefe de la Iglesia. Los administradores de la residencia, también llamada Casa Romana, recuerdan que ingresó como un cardenal y salió investido de Papa: antes de retirarse, ya como Pontífice, concurrió personalmente a la administración para cancelar la cuenta por su permanencia en la habitación 201.

Bergoglio, desde esa fecha, vive en la Residencia Santa Marta, un hotel al interior del Vaticano. Se negó a ocupar los aposentos papales "por razones de seguridad", aludiendo a la nunca aclarada muerte de Juan Pablo I.

La Casa Romana es un sencillo hostal para sacerdotes de paso por Roma, ubicado en Vía della Scrofa Nº 70 y la estada se cancela en efectivo o con tarjeta de crédito.

En la Residencia Santa Marta --creada en 1996 por el Papa Juan Pablo II-- el precio diario es superior al de la Casa Internacional del Clero. Tiene Wi-Fi en los espacios comunes, TV cable en cada habitación y salas de reuniones. Se calcula en $ 75 mil diarios y dispone de 129 piezas.

En esta residencia están hospedados el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, por su rango de cardenal, y los obispos de Rancagua y Melipilla, Alejandro Goic y Cristián Contreras, respectivamente.

En la Casa Romana, una habitación con cama y baño privado cuesta entre 80 y 90 euros ($59 mil hasta $66 mil). El lugar tiene un amplio comedor común, espacios de descanso y capilla. Se la define como sencilla y cómoda. En ella se aloja la mayoría de los obispos chilenos, hoy en visita obligatoria.

En ambos hospedajes pasarán estos días de incertidumbre los miembros de la Conferencia Episcopal local para conocer, primero, el lapidario informe de Charles Scicluna y, luego, abordar "los profundos cambios en el rumbo" de la Iglesia chilena, los que implican necesariamente cambios en la jerarquía. Éstos, oficialmente, se conocerán al término del ciclo de reuniones, programado para este jueves.

Varios de los obispos que están en Roma, discretamente calificaron esta cita colectiva con Bergoglio como "la última cena", todo un sarcástico símbolo en referencia al futuro inmediato de algunos de ellos que serán descabezados.

Para otros prelados, no resultó tan duro el golpe de una convocatoria a costa del bolsillo propio, al lado de la invitación con alojamiento gratis que Bergoglio extendió a un trío de denunciantes que, no conformes con la sanción de por vida a su abusador, sólo creen que volverán a ser felices en la medida que se les pague la millonaria indemnización que están exigiendo.

bottom of page