VER MÁS ALLÁ DE LAS NARICES

VOXPRESS.CL.- Las autoridades y la población en general fueron avisadas por la CONFECh, la agrupación de estudiantes extremistas --ubicados aún más a la izquierda de los 'progresistas'-- que reanuda su temporada de protestas callejeras y "por la Alameda, quiéranlo o no".
Sus líderes dicen estar irritados con el Presidente "porque nos dio un portazo", aunque nadie sabe cuál, cuándo y por qué, pero su indignación real es en contra del Tribunal Constitucional (TC) por haber considerado inconstitucional dejar fuera de la gratuidad a los establecimientos que lucran.
La determinación del TC les vino como anillo al dedo a los caudillos de la CONFECH, quienes, en rigor, no tenían, hasta el momento, causa alguna por la cual salir a manifestarse a las calles.
Debe recordarse que el "no al lucro" fue la consigna levantada por el programa de Gobierno de Michelle Bachelet para sepultar a la educación privada y reponer el fallido intento de la Escuela Nacional Unificada (ENU) que no alcanzó a instalar Salvador Allende.
Por violar la libertad de enseñanza, aquel fracasado diseño totalitario y estatista se redujo, ahora, sólo a una gratuidad, financiada ésta por el Estado a un costo descomunal.
En la norma aprobada en el Gobierno anterior quedó 'racionalizado' el mal llamado lucro, el cual acaba de ser resucitado por el TC.
Se entiende por lucro "toda utilidad que se obtiene a cambio de algo". Los padres y apoderados de estos jóvenes que volverán a copar las calles y violentar a la ciudadanía, lucran. Lo hacen a diario y reciben utilidades según el oficio que desempeñan.
Estos muchachos adoctrinados, ignoran --imaginamos que por desconocimiento y no intencionalmente-- que las universidades estatales que ellos defienden, también lucran: reciben dinero del Estado a cambio de prestar el servicio de la enseñanza.
Que la gratuidad "pagada por el Fisco" implique dificultades financieras a los planteles, más y exhaustivas fiscalizaciones y hasta pérdida de autonomía de sus rectores, no es asunto que preocupe e inquiete a la muchachada. Ese punto no fue parte del aleccionamiento político recibido de parte de sus mentores adultos.
La CONFECh, una réplica joven de la ceguera provocada por la pasión política, no ve más allá de sus narices. Sus manifestaciones se limitan a la lucha corta, doméstica y servil a la ideología.
De cuando en vez saca la voz, reclamando por "una mejor calidad", pero ésta no importa ni interesa, ya que su objetivo es otro: permanecer largo tiempo al interior de los planteles ---puede ser una década-- para penetrar las frágiles mentes del alumnado y sumar voces, y votos, a la causa del extremismo 'progresista'.
Jamás la CONFECh ha solicitado audiencia a un ministro para evaluar el impacto de la tecnología en el futuro de sus careras profesionales/técnicas; nunca se ha preocupado de cómo será el campo ocupacional dentro de poco, ni menos se interesa en la arrolladora automatización que viene.
Muy pocos, o casi ninguno, sabe de la llegada de la robótica a Chile y perciben las máquinas automáticas en los servicios casi como un juguete.
Los estudiantes de Chile ---al menos, estos estudiantes-- salen a protestar por banalidades al lado de los fenomenales cambios que están en marcha y que se vienen con fuerza.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) acaba de difundir un documento que, al menos, debería alertar a los estudiantes de Chile respecto a su futuro. Hace un llamado a los países a “fortalecer sus políticas de aprendizaje universitario para preparar a su futura fuerza laboral para los cambios en los requisitos laborales que enfrentarán”.
El mercado laboral chileno sería uno de los más afectados por la automatización, pues el país tiene un riesgo de que un 55% de sus actuales trabajos sea reemplazado por máquinas.
El informe de la OCDE consigna que "una gran proporción de las tareas podrían ser automatizadas, cambiando los requisitos de habilidades para estos empleos”.
Este "cambio de requisito de las habilidades" es la gran tarea que debe ser abordada, ya mismo, por la educación superior, para readecuar las competencias de los futuros trabajadores.
Un buen número de las carreras que hoy se imparten no requerirán de intervención humana en un futuro cercano, y de ello no se han percatado ni las autoridades de Educación, ni los rectores y mucho menos estos vociferantes jóvenes.
Muy tarde se percatarán que su actual carrera los puede conducir inexorablemente a una cesantía frustrante, la que sólo contribuirá a fortalecer su odiosidad política.
En vez de alterar la vida de los demás, la CONFECh debiera instruir a sus huestes a que no pierdan tiempo y se dediquen a enrostrarles a sus propios rectores que los están engañando ---algo mucho peor que el lucro--, al instruirlos en profesiones y oficios que muy pronto no existirán o no requerirán de ellos para funcionar.