top of page

VIOLACIÓN A LA HISTORIA DE CHILE


VOXPRESS.CL.- Lo que está pasando al interior y exterior de la Corte Internacional de La Haya (CIJ), no tiene nombre. Desde que en la posguerra, la ONU creara este tribunal para dirimir diferencias entre sus Estados miembros, jamás se había observado un show de semejantes características.

En un hecho sin precedentes, un Jefe de Estado ---en este caso, Evo Morales-- se hizo presente en el sarcásticamente llamado Palacio de la Paz en La Haya para entonar, junto a su numerosa comitiva, un himno en que reclama para Bolivia ciudades chilenas, como Antofagasta, Calama y Tocopilla.

Chile y Bolivia --por demanda de ésta-- se hallan enfrascados en un litigio por la inclaudicable exigencia de los Gobiernos altiplánicos de volver a tener una salida al Océano Pacífico, porción de litoral (la costa de Antofagasta) que su país perdió en la Guerra del Pacífico.

Nunca antes, en sus innumerables demandas, un Presidente boliviano había estirado tanto el elástico, al punto que degeneró un juicio netamente legal, transformándolo en un show político, populista y nacionalista. Con todos atónitos, amplió su petición de salida al mar a una cesión territorial por parte de Chile que incluye prácticamente toda la Región de Antofagasta.

Todo esto en el marco de un juicio reducido exclusivamente a la solicitud boliviana de obligar a los chilenos a sentarse a conversar sobre el tema. Nada más que eso.

El Presidente Evo Morales, un indigenista socialista y semialfabeto, ha difundido tal cúmulo de barbaridades históricas y ha distorsionado en forma tan grosera el pasado, que hoy es una misión urgente de padres y profesores aclararles a nuestros niños y jóvenes en edad escolar, la autenticidad de los hechos.

Tal episodio de nuestra historia Patria es materia obligatoria en las aulas, pero, así como de rápido se lee, así de rápido se olvida.

Hoy, más que los textos de estudio, es la tecnología audiovisual la que cautiva la atención e interés de niños y jóvenes. Han sido estos instrumentos de comunicación, la TV, internet y las redes sociales, las que se han encargado de difundir los mensajes falsos, injuriosos y provocadores del Presidente boliviano, originando un natural desconcierto.

La desorientación a que incita dicha campaña de mentiras y errores es fortalecida, desde dentro de nuestro país, por quienes son más internacionalistas que chilenos, o sea, quienes adhieren a la ideología de izquierda.

El Partido Comunista y sectores del Frente Amplio no están con la posición del Estado de Chile, sino con la del Gobierno boliviano, el cual, sin argumentos jurídicos, le exige a Chile que le dé una salida soberana al mar por el litoral de Antofagasta y, ahora, más encima, que le retorne todo ese territorio..

Una residente de El Alto, vecina a La Paz, expresó que "los chilenos tendrán que irse de ahí", luego de que Morales expresara a su pueblo que "Antofagasta ha sido, es y será boliviana".

Evo Morales se ha empeñado en convencer a su gente de que en 1879 "Chile invadió a Bolivia". Fue un desembarco en reacción a la declaración de guerra por parte de ese país, y para la cual, el ejército altiplánico se alió con el de Perú.

Desde que existe la civilización, las guerras fueron una instancia común como desenlace a problemas de relaciones. Por si algún hipócrita de izquierda pone cara de horror, en 1975 se estuvo a un paso de un conflicto bélico con Perú y en 1978, al borde de otro con Argentina.

Intencionalmente, Morales oculta que a poco de iniciada, Bolivia se retiró de la guerra, rindiéndose, y dejó sólo a su socio peruano en combate.

Miente Morales al divulgar a sus compatriotas que el Tratado de Paz y Amistad, firmado en 1904 entre ambos países, fue con Bolivia de rodillas y con un fusil en el pecho. El documento, plenamente vigente a la fecha y reconocido por la CIJ, fue sellado muchos años después del fin de la guerra y muchos más luego de la rendición boliviana, y para que se pudiera concretar, el negociador altiplánico, más tarde electo Presidente en premio a su diligencia, pidió millones de pesos, lo que motivó que Chile quedara casi con sus arcas fiscales vacías.

Los compromisos a que se obligó Chile con Bolivia son a perpetuidad. Caso único en el mundo.

Para concretar el acuerdo de paz, Bolivia no pidió mar, o algo de éste, sino simplemente dinero. No puso objeción alguna a que cualquiera modificación a dicho Tratado quedase al sometimiento de Perú: no pocas veces, Chile le ha ofrecido un acceso soberano al mar por el norte de Arica, pero, invariablemente, éste se opone. ¿Qué país en el mundo aceptaría ser partido en dos a favor de otro?

Morales y su séquito de falsarios en la CIJ se han encargado de repetir que por "el enclaustramiento a que lo tiene obligado Chile", su país es subdesarrollado. En el mundo hay otras 40 naciones mediterráneas y sus economías han evolucionado con absoluta normalidad y hasta de modo ejemplar, como la suiza.

Hay que decirlo de una vez y con todas sus letras: el subdesarrollo de Bolivia, que sí es real, se debe al déficit cultural de su población, compuesta en un 90% por indígenas.

Más vivo y despierto que los otros, Morales cubre sus ineptitudes y debilidades con este nacionalismo chatarra. Tiempo atrás convocó a un plebiscito para que la ciudadanía respondiese acaso lo quería en la Presidencia por otro período: la respuesta fue un no rotundo.

En respuesta, ante la indiferencia del mundo --y el desconocimiento de los jueces de la CIJ--, Morales inventó una comisión para que revocara el resultado del plebiscito y resolviera, de facto, que sí podía postular.

Resulta paradojal y asombroso que un Presidenta que mendiga por el mundo una utópica ayuda, haya violado con descaro la Constitución de su país. Es éste atropello a la democracia el que Morales quiere encubrir con esta campaña mentirosa en contra de Chile.

Como ocurre con Venezuela, nadie levanta un dedo para acusarlo por tal atropello a un pronunciamiento legal de sus ciudadanos. La razón es simple: como disciplinado socialista es muy querido por la izquierda internacional.

bottom of page