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DOS SOLUCIONES QUE DEMANDA LA GENTE


VOXPRESS.CL.-

Es propio de presuntuosos indicarle al Presidente el camino de lo que debe hacer.

Son tantísimos los baches que heredó del anterior Gobierno, que no parece fácil poner en orden las prioridades respecto a qué es lo primero que tiene que remediar.

No obstante, en los últimos meses de la administración socialista estallaron dos conflictos que impactaron, y desconcertaron, a la población: el abrupto desprestigio de Carabineros y la descontrolada y sospechosa inmigración de haitianos.

También es de urgencia implementar políticas públicas --mal hechas o desechadas por el anterior Gobierno-- en salud, seguridad pública, niñez y extrema pobreza, pero éstos son objetivos obvios de un Estado serio y responsable.

En cambio, los casos específicos de Carabineros y de la masiva y sospechosa inmigración son crisis que explosionaron de la noche a la mañana por desidia de las autoridades a cargo.

Apenas reventó el escándalo por el fraude en Carabineros, agravado más tarde por la Operación Huracán, el Ministerio del Interior debió intervenir con decisión y energía. No lo hizo.

En la situación anómala e irregular de la ola de inmigrantes haitianos ya nadie duda de que se trata de un negociado de una o varias personas, pero ninguna autoridad salió, siquiera, a aclarar el abanico de interrogantes y dudas sobre el tema.

Urge, desde luego, actualizar una elemental Ley de Inmigración que rige desde 1975, pero antes de ello se debe investigar y descubrir quién o quiénes están detrás de este tráfico de haitianos, pintado de legal pero que no lo parece.

En cuanto a Carabineros, la institución requiere de rápidos cambios en un mando desprestigiado y culpable, directo o indirecto, de la brutal caída de la institución en la percepción que por años la sociedad chilena tuvo de ella.

Reestablecer el orden y la limpieza en la casa es el primer paso hacia un cambio radical en el modelo de policía de Carabineros.

La institución fue creada, y por décadas lo hizo, para prevenir y reprimir el delito. Esto es, brindar seguridad a la población. Pero se le fue añadiendo tal cúmulo de otras funciones anexas que hoy, lo que menos garantiza, es lo que invoca su himno: "duerme tranquila, niña inocente"; "somos del débil el protector" y "la ley espejo de nuestro honor".

Fue repugnante el intento del General Director, Bruno Villalobos, de brindar (1 de marzo) un homenaje de despedida a la Presidenta en la Escuela de oficiales, con desfile de gala y un posterior cóctel. A nadie le cupo duda de que lo hizo en gratitud al cómplice respaldo de ella, y de su Gobierno, respecto a su deplorable cometido. Tardíamente, pero bien aconsejada, a última hora se excusó de asistir por "problemas de agenda". No hubo desfile ni homenaje.

Carabineros tiene que volver a sus raíces y dejar a otros que desempeñen funciones que no les atañe y que le significan desatender su genuino rol de protector de la población.

La investigación de delitos es una tarea propia de la PDI y parece llegado el momento de que el gran contingente que se destina al tránsito callejero y carretero sea sustituido por uniformados municipales debidamente adiestrados y empoderados para tales efectos, como ocurre en el resto del mundo.

La población no duerme tranquila ni se siente protegida, porque la policía destinada a su seguridad pierde tiempo y personal en labores impropias, como dirigir y fiscalizar el tráfico vehicular, y a otra que, por naturaleza, no le corresponde, que es investigar hechos delictuales.

Más le vale no continuar en un carril que no le resulta natural, más aún tras la bochornosa y deplorable experiencia de la Operación Huracán.

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