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11 DE MARZO, EL ADIÓS A UN FRACASO

VOXPRESS.CL.- Para muchos --lamentablemente, una mayoría-- será un domingo más en sus vidas, con sus rutinas de costumbre.

Ello les impedirá detenerse a reflexionar sobre lo especial de esta fecha, en particular para los chilenos que quieren prosperidad y respeto pleno a sus libertades individuales.

Ese día, el próximo domingo, un emblema del socialismo criollo entregará la banda presidencial a un ícono del neoliberalismo.

Pareciera ser una contradicción que en un mundo aceleradamente impaciente, frívolo y aperturista, se dé esta aparente incoherencia de que un transformismo radical sea sustituido por una administración moderada y racional.

El chileno no tiene por qué ser muy diferente al estereotipo del 'hombre nuevo' del resto del mundo que, sin temores, hace valer sus derechos en todos los aspectos de su vida.

Definitivamente impregnado del egoísmo a causa de su codicia, aspira, día a día, a tener más y a que el sistema no ponga en riesgo sus pertenencias.

El ciudadano del mundo hoy, y el chileno aunque con sus propias particularidades, definitivamente se empoderó y ejerce presiones sobre los demás, pero rechaza las imposiciones sobre él.

El populismo y el progresismo han sido las principales víctimas de este nuevo perfil del ciudadano empoderado. Aquél sumiso y vasallo del poder de década pasadas, definitivamente se esfumó. No existe.

El progresismo, este maquillaje lingüístico para maquillar a la izquierda de siempre, sucumbió y ha seguido sucumbiendo, precisamente porque la ciudadanía no quiere sufrir peligros ni correr riesgos, ésos que les revelan cotidianamente las 'democracias' de Venezuela, Cuba y NorCorea.

No es casualidad la coincidencia de muchos países en varios continentes que rechazaron la amenaza a sus derechos y pertenencias. Es el caso de Chile, con Bachelet y su Nueva Mayoría.

La oferta de transformaciones radicales, o reformas estructurales, diseñado especialmente para Bachelet por el PC, no tuvo acogida, y no fue por la 'justificación oficial' de la crisis internacional, sino por el despilfarro fiscal y por el rechazo de la ciudadanía a una "revolución" no pedida ni requerida. La prueba más contundente de ello fue la grandiosa indiferencia de la población a la convocatoria a reemplazar la Constitución actual por una populista y estatista.

Desde 1990 hasta el 2014, la ciudadanía experimentó estabilidad y paulatinas mejoras en su bienestar personal. No obstante, con Bachelet y la Nueva Mayoría reaccionó por estar perdiendo esa sensación y, en muchos casos, retrocediendo.

Sus voces de disconformidad se hicieron sentir con fuerza, primero en la elección municipal del 2016 y, luego, en las internas partidistas de julio y en la segunda vuelta presidencial de diciembre, ambas el 2017.

El rechazo al populismo y al progresismo fue aplastante.

Con este escenario a la vista, el próximo domingo sale del poder político y administrativo un proyecto que fracasó rotundamente, y rechazado por la ciudadanía. De ahí que hay que estar alertas para denunciar falacias tan graves como las expresadas recientemente por la Presidenta, en cuanto a que, gracias a ella, "Chile es hoy mejor".

Hay que permanecer despiertos para rechazar absurdos intentos por presentar fracasos como éxitos. Con un Congreso cerrado y con maestros en su interior, la Presidenta anunció el envío de dos 'proyectitos' como saludo a la bandera. Una burla.

Rotundamente, Chile hoy es peor. Pero ha empezado a mejorar a partir del 17 de diciembre, y eso lo dice todo. Dos ejemplos bastan para reflejarlo: se reactivo fuerte la productividad industrial y hacía 20 meses que no se observaba un repunte en el empleo asalariado privado. El progresismo lo había ahuyentado.

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