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LAS MUJERES DE LA PRESIDENTA

Tres días antes de viajar desde su casa en La Reina alta hasta Valparaíso para --por segunda vez-- hacer entrega del mando al centroderechista Sebastián Piñera, la socialista Michelle Bachelet se despedirá 'en grande'.

Escogió para ello el Día Internacional de la Mujer, un acto masivo en que las feministas de Chile aprovecharán de agradecerle el cumplimiento de algunas promesas de campaña.

Como buen estereotipo de mujer sin familia consolidada, sin matrimonio estable y que, generalmente, se 'las ha batido sola', Bachelet se propuso, en la víspera de su segundo triunfo presidencial en las urnas, dedicar parte de su Gobierno a ciertos y exclusivos derechos, considerados como tales por un sector de mujeres chilenas.

En rigor, no puede aludirse a la defensa de los derechos de la mujer en general.

Dentro del marco de enfoque de su visión política, ella redujo los derechos de todas las mujeres sólo a aquéllas con perfiles individualistas, autosuficientes y hedonistas.

Dejó fuera de sus políticas ---suponemos que involuntariamente-- a las mujeres en riesgo social y a las muchas que, por sobre la realización personales, hacen prevalecen sus intereses valóricos, como el matrimonio y la estabilidad familiar.

La ONU estableció el Día Internacional de la Mujer (8 de marzo) en reconocimiento a la histórica lucha para que se le reconociesen sus derechos civiles. Fue un premio a que, por su propio empeño, el sexo femenino logró superar el estado de servidumbre y el estatus secundario a que, por siglos, lo sometió la sociedad.

Jamás esta fecha es interpretable como conmemorativa del libertinaje femenino que, en definitiva, será el eje de la fiesta de despedida que sus pares le harán a la Presidenta. En la celebración se destacará como 'conquistas' del Gobierno la legalidad del aborto, la ley de matrimonio homosexual y la cristalización de la identidad de género (cambio de sexo).

No habrá alusión, desde luego, para la estéril ley de cuotas, para el fracaso de la prevención sexual, para la inseguridad de la mujer en convivencia, ni menos para la terrible existencia femenina en extrema pobreza y de las niñas y adolescentes en el SENAME.

Ampliamente difundido y polemico, este último fue uno de los tantos puntos negrísimos de este Gobierno.

Nunca fueron corregidas sus débiles políticas de prevención del embarazo juvenil ---más allá de la sublimación del preservativo--, con un fuerte aumento en jovencitas menores de 15 años, y prácticamente abandonó sus campañas preventivas del contacto sexual, al punto que los casos de VIH (SIDA) simplemente se dispararon.

La Presidenta elevó de rango el SERNAM a Ministerio de la Mujer para que se luciera la comunista Claudia Pascual. Ésta, mientras duró el debate por imponer el aborto, fue la Secretaria de Estado mejor evaluada del Gabinete y bastó que la iniciativa se transformara en ley para que desapareciera de un atractivo lugar en las encuestas.

La ley de aborto "sólo por tres causales" no fue más que la abertura de par en par de la puerta para la interrupción del embarazo: sólo diez días después de aprobada la norma, 30 jóvenes con un promedio de tres meses de gestación acudieron a centros hospitalarios, exigiendo que se les practicase un aborto.

Hace poco, el MINSAL anunció la disponibilidad de 82 mil unidades de fármacos con tal finalidad.

La realidad chilena contrastaba con la urgente imposición del aborto disimulado en tres causales: 250 interrupciones consentidas, 235 bajo presión y sólo 16 decididas por médicos. La norma hoy vigente no es fruto, entonces, de una ineludible necesidad, sino de la potestad hedonista de las feministas "dueñas de su cuerpo".

Contrariamente a ello, y en la otra vereda, se hallan las víctima no protegidas de la violencia intrafamiliar, para las cuales no hay políticas ni leyes que las protejan. La única iniciativa gubernamental fue perseverar en una recomendación obvia: instruir a las agredidas que concurran sin miedo a denunciar.

En la despedida de sus mujeres a la Presidenta, habrá 150 que no podrán participar de la celebración: son las fallecidas por femicidio durante este Gobierno. La ministra a cargo del tema se ha limitado a contarlas, pero sin agitarse en resolver uno de los más trágicos dramas que afectan al género en Chile: su incapacidad de defenderse de las agresiones, algunas espantosas y en presencia de hijos.

El derecho a la vida de estas mujeres no se respeta y nadie mueve un dedo para que así se haga.

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