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LÍDERES DE PACOTILLA

Tras el desastre de la izquierda del 17 de diciembre, circuló en las redes sociales un largo video que se auto grabó uno de esos miles de frentistas anónimos de la masa bullanguera, que, convencidos, creyeron y confiaron en el proyecto de 'la sirenita' Beatriz Sánchez.

Debe ser, imaginamos, uno de esos tantos "hijos de la Concertación", como los definió Michelle Bachelet.

En el documento audiovisual, el joven arremete, con un lenguaje informal propio de su dislocada generación, contra la Nueva Mayoría, contra sus dirigentes, contra sus malos manejos, contra sus incoherencias y corrupción, y la culpa de la paliza que sufrió Guillier y su orquestada coalición oficialista.

(El comunista Guillermo Teillier acaba de aclarar que jamás fue coalición, sino sólo un "acuerdo programático"…).

El anónimo frentista, instalado en un departamento que refleja su clase media, dispara sin piedad, de chincol a jote, contra quienes, según él, fueron los causantes de que la izquierda perdiese el poder. "No nos culpen a nosotros --dice--, no mientan: fueron ustedes".

Desde que surgió la apresurada aventura presidencial del Frente, aprovechándose de la ausencia de un líder y menos de un candidato en la Nueva Mayoría, casi nadie ---y ello hay que reconocerlo-- creyó que se trataba de algo mucho más que de un simple saludo a la bandera.

Los partidos y movimientos que lo conformaron pusieron énfasis en que "no somos más de lo mismo" y que había que creerles que "somos una alternativa a la Nueva Mayoría". En rigor, sus propuestas fueron mucho más allá que las de ésta e instalaron un discurso claramente revolucionario y demoledor del sistema neoliberal y de la economía de libre mercado.

Volvieron a utilizar los nostálgicos conceptos de la izquierda allendista, del MIR, del Frente Manuel Rodríguez y del Grupo Lautaro: expropiaciones y 'chilenizaciones'.

El Frente se presentó como el gran consuelo para los millares de defraudados por el incumplimiento de las reformas transformadora de Bachelet. El nuevo país que les iba a construir nunca apareció.

Su primera medición electoral fue con motivo de su primaria interna (2 de julio) para elegir a su candidato presidencial de entre Beatriz Sánchez y Alberto Mayol. Participaron 330 mil adherentes y dicha cifra engañó a todo el mundo, desde jefes de partidos hasta cientistas políticos, pasando por encuestadores.

A ellos les dolió hasta el alma la frase de Sergio Bitar, instalado a esas alturas en el comando de Guillier: "son unos imberbes sin estructura ni organización".

Pero cambiaron todo el espectro político en la primera vuelta, cuando el Frente estuvo a dos puntos de pasar a la segunda con un millón doscientos mil sufragios.

A la oposición se le vino el mundo encima y la Nueva Mayoría tiró raya para la suma, sintiéndose que matemáticamente, con esos votos, conservaba el poder.

De ese millón 200 mil votos, 400 mil, algo más que para su primaria, fueron los recibidos por sus 20 diputados y un senador y los otros 700 mil correspondieron exclusivamente a Beatriz Sánchez, la oferente de un 'cambio total, de un nuevo Chile.

Tanta aversión a la Nueva Mayoría nunca fue real dada la conducta de sus líderes ---Sánchez, Jackson, Boric y Sharpe--, luego de que anunciaran públicamente que sus votos serían para Guillier, arrastrando sólo a los disciplinados militantes, o sea, el equivalente a esos 400 mil sufragios parlamentario. El resto, al sentirse traicionado por sus propios dirigentes, se quedó en casa, alargó el carrete y no se levantó el día de la elección. Entre ellos, el muchachón del video.

A ese heterogéneo mundo 'idealista' fue al que engañó el manojo de líderes del Frente que corrió a dar su apoyo a Guillier y que ahora mismo negocia con la Nueva Mayoría la repartición de cargos parlamentarios.

La Nueva Mayoría, sin hacer su duelo ni menos reconocer su propia responsabilidad por su debacle política, busca de la mano del Frente, una gran alianza que, ahora desde la oposición, le permita controlar parte o todo el poder legislativo, presidir comisiones y ser integrante de la mesa de la Corporación.

El Frente Amplio, que atribuye a la "falta de acercamiento del candidato" el que Guillier haya sido derrotado, no dudó en sentarse a negociar con quienes, hasta días antes, fueron sus enemigos públicos.

Hipócritamente, sus dirigentes pretenden confundir a la ciudadanía, advirtiendo que se trata "sólo de "un acuerdo administrativo" y que nada tiene que ver con un pacto o alianza política.

Llega a ser de pacotilla la conducta de esos politiquitos de la llamada nueva generación que dieron vuelta la espalda a su propia gente.

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