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AVANZAR, TRANSFORMAR Y PROGRESAR


Concluida la elección presidencial, a partir de marzo se vendrá la fase más difícil y desafiante para la triunfadora centroderecha.

Sin un Congreso incondicional, como le ocurrió a Bachelet el 2013, el nuevo Presidente tendrá que lidiar con frentes opositores que tratarán de hacerle imposible su gestión.

Se anticipa que la futura oposición tendrá que enfrentarse, primero, a sus propias fracturas internas para converger, luego, en pequeñas sociedades de ejecución obstructivas. Como sea, intentará hacer prevalecer un instinto de supervivencia mediante todo tipo de mecanismos.

Puede parecer extemporáneo, pero aún no se inicia un nuevo período presidencial ---recién el 11 de marzo-- y de antemano se sabe que, a partir de esa fecha, entre La Moneda y el Congreso se empezará a jugar, semana a semana, la futura administración 2021/2025.

Durante la campaña fueron utilizados con extrema recurrencia conceptos como "avanzar", "transformar" y "progresar".

Es importante distinguir el progreso del 'progresismo', que no es, éste, más que un sinónimo de populismo, utilizado por el Gobierno y la Nueva Mayoría para disfrazar el vocablo izquierda, rechazado en el mundo y recientemente por los chilenos.

Aunque el primero de ellos --avanzar-- terminó siendo una cargante muletilla de la Presidenta, significa "ir hacia delante"; es el reflejo de un natural impulso de todo individuo. No se conoce de alguien que, voluntariamente, aspire a perder el terreno ganado en su vida o la buena inversión de su tiempo.

Por lo mismo, resultó estúpido el sesgado esfuerzo del Gobierno y de su candidato por hacer creer a la población que "con Piñera, el país va a retroceder".

Contrariamente, los otros dos conceptos serán los que van a estar en juego permanentemente en la agenda Ejecutivo/Legislativo. Hay una fracción, mucho más potente en la Cámara de Diputados, que no transará acuerdos si éstos no apuntan a transformaciones radicales, que no son más que alteraciones profundas al modelo vigente, intento en el cual fracaso la actual Mandataria.

Debe recordarse el paquete de propuestas del Frente Amplio durante la campaña de primera vuelta: sustituir el modelo en forma drástica a base de cargas impositivas "a los más ricos" y en perjuicio de las Fuerzas Armadas, considerando, además, expropiaciones y 'chilenizaciones' de las inversiones extranjeras.

En esta postura estarán alineadas las bancadas de los frentistas, comunistas y el sector radicalizado del PS.

El otro concepto es el progreso, lo que implica un mejoramiento general en las condiciones de vida de las personas y una adecuación a la tecnología de punta y a la modernidad.

A los países no se les transforma, a no ser que sea por la vía de la fuerza o por una imposición ideológica segregadora. La misión de todo gobernante es mejorar el estándar de los habitantes y de la infraestructura en todos sus aspectos, y es aquí donde calza a la perfección el último de los conceptos: progreso.

No será fácil --más bien, muy difícil-- convencer a un buen número de parlamentarios sobre la correcta aplicación de estos conceptos. Chile ha sido ejemplo de que, sin la prepotencia y soberbia de mayorías circunstanciales, es posible ir hacía adelante y hacia arriba en el marco del respeto a las normas que rigen a la convivencia democrática y a los derechos individuales.

El punto de inflexión es que el 'nuevo' plantel legislativo está totalmente fraccionado en cuanto a la interpretación de estos conceptos, y ello tendrá en jaque permanente a la gobernabilidad, un sensible punto que fue imperceptible a raíz de la fiereza de la campaña.

El haber conquistado con amplitud el Ejecutivo no le da libre crédito a Sebastián Piñera, quien tendrá que luchar con un Congreso opositor y, en algunos frentes, odioso y hasta vengativo.

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