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EXPIRÓ EL TIEMPO DE LAS INDECISIONES

"La peor decisión es la indecisión" consigna un viejo refrán, y viene como anillo al dedo con motivo de la trascendental elección presidencial de este domingo.

Desde que, durante meses, las encuestadoras jugaron --erróneamente-- con el destino de los candidatos, los pronósticos estuvieron marcados por el determinante rol que protagonizarían los 'indecisos".

Este amplio espectro de seres está compuesto por aquellos que vacilan y dudan respecto a quién darle su voto. Nos imaginamos que tanta vacilación e inseguridad es fruto de su personalidad y que, en todos los aspectos de ella, van por la vida titubeando.

Se pueden tener indecisiones y, de hecho, en el diario vivir, el individuo se enfrenta a ellas, como, por ejemplo, entre una torta de merengue y otra de frambuesa o entre un café colombiano o uno brasileño.

Pero cuesta creer que exista gente, por muy vacilante que sea, que no se decida a participar en un acto en el cual se juega el destino de la nación y, con especial énfasis, su propio destino.

Es terrible saber que hay personas que no saben por quién votar, y ello luego del incesante bombardeo de informaciones que, a diario, revelan las respectivas campañas.

Es de ignorantes y de imbéciles creer que "da lo mismo" cualquiera de los dos candidatos, cuando ambos se hallan en las antípodas respecto al otro.

Uno, Guillier, será un continuador del peor Gobierno que ha tenido Chile desde 1990 a la fecha, con las peores evaluaciones de sus autoridades en igual lapso; en tanto el otro, el del opositor Piñera, aspira a revertir aquella situación y sacar a los habitantes de sus sentimientos de frustración, estancamiento y desvalorización en que se encuentran.

En suma, uno es el exponente de 'más, o peor, de lo mismo', en cambio la oposición ofrece una alternativa de un horizonte más claro y al alcance. Las de ambos candidatos son visiones distintas para un mismo Chile: la de Guillier, ahora con el soporte del extremista Frente Amplio empeorando las expectativas, y la de Piñera con una óptica de desarrollo y de retomar el rumbo perdido del empleo asalariado.

Largo sería enumerar la lista de errores de todo tipo en que ha incurrido el Gobierno saliente, pero basta con un ejemplo menor para graficarlos: en una norma tan menor y trivial como es la ley de tenencia responsable de mascotas, se equivocó groseramente en su redacción y rehará artículos en que en lugar de proteger a los animalitos se convocaba a dejarlos sin alimento y agua para que murieran más rápido…

Puede que el ejemplo sea banal, pero ésa ha sido la tónica en la elaboración de los proyectos, con fallas corregidas a tiempo o que entraron en vigencia con ellas incluidas.

No puede entenderse, bajo ningún argumento, que haya personas que les resbalan los actos de corrupción y parecen indiferentes ante la complicidad del Gobierno. Vía sus redes de conexiones logró que una parte ----sólo una fracción, no el Pleno-- de la Corte Suprema desaforase a un senador opositor para bajar los quórum calificados en la Cámara Alta, lo que fue seguido ---como se esperaba-- del envío de una lluvia de proyectos políticamente subjetivos que se dejaron estar en casi cuatro años.

Nadie que se auto defina honesto puede permanecer indiferente ante la asquerosa manipulación del Servicio de Impuestos Internos (SII) que se ha querellado por irregularidades impositivas sólo contra quienes La Moneda quiere liquidar.

El SII es un servicio recaudador de fondos para el Fisco y está en la obligación de hacer pagar a quienes hacen trampas. Los fiscales del caso CABAL descubrieron que estando en la Dirección Económica de la Cancillería, el hijo de la Presidenta boleteó para la empresa de su esposa Natalia Compagnon ---enjuiciada por cohecho, soborno y tráfico de influencia--, lo que está prohibido por ley.

El país entero ha sido testigo del escandaloso involucramiento de La Moneda, la Presidenta y sus ministros en la campaña electoral de Guillier para 'abrochar' su elección. En los meses recientes y en las últimas semanas, el Ejecutivo no ha gobernado para todos los ciudadanos, porque ha estado ausente de sus funciones para dedicarse a trabajar de asesor y vocero de la candidatura oficialista. Éste es un tipo de discriminación y de desigualdad, dos factores combatidos a rabiar por la Presidenta para embaucar a millares de incautos.

Es inconcebible que muchos todavía titubeen por quién votar, cuando este Gobierno es el que los tiene prisioneros de las deudas, inmovilizados en Dicom, sin poder pagar los servicios básicos y con extremas carencias para el sustento diario. Es una falacia la promesa de que la izquierda lo dará todo gratis: lo hizo Hugo Chávez en Venezuela y es cosa de mirar el abismo en que se halla dicho país.

Por último, a más de algún dubitativo le puede ser útil un simple dato estadístico: en la primera vuelta, quien obtuvo más votos en absolutamente todas las Regiones fue Piñera. Es imposible que existan tantos chilenos equivocados.

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