LA MASCARADA DE LOS ‘APOYOS’ A GUILLIER
Ante la opinión pública se ha pretendido mañosamente de maquillarlos como ‘acuerdos programáticos’, pero lo cierto es que el amplio espectro de izquierdas que se formó tras la primera vuelta, tendrá un desenlace lógico.
Después de la primera vuelta, el centro de la atención se lo ha llevado, en exclusiva, la eventual cantidad y calidad de los votos del Frente Amplio traspasables a Alejandro Guillier.
No se habla ni se escribe algo diferente a este filme pintado de misterio y suspenso, pero cuyo final huele a conocido.
Los tres partidos ejes del Frente, Revolución Democrática, Autónomos y Humanistas, tuvieron sus jornadas de reflexión para discutir, y resolver, acerca del respaldo a Guillier para que éste pueda imponerse en segunda vuelta.
Tanto el candidato oficialista como dichos partidos extremistas han teatralizado el escenario político. Guillier los llamó a “ser generosos con el futuro del país”, en tanto los caudillos frentistas lo critican a él y a quienes están detrás.
Los apoyos, condicionados o no, de la izquierda opositora a la izquierda oficialist5a, son sólo un bluf. Ambas partes saben que sus promesas y exigencias de “cambios realmente transformadores” chocarán inexorablemente con una composición parlamentaria que hará compleja, difícil y, en algunas situaciones, hasta imposible la gobernabilidad.
La ciudadanía tiene que tener muy clara esta realidad, en cuanto a que gran parte o toda la rebanada de ‘justicia social’ a que aspira el Frente no llegará a mesa alguna. Los altísimos quórum que requieren tales objetivos, desde ya los hacen inviables.
Al margen de un factor tan determinante como ése, hay que considerar que, de ninguna manera, el Frente integrará un eventual Gobierno de la Nueva Mayoría.
Ha sido un duro crítico de la actual administración y, obviamente, no se contaminará en una circunstancial alianza, porque su interés superior apunta a un Gobierno propio a futuro. El fundador y flamante diputado de Revolución Democrática, Miguel Crispi, lo confirmó: “seremos oposición a Guillier o Piñera”.
Pero que nadie se engañe: toda esta teatralidad es secundaria respecto del respaldo de la ultra izquierda a Guillier en segunda vuelta. Si bien, como lo reconoció el líder de RD, Giorgio Jackson (“hay gente del Frente que no se levantará a votar el 17 de diciembre”), lo único cierto es que la izquierda en su conjunto no dejará pasar esta oportunidad histórica.
Sólo ciñéndose a los votos obtenidos por la izquierda y por la centroderecha en primera vuelta, la sumatoria de votos acerca más a aquélla que a la oposición a la victoria final.
La influencia que tendrá el Frente en el resultado será potente para inclinar la balanza. Caudillos como Jorge Sharpe, Gabriel Boric, Giorgio Jackson y el ‘veterano’ Tomás Hirsch (61) han dicho, en todos los tonos, que “lo prioritario” es que “la derecha no triunfe”.
Las promesas, propuestas y programas son ‘pura música’ al lado del objetivo central, que no es en pro de lo propio, sino anti adversario.
¿Qué de demasiada distinta puede ser la conducta de la ultra izquierda ahora en comparación con la primera vuelta? ¿Qué elemento tan novedoso ha surgido para que no la repita?
El blanco continúa siendo el mismo: el no arribo de la derecha al poder y con La Moneda redoblando su deshonrosa campaña de denostar diariamente al candidato opositor.
El único gran enigma no lo tiene la izquierda, ya que “por el supremo objetivo común” cuenta con votos para reforzar los de Guillier en primera vuelta, pero sí lo tiene Chile Vamos.
Ésa es la gran diferencia entre una candidatura y la otra: la izquierda oficialista sabe donde está el balón de oxígeno y tiene señales de que está a su disposición, en tanto la oposición anda a tientas buscándolo.
