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CHILENOS QUE VIVEN EL SOCIALISMO

De entrada, puede aparecer como un dato menor, apenas estadístico. Pero resulta de significativa importancia para el día decisivo en que se jugará el destino del país.

La gráfica superior detalla los votos, y sus respectivos porcentajes, de la votación presidencial de los ciudadanos chilenos que residen en Venezuela, hoy el segundo ‘paraíso socialista’ de Latinoamérica.

Las cifras del voto chileno en Venezuela pueden corresponder a un espectro reducido, pero ‘dicen’ mucho: 62.4% para Piñera y un 3.5% para Sánchez.

Lo más probable es que la comunidad de compatriotas en ese país caribeño sea superior, pero remitiéndose a quienes hicieron uso de su derecho de votar, la conclusión es categórica, tratándose de personas que conviven a diario con el socialismo.

Es posible que carezcan de información detallada de la realidad chilena, pero conocen a fondo la de Venezuela.

Dicha votación ni siquiera refleja algún tipo de ideologización, porque la comunidad de compatriotas en ciudades venezolanas data de mucho antes del advenimiento del chavismo.

Son chilenos que hace décadas tomaron la decisión de radicarse en dicho país en busca de un mejor bienestar, dadas las ricas oportunidades que ofrecía, previo a la llegada del estatismo socialista.

Los 283 votos de Piñera contra los 22 de Sánchez constituyen el modelo que deben seguir los chilenos residentes en Chile. Esos compatriotas son testigos presenciales de cómo el socialismo arruina la riqueza de un país y de cómo transforma las libertades en opresiones.

Cuando, llenos de ilusiones, llegaron a radicarse en Venezuela, descubrieron un país próspero y generoso, rico en oportunidades y con recursos propios gigantescos para hacer más atractiva su hospitalidad. Hugo Chávez, primero, y Nicolás Maduro, ahora, socialistas castristas, no sólo lo demolieron, sino lo transformaron en una cárcel desde la cual mucho quieren huir.

La abundancia de antaño es hoy es escasez: no hay alimentos ni remedios.

El socialismo chavista mancilló la Constitución y hoy manda una falsa y semialfabeta Asamblea Constituyente, la misma que el Frente Amplio quiere establecer en breve en nuestro país.

La antigua democracia fue sustituida por una dictadura, al apropiarse el Ejecutivo de los otros dos Poderes del Estado, el Legislativo y el Judicial, y vía elecciones fraudulentas, repudiadas por todos los organismos internacionales, se vislumbra imposible que Maduro y su minoría extremista salgan del poder.

Cualquier similitud con Chile no es casualidad: en un local de votación capitalino, una reportera de un noticiero detectó, y filmó, a un individuo robándose una urna llena de votos. Lo instó a decir por qué lo hacía y el delincuente, fríamente, le respondió que “es la droga”, siendo que no se advertía bajo los efectos de ningún estimulante.

Al igual como la lección que deja la votación de los compatriotas residentes en la socialista Venezuela, este último episodio es también una pista de los severos peligros a que se enfrenta el país de no frenar la prepotente intransigencia de la ultra izquierda por imponer y manejar a Chile, vía Guillier, con la mano dura del totalitarismo.

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